Durante mi primer año de residencia, participé junto con mis compañeros en un taller de soporte vital básico como parte de nuestro plan formativo de la residencia. El taller fue realizado en un centro de salud en Madrid.
Al terminar la sesión y cuando nos disponíamos a salir del centro de salud, nos encontramos con una mujer de aproximadamente 70 años inconsciente en el suelo. Tras evaluarla rápidamente, constatamos que presentaba una parada cardiorrespiratoria. De inmediato activamos el protocolo, avisamos al SUMMA e iniciamos las maniobras de reanimación cardiopulmonar (RCP). A pesar de los esfuerzos, la situación se complicó por la falta de coordinación inicial entre los miembros del equipo, que ocasionó retrasos en algunas de las intervenciones clave.
Tras 30-40 minutos de RCP ininterrumpida, y con la ayuda del equipo de emergencias SUMMA, lamentablemente no logramos reanimar a la paciente, quien falleció en el lugar. Esta experiencia nos impactó profundamente y generó una serie de reflexiones importantes sobre nuestra preparación y la organización en situaciones críticas.
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