Abel Saldarreaga, P. Pérez Guerrero, M. Montes de Oca Arjona, J. Benítez Carmona
Etiopatogenia. La malaria está producida por cuatro especies distintas del género Plasmodium (P. falciparum, P. vivax, P. malarie y P. ovale) y transmitida por la picadura de la hembra del mosquito Anopheles sp. P. falciparum es la especie responsable de la mayoría de los casos mortales y su patogenicidad viene determinada por la capacidad de producir daño microvascular.
Manifestaciones clínicas. Varían en función de la especie infectante y el nivel de inmunidad del huésped. Se ha de descartar paludismo ante todo cuadro febril que aparezca tras un viaje a zona palúdica, ya que el desarrollo de complicaciones graves puede ser extremadamente rápido. Las complicaciones afectan generalmente al sistema nervioso central, respiratorio, renal y hematopoyético.
Diagnóstico. El examen microscópico de muestras de sangre teñida (gota gruesa y frotis) sigue siendo el método de elección. Las técnicas de fluorescencia o de detección antigénica y la PCR son asimismo de ayuda diagnóstica.
Tratamiento. El paludismo por P. falciparum en sujetos no inmunes constituye una emergencia médica y requiere el inicio del tratamiento precoz. En casos graves debe iniciarse por vía parenteral en una Unidad de Cuidados Intensivos. La distribución geográfica de la resistencia a los antipalúdicos condiciona el tratamiento.
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