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Resumen de El modelo económico nórdico en un mundo convulso

Rafael Pampillón Olmedo, Alicia Coronil Jónsson

  • español

    El modelo económico nórdico, implementado en países como Suecia, Dinamarca y Noruega, ha logrado un equilibrio entre bienestar social, competitividad económica y sostenibilidad fiscal.

    A través de reformas estructurales desde el año 2000, estas naciones han fortalecido sus mercados laborales, fomentado la innovación y promovido la equidad social. Características como la flexiguridad en Dinamarca, la inversión en educación en Finlandia o la diversificación energética en Noruega han permitido mantener un alto nivel de empleo y cohesión social, incluso en contextos globales adversos.

    Entre 2010 y 2024, los países nórdicos consolidaron un modelo que combina eficiencia económica con justicia social. Redujeron gradualmente el exceso de gasto social sin comprometer el bienestar, apoyados por sistemas fiscales sólidos y baja deuda pública. A su vez, se adaptaron con éxito a la digitalización y la transición ecológica, liderando en políticas verdes y tecnologías emergentes. Esta capacidad de adaptación ha sido clave para preservar su estabilidad frente a desafíos como el envejecimiento poblacional, la automatización y la desglobalización.

    Sin embargo, el modelo afronta vulnerabilidades: el aumento del gasto en defensa ante tensiones geopolíticas, la presión fiscal por el envejecimiento y la necesidad de mantener la cohesión social en sociedades más diversas. A pesar de estos retos, los países nórdicos se mantienen como referentes globales por su resiliencia, su enfoque inclusivo y su disposición a reformar sin perder sus valores esenciales. Su experiencia demuestra que es posible combinar progreso económico con justicia y sostenibilidad.

  • English

    The Nordic economic model, implemented in countries like Sweden, Denmark, and Norway, has achieved a balance between social welfare, economic competitiveness, and fiscal sustainability. Through structural reforms since 2000, these nations have strengthened labor markets, promoted innovation, and advanced social equity. Features such as Denmark’s flexicurity, Finland’s investment in education, and Norway’s energy diversification have helped sustain high employment and social cohesion, even during global crises.

    Between 2010 and 2024, Nordic countries consolidated a model that combines economic efficiency with social justice. They gradually reduced excessive social spending without undermining welfare, supported by strong tax systems and low public debt. At the same time, they successfully embraced digitalization and green transition, becoming leaders in environmental policies and emerging technologies. Their adaptability has been crucial to maintaining stability in the face of challenges like population aging, automation, and deglobalization.

    However, the model faces vulnerabilities: increased defense spending due to geopolitical tensions, fiscal pressure from aging populations, and the need to maintain social cohesion in more diverse societies.

    Despite these challenges, Nordic countries remain global benchmarks for their resilience, inclusive approach, and willingness to reform without compromising their core values. Their experience proves that economic progress can go hand in hand with fairness and sustainability.


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