AULLÓN DE HARO: TEORÍA DE LA LITERATURA

Vol. 8 / julio 2022
ARTÍCULO / COMENTARIO BIBLIOGRÁFICO. Autora: Hyekyung Lee – Mercedes (Universidad Nacional de Kyungpook)

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Una perniciosa herencia del siglo XX ha consistido en que la persistente especialización ha alejado a las ciencias humanas de la tradición humanística y a cada una de ellas la ha hecho casi  inconsciente de su entorno, ajena al conjunto. Como el título del libro que comentamos indica, Teoría de la Literatura (Fundamentos) es un manual de la materia al modo del tratado general, o a la inversa. Quizás se pueda entender también como un libro-oráculo, “oráculo manual”, de lo que sabemos gusta el autor. Del sentido del “fundamento” arranca la importancia de este libro, pensado de forma original al tiempo que bien anclado en la tradición filológica y filosófica, en la tradición humanística, en el horizonte de las ciencias humanas, sin el cual cada una de estas perdería su sentido. Estamos ante un proyecto concebido no solo mediante explícita base epistemológica sino además enfocado a la ciencia literaria en su conjunto, a la ciencia literaria en el marco de las ciencias humanas en general: lo cual se cumple. Esto último es su propósito esencial, ambicioso y muy premeditado, que aparte otros aspectos a señalar en lo que sigue, se propone el autor y este deja argumentado en el Prefacio. Ahora bien, ¿todo esto se puede hacer en no mucho más de trescientas páginas? Sí, y es consecuencia de que el planteamiento de las materias, disciplinas y subdisciplinas, que desde luego es completo, es llevado a cabo de forma esquemática y rigurosamente definitoria, tanto en sus partes teoréticas, las predominantes, como en sus elementos históricos insertos, uno y otro excelentemente acompasados. Se trata pues de una formulación constructiva y en ningún momento hay separación entre teoría e historia, sino una natural y fructífera integración de ambas. (“Ofrecemos en gran medida un organismo de definiciones y disposiciones disciplinares, de esquemas y ejemplificaciones, así como de referencias exigentes y sintéticas”, p. 10). Por otra parte, consecuencia del procedimiento es que la obra presenta una caja tipográfica compleja, en diversas escalas de parágrafo y epígrafe, pero eficaces y de suma claridad: es decir, que el resultado es adecuado y fruto de un muy buen trabajo de diseño tipográfico.

Cubierta Teoría Literatura (Fundamentos)

Sabemos que tiene una larga historia previa este libro. Se trata de un especial o raro libro nuclearmente formado mediante definiciones, así como series de esquemas formados mediante enunciados operacionales y conceptos tanto argumentales como históricos. Es algo que nunca habíamos visto realizado hasta ahora. Dice el autor que “la brevedad, cuando es rigurosa y consistente, posee cualidades de gran impulso, como la fuerza del rayo bíblico, si tomado con la modestia que ahora corresponde” (p. 13). Pero hemos de decir que si esta propuesta pudiera parecer algo relativamente sencillo de llevar a cabo respecto de algunas disciplinas necesariamente aquí integradas, como la Retórica, tradicionalmente definidas y taxonomizadas en todas sus categorizaciones, o en uso práctico y clasificado como la Crítica textual, en relación a otras disciplinas o campos como el Arte de la Lectura, o la Literatura Comparada, o la Estética literaria los conceptos y problemas son verdaderamente difíciles de resolver con éxito y pleno conocimiento. Es decir, en este libro se plantean y dilucidan sintéticamente muchas cuestiones, y se aportan conocimientos tan imprescindibles y estables como a menudo novedosos e inusuales, por olvidados o bien por nunca hasta ahora definidos o traídos a relación disciplinar.

La austeridad permanente disciplinar, o metodológica, de la obra se ve muy animada por la inserción de una o dos breves citas previas o lemas al principio de cada capítulo; todas ellas son extraordinarias, de autores clásicos antiguos o modernos. Son citas muy breves e indudablemente de gran valor, y de las cuales no se anota localización o título de la obra de procedencia sino tan solo nombre del autor. Quizás un margen para el juego intelectual, quizás una llamada a la conjetura, el azar, la memoria. La primera de las citas: “En ciencias humanas casi todo es filología” (Huizinga); la segunda, que encabeza y podríamos decir da respuesta al título del capítulo, taxonómicamente interesantísimo, dedicado al concepto de literatura: “Todas aquellas manifestaciones de la vida de un pueblo que, poseyendo valor permanente y estando por encima de la vida práctica, se han decantado en el lenguaje” (Dilthey); o esta otra lacónica que encabeza el cuarto capítulo, dedicado a la Hermenéutica: “El símbolo permanece inagotable” (Hegel). Todas inquietarán, o complacerán, al lector.

La obra se vale funcionalmente de la citación abreviada entre paréntesis y dirigida a una detallada lista bibliográfica final, y presenta también la gran importancia de ser ajena a toda “rutina filológica”, que también sabemos es denostada por el autor. Por ejemplo, no es de extrañar que quien creó el argumento de lo que llamó “trampa Jakobson” para desenmascarar a tamaño embaucador (cosa ante la que ahora algunos contemporizan cuando escrito está y a la vista que durante muchos años besaban el suelo a su paso) aquí opte sanamente por omitirlo: no se le nombra, como si fuese una enfermedad olvidada, o a olvidar; pero creemos más interesante que solo se nombre una vez al señor Wellek, caso paralelo al anterior, solo para recordar que su extensa obra historiográfica carece de agudeza y es injustificada y “característicamente hispanófoba”: y esto así se puede afirmar porque así en otros lugares ha quedado más que bien explicado por el autor que lo afirma desde hace muchos años y públicamente le han afeado en distintas ocasiones (véase el argumento en Escatología de la Crítica, Madrid, Dykinson, 2013; libro más que severo e imprescindible para humanistas: “la malversación pseudonorteamericana”, pp. 51-54).

Escatología de la crítica

¿Justicia poética? Juicio crítico. Tiene lugar aquí, en este tratado-manual, una reordenación de los valores. De manera semejante pero a la inversa, pasan a desempeñar y ser elevados a su justo valor y función grandes teóricos o críticos como Juan Andrés, Milá y Fontanals, Eduard von Hartmann, Benedetto Croce, Alfonso Reyes, Lezama Lima, Eugenio D’Ors o Pavel Florenski… De otra parte son muy de recomendar reinterpretaciones como las que se ofrecen de Lessing, Huizinga, o Saussure, Heidegger, Gadamer. También resulta muy interesante una interrogación, tan certera como insólita, que se pregunta acerca del odioso y longevo Goethe, gran artista de la lengua alemana, pero nada más que eso y en ningún caso pensador teórico: ¿Por qué Goethe no escribió una Estética, ni una Poética ni una Historiografía, sino una (y desacertada, podemos añadir) teoría de los colores….? (p. 198).

Ahora bien, Teoría de la Literatura (Fundamentos) es un proyecto encaminado esencialmente a establecer o restablecer humanísticamente para la filología y la ciencia literaria el concepto de “logos” como objeto central tanto de la Teoría de la literatura como de la Ciencia literaria, la Filología en general y las Ciencias humanas, la completa cadena disciplinar. Esto significa de hecho una sencilla, radical e incontrovertible transformación del problema del objeto, que al fin consiste en la impecable determinación y elevación de la obra literaria, la elaboración verbal, operación distintiva del ser humano, tomada en su forma elevada, al centro científico-humanístico. Pues se trata del “logos” como efectivo “discurso altamente elaborado”, ya en su predominio artístico o en su predominio ideístico o ensayístico, lo cual replantea, y adecuadamente para nuestro tiempo, la cuestión ontológica de la literatura y su clasificación, que aquí no es desarrollada como teoría de los géneros literarios sino en su base anterior, o sea más general y previa. En correspondencia con lo dicho, el objeto y el concepto disciplinar es abordado, por lo demás, tomando en cuenta su correlato de Asia, la otra gran cultura matriz junto a la europea u occidental. Así puede comprobarse en el estudio de claves conceptuales primordiales como “literatura”, “artes poéticas”, “confucionismo” / ”humanismo” o “globalización”. Esta perspectiva es verdaderamente importante por tratarse de una formulación general que a su vez ha sido desarrollada en tiempos de globalización, concepto este último que, según era de esperar, es abordado sin rodeos, en cada lugar que es necesario y con los medios convenientes. (A modo de paréntesis podemos añadir que, naturalmente, es presentado el concepto de Sinología, que es como tal de acuñación europea, pero no los de Niponología, Coreanología y Filipinismo: lo cual sería exigible, y ya que el autor es quien ha acuñado precisamente estos dos últimos en lengua española, resolviendo, de manera muy motivada, Coreanología, asimiladamente a Sinología y, del otro lado, Filipinismo, asimiladamente a Hispanismo).

La parte sustancial de la obra, la más extensa, diseñada en doce capítulos de los cuales los cuatro últimos amplifican los anteriores, se complementa con otros tres de comparatística dedicados a la relación metodológica de la literatura, sobre todo en relación con las artes plásticas y, significativamente, la música, esto es el sector disciplinar menos desarrollado hasta el presente de la literatura comparada. De estos tres capítulos son autores Benito García Valero, José Antonio Sanduvete y Rosa Elia Castelló, y van precedidos por una breve propedéutica del autor principal y editor fundada en el criterio ético como previo sustento y en la lectura como ejercicio directo, exigente e inapelable. Estos capítulos no solo ofrecen una gama conceptual sólida y pertinente sino que despliegan una ejemplificación de la misma notablemente desarrollada y excelentemente orientada que expone las posibilidades de los términos del comparatismo, empezando por conceptos como los de mito, tradición bíblica, exégesis o alegoría, para continuar con los comparatísticos de arte plástico, correspondencia, paralelismo, clásico, écfrais, y las relaciones música/lenguaje/literatura, la importantísima retórica/música o la concreta literaria de la sonata musical.

Recuerda el autor, asimismo en el prefacio, que a todo profesor propiamente dicho se le exigía componer el libro de su materia; que en el criterio de Dilthey todo esto se fundaba en la idea de la transmisión de un virtuosismo filológico y filosófico; que en la actualidad las cosas han cambiado y, en este sentido, en gran medida a peor; y por tanto -siguiendo la máxima siempre sostenida por el autor- que es necesario “hacer de la dificultad, virtud”. Si el devenir ha sido a peor, esto es resultado de una evidente y progresiva disminución de la capacidad intelectiva y volumen de conocimiento de los jóvenes, cosa que por supuesto se quiere oficialmente ocultar o maquillar a ojos de la sociedad y, en primer lugar, a ellos mismos: pero esto es algo que sabe y reconoce todo profesor honesto, siendo que los de cierta edad, como es el caso de nuestro autor, pueden confirmar, y aun proponerse atajarlo contra viento y marea.

esteticadelalectura

En la “lectura” estaría la clave concreta y efectiva del problema según se ha desenvuelto, y por ello el enfoque del mismo y la radical propuesta de su ejercicio en este libro, comenzando por la abandonada “lectura en voz alta”, lectura en voz alta por la que comienza el tradicional “Arte de la lectura”, pues además siempre se leyó con voz o silabeando hasta tiempos recientes en que el tráfago exterior acabó por sepultar la dicción oral y relegar definitivamente la voz ante la permanente lectura silenciosa, en la cual no se manifiesta la correspondencia entre significado y discurrir verbal. (Cabe afirmar que hay en el libro una restitución de Rufino Blanco y además una brillante y amplia taxonomía de la lectura). A partir de la lectura escolarmente tergiversada se creó el falso y erróneo intermediario establecido lamentablemente por una práctica academicista y oficializada del “comentario de texto” conducente a la irresponsabilidad del lector y la disolución del criterio ético. Lo que se propone es la lectura como “creación de humanidad”.

El joven lector, en esa práctica generalizada, ya no habla con el texto sino que atiende al subterfugio de recetarios homogéneos ajenos al texto mismo pero que le prometen éxito curricular. Es un problema en realidad tan antiguo como la cultura académica, pero ahora reconstituido en una mentira elaborada. Es decir, se evita hablar con los textos, con los clásicos. Aullón de Haro, que expone todo este asunto con medido y efectivo rigor, ya se ocupó de este problema de manera amplia y penetrante en 2012 (Estética de la lectura, Madrid, Verbum) y 2019 (Teoría del Ensayo y los Géneros Ensayísticos, Madrid, Complutense). En conclusión, cabría resumir: si la libertad solo es posible a través de la responsabilidad, la anulación de la ética intelectual se ha convertido definitivamente en la gran cuestión académica de nuestro tiempo. Este es quizás el caballo de batalla en tiempos de poshumanismo y posverdad.

Teoría del ensayo

Decíamos antes que, evidentemente, hay una larga historia tras este libro. Ya se ha podido advertir si el lector no estaba al tanto de ello. Ahora es preciso recordar que Aullón de Haro pergeñó a comienzos de la década de los ochenta del pasado siglo el que ha sido el tratado-manual más importante y conocido de la materia en lengua española: Introducción a la Crítica literaria actual (Madrid, Playor), obra elaborada en equipo, mediante colaboración de relevantes profesores de los diferentes sectores disciplinares gracias a lo cual se vino a llenar un vacío hispánico al tiempo que se prestaba un gran y reconocido servicio disciplinar y académico. En aquella época, según sabemos, correspondía ejercer la fuerte perspectiva interdisciplinar, tanto netamente filológica y lingüística como sobre todo psicológica (psicocrítica) y sociológica (sociocrítica), así como sus posibilidades integradoras. Frente a la especialización aislacionista, se abogaba por una decidida colaboración interdisciplinar. Era evidentemente la gran cuestión epistemológica y el decisivo avance propuesto en el estado disciplinar de la época por los teóricos y comparatistas.

Durante la siguiente década ese proyecto se amplió, matizó y perfeccionó, como es sabido, mediante el título de Teoría de la Crítica literaria (Madrid, Trotta, 1994), prolongando y facilitando durante años el estudio de generaciones de universitarios españoles y americanos. Ya era una época en que el uso general del término “teoría” relevó al de “crítica” como denominación más común y administradamente académica del conjunto de la serie disciplinar, y la “literatura comparada”, como si desconocido hijo pródigo, pretendía ser recibida por algunos como moderna novedad internacional, a la francesa o a la norteamericana. El autor insistía entonces en la necesidad epistemológica de una teoría disciplinar “constructiva” y continuó matizando los argumentos importantes y fundamentadores relativos a “teoría de la crítica / crítica aplicada” y a “teoría explícita” o Poética frente a “teoría implícita”.

INtro crítica literariaTeoría de la crítica literaria

Se insiste ahí mismo, sin embargo, en que el comparatismo ha de ser “asumido con naturalidad en razón de las pertinentes exigencias del objeto determinado, pues de lo contrario estaríamos ante una deficiencia técnica”. Aún aclaraba el autor mucho más la cuestión y de hecho a fin de cuentas la conveniencia de no seguir los pasos de franceses y norteamericanos, desconocedores de la tradición románica e hispano-italiana: “el comparatismo no constituye una mera opción metodológica o disciplinaria sino que es imprescindible a todas ellas, las entrecruza, pues se encuentra en la propia base de toda actividad crítico-literaria por cuanto viene inesquivablemente especificado por el mundo de existencia del objeto, ante el cual solo cabe la aceptación de hecho. Por ello, el comparatismo […] pertenece a la epistemología crítica previa, al fenómeno de hacerse patente la propia constitución de la obra literaria y la posibilidad de acceso a la misma como objeto crítico bien constituido” (p. 22). Sin embargo, el arrastre de los tiempos no cesó, y el papanatismo (término que en conversación privada a veces usa el autor), siguió su curso sin pausa y dio lugar en su marcha a una buena cadena de disparates y fabulosos descubrimientos con los cuales nuestro autor -según ha confesado a veces- no estaba dispuesto a transigir. Así pues, vistas las cosas a posteriori, podemos pensar que todo el entuerto de disparates generados en España en torno a la Literatura comparada finalmente, pese a todo, no fue sino una suerte para la cultura hispánica y para todos. ¿Por qué razón?: pues por el hecho que de ahí surgió la investigación que, poco a poco en un comienzo pero vertiginosamente después, dio lugar no ya a una esclarecedora reconstrucción de la comparatística (Metodologías comparatistas y Literatura comparada, Madrid, Dykinson, 2012) sino a la persistencia en las investigaciones sobre los grandes autores expulsos dieciochistas españoles e hispánicos (Juan Andrés, Lorenzo Hervás, Antonio Eximeno…) iniciada en la década de los ochenta por el autor. Así, años después alcanzó a explicar en su completa dimensión hispano-italiana la historia de la Literatura comparada y a restituir el valiosísimo grupo de extraordinarios «profesores migrantes» que constituyen por sí mismos una renovada interpretación de la Ilustración europea y lo mucho que esto conlleva. Nos referimos, naturalmente, a lo que hoy conocemos como Escuela Universalista Española del siglo XVIII (con ese título: Madrid, Sequitur, 2016), y a todo aquello que concierne a la creación de la comparatística moderna, y aun antigua, convendría añadir, según los estudios elaborados. Sobre esto disponemos ya de una serie de investigaciones, recientemente comentada por José Manuel Pons (“La Escuela Universalista Española y la Comparatística moderna”, XLII, 2021, 279-296) y que tiene su último desarrollo en Idea de la Ilustración: Estudios sobre la Escuela Universalista (Madrid, Verbum, 2022).

Tras una completa revisión de la historiografía de las ciencias humanas, realizada gracias a la colaboración de un gran equipo de autores, aún en 2016 Mª Rosario Martí Marco pudo compilar los textos que formaron Idea de la literatura y teoría de los géneros literarios (Ediciones Universidad de Salamanca). En el prólogo se puede leer una síntesis muy ordenada y con precisión de las ideas literarias que fundamenta la serie de escritos que componen la obra. Esa síntesis concluye del siguiente modo:

Los géneros ensayísticos, su extensa doble gama, de predominante tendencia artística y de predominante tendencia teórica, han operado la reestructuración de la Literatura, en una época y contexto en que las artes mayores han dejado de serlo sobre la base de la multiplicación de las artes menores, en una época en fin en que es un error intentar entender la Literatura a partir de los unilateralmente artísticos géneros poéticos y no a partir del Ensayo y la síntesis que operativamente revela, por ejemplo a través de la ensayistización de la novela, frente al ya meramente histórico criterio del arte total, u “obra de arte total”, que distintivamente representó la teoría del drama musical. Es un hecho que la Vanguardia histórica no constituyó una síntesis de objetividad/subjetividad sino la efectiva desintegración de la forma kantiana, forma por lo demás sin alma, inconsciente de un pasado transcendente tras Platón originado en Plotino. También existió, se ha de reconocer, un camino de espíritu y no desintegrador en el arte de vanguardia (Kandinsky, Daumal, Huidobro, Larrea), e incluso neovanguardia (Sempere), pero no fue la línea dialéctica de fuerza, aquella que condujo eminentemente del Futurismo al Surrealismo como desintegración. Y en fin, según Aullón de Haro, en último término tuvo pues razón Hegel con aquel su criterio dialéctico de la disolución o final del arte, sólo que habríamos de entenderlo no como un decreto sino como un argumento que lentamente había de desenvolverse en el curso histórico real, hasta la última de las guerras mundiales y la reincardinación de posguerra, lo cual permite que el criterio hegeliano sea interpretado en orden a la evolucionada clasificación de las artes y los géneros, ya disuelta la antigua jerarquía artística a través de la multiplicación de las artes menores plenamente vigente en nuestro tiempo (p. 16).

Idea de la literatura

Este libro referido fue un primer intento de sobrepasar la circunstancia académica sobrevenida y ya muy distinta marcada por unos planes académicos nuevos, los malhadados de Bolonia, que daban al traste con la anualidad de las materias académicas e imponían una semestralidad en la práctica reducida a dos trimestres lectivos: de este modo se igualaban todas las disciplinas y titulaciones con el patrón de las ciencias naturales y experimentales, no regidas ya por el horizonte histórico del pensamiento milenario ni de los clásicos y, a un tiempo, era liquidada la tradición de las lecturas de curso habitualmente prolongadas durante gran parte del año. Según el autor, y suponemos que otros muchos, ahí se perpetró el gran ataque de la clase dirigente europea a las ciencias humanas: el final de la lectura universitaria programada sucesivamente durante cursos de nueve meses, así como el final de esa actividad que básicamente es la base de la crítica y el saber humanístico.

T. HUMANISMO 1 CD_T. HUMANISMO

Teoría de la Literatura (Fundamentos) es respuesta meditada a los nuevos tiempos académicos. Una sencilla y contundente respuesta, pero de colmillo retorcido. Con ocasión de la antes anotada Teoría de la Crítica literaria, de 1994, en su ya citado Prefacio, se aseveraba, quizás premonitoriamente, a propósito de la comprensión hermenéutica y la cuestión ética: “Nuestro objeto es y continuará siendo irreducible, sencillamente porque el sujeto y su devenir lo son. El vértigo de la comprensión profunda al fin no es sino autocomprensión. Basta que alguien entienda la singular comprensión: en ese momento ha nacido la auténtica Crítica. Sólo los afortunadamente muy jóvenes podrán creer que esto no es así. El entender no es algo igualmente otorgado a todos o sin esfuerzo, y desde luego tiene un precio, pues la verdadera inteligencia no es solo un don sino sobre todo un logro, tanto intelectual como moral. Sin ética no hay crítica” (p. 10).

Mientras se desenvolvían otros estudios estéticos y humanísticos, situada esa decisiva institución que es ya Teoría del Humanismo (Madrid, Verbum, 2010, 7 vols.), donde se hace la verdadera planimetría que permite saber dónde nos encontramos y qué heurística procede aplicar, ve la luz en 2013 un libro tan incisivo como explicativo y concreto del devenir moderno de la materia crítica y teórica en los países occidentales: Escatología de la crítica (Madrid, Dykinson), libro al que antes hemos remitido y tan excelentemente comentado y entendido en alguna que otra ocasión como quizás no comprendido por imposibilidad actual de la lectura crítica. El sentido de “escatología”, utilizado con intensa fuerza dialéctica, es aquí completo en español, doble, puesto que se refiere tanto a lo desechable y residual como a la posibilidad reificadora, del renacer. En este ensayo no se olvida a Friedrich Schiller, considerado por Aullón de Haro el pensador más elevado y benéfico de la cultura moderna, y que por ello no podemos dejar de recordar en este comentario, y servirá excelentemente para ello cuando en las primeras páginas del libro se advierte: “el horror que provoca toda esa barbarie intelectual, entreverada de grandezas, se acrecienta aún más si cabe en la consciencia de que en el principio de la modernidad estética, en el origen de todos estos asuntos había una luz perfectamente nítida, de íntegra dignidad activa y contemplativa, críticamente exigente con la historia cultural y las instituciones académicas, humanísticamente honesta y profunda: la obra teórica de Friedrich Schiller, sobrepuesta a los límites críticos y estéticos kantianos” (p. 16).

Posteriormente el autor ha planteado una interesante simetría entre la posición teórica de Schiller, que solo acepta la revolución estética o sin violencia, con la de Juan Andrés y los universalistas hispánicos, que hacen suya una idea de Ilustración como progreso cultural y científico y nunca como revolución política. La Escatología de la Crítica consta de tres capítulos de título revelador: “Las caras de la malversación”, “La decadencia de la historiografía literaria” y “El final de la Crítica”. Este último retoma el concepto de “final” hegeliano, final de la religión, la historia y el arte, ante lo cual ofrece como salvación la filosofía, o sea la ciencia, también la crítica en consecuencia. Esto es lo que el autor de la Escatología de la crítica llama en otras ocasiones “la inflamación del pensamiento hegeliano”, tan penetrante como potencialmente destructivo.

Sea como fuere, Aullón de Haro vuelve cinco años más tarde a la crítica de las instituciones académicas retomando ideas anteriores dispersas ahora muy fuertemente elaboradas sobre el fondo de los problemas suscitados a fin de cuentas por el plan Bolonia sobre todo: La cuestión universitaria (Madrid, Instituto Juan Andrés, 2018), libro construido en equipo que ofrece predominantemente un riguroso diagnóstico mediante el cual crea el modelo con el que da comienzo la serie Metodologías Humanísticas en la Era Digital, término de inserción histórica actual de doble conceptualización aplicable: ya teórica o de pensamiento, ya práctica de actividad académica institucional.

Cuestión universitaria

Ahora, comentado lo anterior, se comprenderá mucho mejor aquello que, entre otras cosas, viene a significar esencialmente Teoría de la Literatura (Fundamentos): un programa de preservación, de no claudicación ante las nuevas circunstancias, así como búsqueda de un camino del saber y las ciencias humanas en un medio académico que progresivamente cercena sus posibilidades de subsistencia. Los ocho primeros capítulos forman el trazado constructivo de una “epistemología disciplinaria” que parte de una base general filológica y concluye en otra general, estética o filosófica. Es decir, sobre la base de un inicio introductorio, fundamenta y entreteje los conceptos y sus clasificaciones de Filología y Ciencia literaria, de Literatura, de Teoría de la literatura (Retórica, Poética…), Hermenéutica, Crítica y Crítica textual, Arte de la lectura y comentario, Literatura comparada y traductología, por último Historiografía literaria y la Estética y sus categorizaciones. Es de especial lucidez todo el tratamiento de los conceptos generales y de las categorías estéticas, que culminan en dos “sobrecategorizaciones”: “ideación” y “paz”, la primera formulada a partir de ”idea” y esta última a través de “armonía/expresión”.

La integración disciplinar, en la perspectiva de que en ciencias humanas no cabe el reduccionismo científico a no ser como inaceptable mutilación, es un propósito muy reconocible en el amplio programa científico-humanístico que comentamos y es resultado de muchos años y fundamento, programa también de insobornable independencia intelectual. Es imprescindible observar que en ese propósito se encuentra la mayor dificultad de las ciencias humanas a diferencia de las físico-naturales. Puedo decir que a lo largo de conversaciones mantenidas con el autor, conversaciones discontinuas en el tiempo y acerca de múltiples conceptos, pero para esta ocasión por mí recuperadas, he corroborado ese criterio en toda su riqueza, y aprovecho para agradecer ahora los argumentos generosamente compartidos sobre problemas y textos con esta hispanista y coreanóloga que gracias a ello ha aprendido a no aceptar sin someter a crítica todo punto de vista reiterado comúnmente o transmitido desde ciertos prepotentes lugares. Porque esta materia humanística enseña sobre todo a entender cómo ejercer permanente y fundadamente la crítica. Según le oí decir en una ocasión al autor, y con permiso me permito reproducir: “como resultado, con demasiada frecuencia se comprobará el despliegue ante nosotros de un diferente orden de cosas al por lo común aceptado”.

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El presente “comentario bibliográfico” consiste en mi primera contribución como directora del Instituto Juan Andrés en Corea: 후안 안드레스 스페인-한국학 연구소, que evidentemente habrá de estar dedicado con preferencia a la relación hispano-coreana. Quiero agradecer la atención prestada a este trabajo por los editores de Recensión. Un tratado como Teoría de la Literatura (Fundamentos), ajeno a los tópicos y a la insistente y destructiva divulgación anglosajona, pudiera ser de gran utilidad para una futura Asia, que actualmente tanto nos preocupa y no sabemos si podrá ofrecer al mundo alguna solución.


CITA BIBLIOGRÁFICA: Hyekyung Lee – Mercedes, «Aullón de Haro: Teoría de la literatura«, Revista Recensión, vol. 8 (julio-diciembre 2022) [Enlace: https://revistarecension.com/2022/09/07/aullon-de-haro-teoria-de-la-literatura/ ]