La mutación de los hábitos comunicativos en las nuevas generaciones no sólo supone una revolución del contrato mediático, sino también del contrato pedagógico; en la medida en que existe una tendencia a la confusión de los mismos en los más jóvenes.
Desde esta perspectiva, y teniendo en cuenta la transformación de nuestro ciclo vital, la reconstrucción de la auctoritas en la escuela y en la familia no es sólo una misión del profesor o de los padres sino, y principalmente, de un conjunto de generaciones que también necesitan ser reeducadas mediáticamente.