La relación de Miguel Hernández con el ambiente rural tiene una importancia capital en su obra, donde las realidades del campo aparecen unidas de forma inextricable a su literariedad. Precisamente, uno de los problemas que plantea la traducción de la poesía hernandiana se deriva en gran medida de la enorme dificultad que entraña trasvasar su riquísimo léxico campesino. Pese a que su lenguaje es menos marcado en la lírica que en otros géneros, la profunda especificidad de sus imágenes y los referentes culturales con los que viene entreverado ese léxico suponen una barrera cultural que, sin duda, ha contribuido a frenar la recepción de su obra en Alemania. En este escueto estudio dejaremos constancia de tales problemas traductivos, poniendo de manifiesto, además, la necesidad por parte del traductor de recurrir a la vivencia y al “trabajo de campo” como procedimiento documental.
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