Mario Pezzini, Andreas Scheicher

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Mejores aptitudes, mejores empleos, vidas mejores

Mario Pezzini, Andreas Schleicher* OCDE

Dotar a la gente de aptitudes y oportunidades constituye uno de los caminos más directos hacia el empleo de calidad y el bienestar individual. Estas medidas proactivas impulsarán las economías hacia un crecimiento abierto a todos, una productividad competitiva y un nivel de vida mejor. Además, dominar las aptitudes esenciales permite a los individuos participar plenamente en la sociedad. Y las vidas de los jóvenes iberoamericanos de hoy son un ámbito en el que es importante adquirir mejores aptitudes para crear ese futuro de mayor inclusión en los procesos sociales, económicos y políticos.

Comprender la importancia de las realidades actuales Alrededor de la cuarta parte de la población total de América Latina y el Caribe tiene entre 15 y 29 años. Es decir, 163 millones de personas, que representan la mayor parte de la futura fuerza laboral de la región pero que hoy tienen grandes limitaciones para adquirir las aptitudes capaces de repercutir en el crecimiento, la productividad y el desarrollo de la zona. Casi todos los países son conscientes de que cuentan con una oportunidad crucial para abordar esta dicotomía. El dividendo demográfico está en todo su apogeo y la población juvenil iberoamericana se encuentra en su máximo nivel, pero las condiciones demográficas serán

* Mario Pezzini, director del Centro de Desarrollo y director en funciones de la Dirección de Cooperación al Desarrollo, y Andreas Schleicher, director de Educación y Capacitación, Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico.


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menos favorables en el futuro, y esos jóvenes, a medida que maduren, tendrán cada vez más presiones para ser el segmento productivo de la población. Por consiguiente, este es el momento de prestar atención a la juventud1. ¿Por qué? Porque los jóvenes en América Latina son vulnerables y están mal preparados para hacer frente a los retos futuros del mercado de trabajo. Por primera vez en tres años, se prevé un aumento del desempleo juvenil mundial, y las cifras de jóvenes que trabajan pero viven en la pobreza son alarmantes. En América Latina y el Caribe, por ejemplo, se prevé que la tasa de paro pase del 15,7% en 2015 al 17,1% en 2017. A pesar de unos avances considerables, que han permitido reducir la pobreza y las desigualdades y ampliar la clase media, más de la mitad de los jóvenes latinoamericanos (aproximadamente el 64% en 2014) pertenecen todavía a hogares pobres y vulnerables2. Además, los jóvenes que no están ni en la escuela ni trabajando siguen siendo un grupo numeroso y especialmente vulnerable: en 2014, más de uno de cada cinco jóvenes de la región —el 21% de las personas de este grupo de edad, es decir, casi 30 millones de personas— decían que ni estudiaban ni tenían trabajo. Portugal y España

sufren unas circunstancias similares, con tasas de paro de la franja entre 15 y 24 años que en 2015 alcanzaron el 32% y el 48,3%, respectivamente (según las estadísticas de la OCDE).

Los jóvenes en América Latina son vulnerables y están mal preparados para hacer frente a los retos futuros del mercado de trabajo. Lo que retiene a los jóvenes iberoamericanos es, en parte, su falta de aptitudes útiles para el empleo. Más de la mitad de los chicos de 15 años inscritos en escuelas de Perú, Brasil, Costa Rica, Argentina, Chile, México, Uruguay y Colombia no tiene el nivel básico de competencias en matemáticas y ciencias previsto en el Programa de la OCDE para la Valoración de los Estudiantes Internacionales (PISA) 2012. En los países de la OCDE, incluidos España y Portugal, alrededor de la cuarta parte de los jóvenes de 15 años está por debajo del umbral de competencias básicas. Y muy pocos estudiantes latinoamericanos alcanzan niveles de competencia elevados. La proporción de alumnos con resultados excelentes

1. OECD/ECLAC/CAF (2016), Latin American Economic Outlook 2017. Youth, skills and entrepreneurship, en prensa. 2. OECD/ECLAC/CAF (2016), op.cit..


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en matemáticas en los países latinoamericanos es inferior al 2%. Por su parte, España (8%) y Portugal (10,6%) tienen muchos más alumnos con resultados excelentes, pero están también por debajo de la media de la OCDE (12%). Estos datos son preocupantes. El Estudio de las aptitudes de adultos de la OCDE muestra que la falta de capacitación limita gravemente el acceso de una persona a un trabajo mejor remunerado y más satisfactorio. Lo mismo ocurre con los países: el reparto de aptitudes tiene repercusiones importantes en la distribución de los beneficios del crecimiento económico en las sociedades. El valor de los ciudadanos cualificados influye de manera muy significativa en sus vidas y su bienestar, mucho más allá de lo que puede medirse con las ganancias del mercado laboral y el crecimiento económico. Los adultos dotados de aptitudes fundamentales introducen tecnologías y nuevas formas de trabajar que mejoran la productividad. Los adultos más preparados tienen muchas más probabilidades que los menos preparados de notificar los problemas de salud, considerarse actores de los procesos políticos y confiar más en otros. Aunque es difícil discernir la naturaleza causal de estas relaciones, es evidente que son relevantes, porque la confianza es el aglutinante de las sociedades modernas y la base del comportamiento económico.

Si no existe confianza en los gobiernos, las instituciones públicas y los mercados bien regulados es difícil suscitar el respaldo público a políticas innovadoras y ambiciosas, sobre todo cuando implican sacrificios a corto plazo y los beneficios a largo plazo no saltan a la vista. Además, un menor grado de confianza puede provocar un menor cumplimiento de las normas y los reglamentos y, por tanto, hacer que se impongan normas más estrictas y burocráticas. La consecuencia puede ser que los ciudadanos y las empresas eludan asumir riesgos y retrasen las decisiones sobre inversión, innovación y movilidad laboral que son esenciales para impulsar el crecimiento y recuperar la competitividad. Para destacar la equidad y la integridad en el desarrollo y la aplicación de políticas y garantizar que esas políticas sean más integradoras, así como para crear un genuino compromiso de la población, son necesarias las aptitudes de los ciudadanos.

Dar prioridad a la capacitación para los jóvenes Sabiendo que, sin las aptitudes apropiadas, la gente languidece al margen de la sociedad, el progreso tecnológico no se traduce en crecimiento económico y los países no pueden competir en la economía global, construir dichas aptitudes


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es una prioridad fundamental, entre otros, para los jóvenes iberoamericanos. Proporcionar a los jóvenes las oportunidades, los conocimientos y las aptitudes para que puedan hacer una contribución plena a sus sociedades puede ayudar a evitar varias situaciones negativas, como el mal comportamiento del mercado laboral, el malestar social, la criminalidad y la violencia y la escasa participación en la sociedad política y civil. Nuestras ideas sobre las aptitudes prioritarias para los jóvenes deben regirse por estas tres medidas:

1. En primer lugar, necesitamos entender mejor la demanda actual de aptitudes y su evolución La coexistencia de graduados sin trabajo con empresarios que dicen que no logran encontrar a gente con las aptitudes que necesitan demuestra a las claras que aumentar el nivel de educación no se traduce automáticamente, por sí solo, en mejor empleo y una vida mejor. En los países latinoamericanos, la proporción de empresas que considera que una fuerza laboral sin la educación adecuada es un gran obstáculo es asombrosamente alta. Es el caso de aproximadamente el 36% de las empresas, frente al 22% en el África subsahariana y solo el 15% en los países de la OCDE. Históricamente, la educación ha consistido en la transferencia

de conocimientos, y la mayor parte de América Latina lo hace razonablemente bien. Pero hoy el éxito educativo consiste en asegurar que las personas desarrollen una brújula y un sentido de la orientación que les permitan abrirse camino en un mundo cada vez más incierto, volátil y ambiguo. En otras palabras, las aptitudes más fáciles de enseñar y poner a prueba son también las más fáciles de computar, automatizar y deslocalizar. Por consiguiente, la educación debe centrarse mucho más en las formas de pensar, la creatividad, el análisis crítico, la resolución de problemas y la toma de decisiones, las formas de trabajar, que incluyen la comunicación y la colaboración, y los rasgos de carácter que ayudan a vivir y trabajar con otros. En la mayoría de los colegios latinoamericanos, los estudiantes aprenden de manera individual y, al final del curso, obtienen un certificado que acredita sus propios avances. Sin embargo, a medida que el mundo se vuelve más interdependiente, las escuelas necesitan preparar a sus alumnos para un mundo en el que cada persona necesita colaborar con otras de distintas procedencias culturales y saber valorar diferentes ideas, perspectivas y valores. Los jóvenes necesitarán las aptitudes necesarias para competir en un mundo en el que la gente debe confiar en los demás por encima de esas diferencias y en el que repercutirán en las vidas de las personas muchos aspectos que trascienden las fronteras nacionales.


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2. En segundo lugar, necesitamos tener maneras de conectar a los jóvenes con los mercados de trabajo Los países deben dar más preferencia a una educación que proporcione las aptitudes necesarias y que dure toda la vida, en lugar de una enseñanza centrada en las calificaciones y que termina cuando empieza la vida laboral. En Latinoamérica hay más gente que tiene acceso a los colegios y universidades, pero la educación continua en el trabajo sigue siendo poco frecuente. Los países deben hacer frente a unos índices de abandono escolar inaceptables con la oferta de una enseñanza más apropiada, segundas oportunidades y posibilidades de experiencia laboral para los jóvenes antes de terminar sus estudios. Es un aspecto especialmente importante visto que, en América Latina y el Caribe, el 55% de la población entre 15 y 64 años no completa su educación secundaria, y solo el 7% tiene una educación terciaria. El análisis de la OCDE Learning for Jobs muestra que el desarrollo de las aptitudes es mucho más eficaz cuando el mundo de la educación y el del trabajo están unidos. A diferencia de lo que sucede con los currículos diseñados solo por el gobierno e impartidos solo en las escuelas, aprender en el lugar de trabajo permite a los jóvenes adquirir aptitudes duras, como el manejo de los equipamientos 3. op.cit.

modernos, y otras blandas, como el trabajo en equipo, la comunicación y la negociación mediante experiencias reales. Además, la formación sobre el terreno puede ayudar a que unos jóvenes desinteresados permanezcan en el sistema educativo o se reincorporen a él. Si bien el Skills Survey de la OCDE muestra que los países nórdicos, Holanda y Canadá son los que más oportunidades ofrecen de una educación de calidad durante toda la vida, tanto dentro como fuera del lugar de trabajo, los países latinoamericanos están haciendo grandes avances. En América Latina y el Caribe existen numerosos planes de formación y prácticas para los jóvenes, en particular los que tienen peores resultados educativos y proceden de hogares vulnerables. Aunque muchos de estos programas todavía son pequeños, han sido especialmente eficaces a la hora de facilitar la adquisición de aptitudes y una transición fluida al empleo formal. Suelen consistir en breves cursos de formación que permiten aprender oficios, habilidades concretas o aptitudes básicas de las que busca el sector privado. Dan a los jóvenes la oportunidad de tener su primer empleo. Es decir, estas formas de aprendizaje revalorizan el papel de las empresas en la educación y fomentan el reconocimiento de las calificaciones oficiales en el mercado laboral3.


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3. En tercer lugar, hay que reforzar el uso eficaz de las aptitudes en el trabajo

Informar a los jóvenes sobre las oportunidades de empleo y las salidas en el mercado laboral

Desarrollar las aptitudes necesarias y vincularlas al mercado laboral no se traducirá en mejores resultados sociales y económicos si esas aptitudes no se utilizan verdaderamente en el puesto de trabajo. El Skills Survey de la OCDE muestra que las personas que, además de saber leer, utilizan esa capacidad lectora, producen más por hora trabajada, que es un indicador habitual de la productividad laboral. De hecho, las diferencias en el uso medio de la aptitud lectora explican aproximadamente el 30% de las diferencias de productividad laboral entre unos países y otros. El vínculo positivo entre la productividad laboral y la lectura en el trabajo es firme incluso después de ajustarlo para tener en cuenta las puntuaciones medias en aptitudes lectoras y numéricas. Es decir, el uso que hace una persona de sus aptitudes en su trabajo es importante para explicar las diferencias de productividad laboral.

Lo más fácil es decir a los jóvenes más verdades sobre las salidas de sus estudios en el mercado laboral y dar incentivos a las instituciones de enseñanza para que presten atención a ese aspecto. Es fundamental contar con mejor información y más transparencia sobre la oferta y la demanda de aptitudes en la economía para resolver la discrepancia entre las dos. Saber qué aptitudes se necesitan en el mercado laboral y qué vías educativas llevan a los jóvenes a donde quieren es fundamental. Unos buenos servicios de orientación profesional, unidos a una información actualizada sobre las perspectivas del mercado de trabajo, pueden ayudar a los jóvenes a elegir bien su carrera. Unos profesionales competentes que dispongan de las informaciones más recientes sobre el mercado pueden orientar a cada persona hacia el programa educativo más adecuado para su futura carrera. Los servicios de empleo público también pueden cumplir un papel crucial en la adecuación de las aptitudes, sobre todo a nivel local, en estrecha colaboración con las empresas de la zona y los servicios de educación y formación.

Trazar el camino hacia adelante Inspirados por las conclusiones en estas tres áreas, los gobiernos de América Latina y el Caribe podrían llevar a cabo una serie de reformas que permitan mejorar la capacitación de los jóvenes.

Facilitar la flexibilidad de las aptitudes dentro del mercado laboral Los jóvenes deben recorrer los mercados laborales hasta encontrar


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el trabajo más apropiado a sus aptitudes, y los empresarios necesitan tener esa misma flexibilidad para encontrar personas con las aptitudes necesarias. Esto es especialmente importante durante la transición de los estudios al mercado de trabajo, porque ese primer paso puede tener consecuencias muy serias a largo plazo. Por eso es importante crear mecanismos flexibles en el mercado de trabajo que incluyan la protección del empleo. Esos mecanismos pueden facilitar o dificultar el uso de las aptitudes y resolver las discrepancias. Pueden resultar especialmente perjudiciales para los jóvenes que están incorporándose al mercado laboral, pero también para otros, como los trabajadores desplazados o los que quieren reincorporarse al mercado laboral después de un tiempo. También pueden disuadir a los trabajadores de dejar un puesto de trabajo para aceptar otro que encajaría más con ellos pero que les expondría a mayores riesgos. Los países deben mantener y ampliar las medidas que resulten más eficaces para activar el mercado laboral. Entre otras, el asesoramiento, la ayuda en la búsqueda de empleo y los subsidios a la contratación temporal de jóvenes poco cualificados. Las rentas asistenciales para los jóvenes deben estar vinculadas a su búsqueda activa de trabajo y su compromiso de tomar medidas para mejorar su capacitación. Por su parte, los empresarios quizá deben ofrecer una mayor flexibilidad en el lugar de trabajo. Los sindicatos

tal vez necesitan revisar su postura de reequilibrar la protección al empleo de los trabajadores permanentes y temporales. Las empresas necesitan contar con unos periodos razonables de prueba para dar a los jóvenes sin experiencia laboral la oportunidad de demostrar lo que pueden hacer y de ahí pasar a un trabajo regular. En algunos países es posible que haya que revisar el salario mínimo de los trabajadores más jóvenes, con el fin de que a los poco cualificados les sea más fácil obtener su primer empleo. Y, para convencerles de que no abandonen la escuela, los países deben bajar el coste de oportunidad de permanecer en ella.

Certificar la capacitación. Garantizar que las calificaciones son coherentes y fáciles de interpretar es muy importante, sobre todo porque el 55% de los trabajadores latinoamericanos (130 millones de personas) pertenecen a la economía informal. Hay que tener en cuenta, además, que uno de los mayores obstáculos que encuentran los inmigrantes cuando buscan trabajo es que el país de acogida puede no reconocer sus calificaciones ni su experiencia laboral en su país de origen. Como consecuencia, muchos trabajadores inmigrantes ocupan puestos para los que están sobrecualificados. Para encontrar el puesto apropiado para un posible empleado, los empresarios deben ser capaces de identificar las aptitudes


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de cada candidato, de modo que las calificaciones no solo deben ser claras sino otorgarse de forma coherente. Es esencial un sistema de certificación continua que integre el aprendizaje no formal e informal durante toda la vida laboral, así como el reconocimiento de los diplomas extranjeros. Con estas estrategias como guía, lo que hace falta para dotar a los jóvenes de una mejor capacitación es, en definitiva, un nuevo partenariado de amplio espectro. Hay tareas para muchos. Los gobiernos pueden diseñar incentivos económicos y políticas fiscales favorables. Los sistemas educativos pueden fomentar el espíritu emprendedor

y ofrecer formación profesional. Los empresarios pueden invertir en educación continua. Los sindicatos pueden garantizar que las inversiones en formación se reflejen en unos puestos de trabajo de más calidad y unos salarios más altos. Y cada joven puede aprovechar mejor las oportunidades de aprender. Trabajando todos juntos es posible elaborar y poner en práctica un plan sostenible para dotar a los jóvenes de las aptitudes que necesitan para colaborar, competir y conectar de maneras que les permitan tener un empleo y una vida mejores e impulsen las economías y las sociedades hacia adelante en el camino del crecimiento, la inclusión y la prosperidad.


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