María Milagros Rivera Garretas
En la Europa medieval, la libertad femenina fue una práctica y un valor vital queni la Revolución Aristotélica de mediados del siglo XIII ni la historiografía racionalista de finalesdel XVIII o el paradigma de lo social del XIX-XX han conseguido borrar de la memoria común ycorriente, más femenina que masculina. El movimiento que llamamos “Fideles Amoris” y la doctrina de los Dos infinitos son dos de las pruebas más destacadas. Dama Amor, que es un modo dereferirse al placer clitórico, documenta en los textos poéticos y místicos que en la sociedad feudalconvivieron dos fidelidades o lealtades políticas: la fidelidad feudal y la fidelidad de Amor. En lafidelidad de Amor, la libertad femenina y el placer femenino propio, el placer clitórico, tienen sulugar en la vida. Si la historiografía entiende y toma en consideración la Fidelidad de Amor, elpatriarcado cede el protagonismo a la vida y al placer. Si el paradigma del que la historiografíase sirve es el paradigma de lo social, todo resulta, en cambio, patriarcal y violento, fundado en elcontrato sexual, y el falso tópico de la época oscura prevalece.
In medieval Europe, feminine freedom was both a practice and a vital value. Neither the Aristotelian Revolution of the mid-13th century, the rationalist historiography of the late18th century, nor the social paradigm of the 19th and 20th centuries succeeded in erasing it fromcollective memory—a memory that is more feminine than masculine. The Fideles Amoris movement and the doctrine of the Two Infinites offer compelling evidence. Poetic and mystical textsdocument the concept of Lady Love, a term that celebrates clitoral pleasure. These works reveal asociety in which two allegiances coexisted: loyalty to the feudal order and fidelity to Love. In thefidelity of Love, feminine freedom and women’s own—clitoral pleasure—held a legitimate placein everyday life. If historiography were to recognize and engage with the fidelity of Love, patriarchy would be forced to yield its dominance to life and pleasure. However, when historiographyadopts the social paradigm as its framework, the result is a portrayal of feudal society that isentirely patriarchal and violent. This version is grounded in the sexual contract and perpetuatesthe false narrative of the “dark ages”.
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