Etiopatogenia. La malaria está producida por cuatro especies distintas del género Plasmodium (P. falciparum, P. vivax, P. malarie y P. ovale) y transmitida por la picadura de la hembra del mosquito Anopheles sp. P. falciparum es la especie responsable de la mayoría de los casos mortales y su patogenicidad viene determinada por la capacidad de producir daño microvascular.
Manifestaciones clínicas. Varían en función de la especie infectante y el nivel de inmunidad del huésped. Se ha de descartar paludismo ante todo cuadro febril que aparezca tras un viaje a zona palúdica, ya que el desarrollo de complicaciones graves puede ser extremadamente rápido. Las complicaciones afectan generalmente al sistema nervioso central, respiratorio, renal y hematopoyético.
Diagnóstico. El examen microscópico de muestras de sangre teñida (gota gruesa y frotis) sigue siendo el método de elección. Las técnicas de fluorescencia o de detección antigénica y la PCR son asimismo de ayuda diagnóstica.
Tratamiento. El paludismo por P. falciparum en sujetos no inmunes constituye una emergencia médica y requiere el inicio del tratamiento precoz. En casos graves debe iniciarse por vía parenteral en una Unidad de Cuidados Intensivos. La distribución geográfica de la resistencia a los antipalúdicos condiciona el tratamiento.
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