El tango se constituyó en uno de los vectores de la popularización de los primeros filmes sonoros argentinos en la década del treinta. A diferencia de otros objetos culturales de la época, aquellos construyeron imágenes del tango de carácter �moderno� al vincularlo con la radio y el cine. Estas narrativas cinematográficas retomaron la idea del ascenso social, típica del tango, pero a partir de ejemplos exitosos.
El crecimiento en escala de las industrias culturales y un escenario de convergencia de medios para el período, consolidaron al mundo del espectáculo como una nueva carrera abierta al talento y como espacio de circulación de representaciones sobre la argentinidad asociadas a una modernidad híbrida o primitiva.
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