Bares privados en La Habana
Hacía más de doce años que no pisaba las calles de La Habana.Se nota que entran divisas, procedentes de los bolsillos de los numerosos emigrantes cubanos, quienes, al igual que los españoles de los años 60 y 70, envían dinero a sus familiares y estos resuelven, a veces mejor, a veces peor, su vida cotidiana.
Pero lo que más llamó mi atención fue la eclosión de nuevos negocios particulares vinculados a la hostelería. Alentados por la liberalización socioeconómica puesta en marcha hace tres años por el gobierno de Raúl Castro, están naciendo paladares mucho más sofisticados que los de antaño (paladar es un término empleado exclusivamente en Cuba para designar a restaurantes montados y dirigidos por cuenta propia). Nuevos restaurantes, bares, locales de copas, los ahora llamados, en La Habana, bares privados, que ofrecen tapas o menús mucho más elaborados que los que ofrecían los paladares, atraen a los turistas y a la joven élite cubana y mantienen, como los paladares, dos precios: para nacionales y para turistas.
Ofrecen un ocio alternativo y atractivo para el turista fuera del circuito tradicional -el Floridita, La Bodeguita del Medio, el Tropicana- y han convertido el barrio donde se asienta la mayoría, el Vedado, en el epicentro de la nueva movida habanera, el equivalente a lo que fue el barrio de Malasaña en Madrid en los años 80. Con un gran valor añadido: en el Vedado se encuentran las sedes de las principales instituciones artísticas de la ciudad, varios teatros, el Instituto Cubano del Arte y la Industria Cinematográfica y algunos de los mejores museos de La Habana.
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