Rosa María Rodríguez Aguilar, Esther Florentina Blanco Serrano
Gloria al bayamés dichoso que goza de placer leyendo a los grandes poetas paridos en su propio patio. Gloria a la historia patria de este pueblo que es orgullo para quien ama sus raíces. Gloria para quien, al cantar “…Al combate corred, Bayameses…”, no solo se enardece con su himno, sino que también siente arder el eco de su sangre al nombrar el gentilicio, así, con mayúscula.
Hay poetas que hacen estremecerse el alma, son aquellos que, con su aliento trémulo y vital, entristecen, alegran, conmueven, convocan: José Joaquín Palma es uno de ellos; este poeta patriota bayamés, o mejor, bayamés patriota poeta, posee un verso contentivo del verdadero lirismo de los grandes. Su poema “A Bayamo”, canto identitario y romántico, es una muestra del sentido de su vida, o es la explicación, quizás la más auténtica, del porqué, al final de su existencia y en otra bella creación, escribe:
Mas, ya que cercana zumba La voz de la muerte helada, Te reclama Sólo un sauce y una tumba, Cabe la villa sagrada Del Bayamo. (Palma 1951: 39)
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