Sonia Morales Calvo, Vicenta Rodríguez Martín
Introducción: La formación en perspectiva de género no es obligatoria en disciplinas de intervención socioeducativa, lo que afecta a la capacidad de los profesionales para abordar desigualdades y violencias de género. Metodología: Se evaluaron actitudes sexistas en 382 profesionales de la intervención social mediante la Escala de Sexismo Ambivalente (ASI) de Glick y Fiske (1996), adaptada por Expósito, Moya y Glick (1998). Resultados: Se observa una feminización estructural en los contextos de intervención social, tanto en equipos como en roles profesionales y personas destinatarias. Los profesionales con menor formación en perspectiva de género muestran mayor acuerdo con afirmaciones sexistas, mientras que aquellos con formación extensa tienden a estar en desacuerdo. Discusión: Los hallazgos revelan la importancia de una formación obligatoria en perspectiva de género para reducir los sesgos sexistas entre los profesionales de la intervención social. La formación especializada permite un abordaje más equitativo y efectivo en situaciones de desigualdad y violencia. Conclusiones: Es crucial introducir materias obligatorias de perspectiva de género en los planes de estudio de intervención social para garantizar que todos los egresados adquieran las competencias necesarias para promover el cambio social y la igualdad de género.
Abstract: mandatory in disciplines related to socio-educational intervention, according to a review of the curricula. This lack of training affects the ability of professionals to address gender inequalities and violence in a transformative way. Methodology Sexist attitudes were evaluated in 382 social intervention professionals using the Ambivalent Sexism Inventory (ASI) by Glick and Fiske (1996), adapted by Expósito, Moya, and Glick (1998). The participants come from general and specialized social services. Results The results show a structural feminization in social intervention contexts, both in team composition and in professional roles and target groups. Significant differences were identified in hostile sexist attitudes: professionals with little or no gender perspective training showed greater agreement with sexist statements, while those with extensive and specialized training tended to disagree. Discussion The findings highlight the importance of mandatory gender perspective training to reduce sexist biases among social intervention professionals. Specialized training allows for a more equitable and effective approach in situations of inequality and gender violence. Conclusions It is crucial to introduce mandatory gender perspective courses in social intervention curricula to ensure that all graduates acquire the necessary skills to promote social change and gender equality.
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