Los individuos no somos robots y, por tanto, necesitamos recuperar energía, y lo hacemos durmiendo. Dormir es la actividad a la que más tiempo dedica la gente en una semana normal. De hecho, la falta de sueño contribuye a la desincronización de los ritmos circadianos, debilita el sistema inmune y puede acabar afectando a las funciones autónomas individuales y la actividad cognitiva de las personas, además de la salud física y mental.
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