Localización de uno de los arrabales noroccidentales de la Córdoba califal. .

Page 1

Cuadernos de Madı¯nat al-Zahra¯'

6 Córdoba, 2008

CONSEJERÍA DE CULTURA

Conjunto Arqueológico Mad¯ınat al-Zahra¯' 3


Cuadernos de Madinat al-Zahra Revista de difusión científica del Conjunto Arqueológico Madinat al-Zahra

CONSEJO DE REDACCIÓN (Miembros de la Comisión Técnica de Madinat al-Zahra): Presidente: D.ª GUADALUPE RUIZ HERRADOR Directora General de Bienes Culturales

Vocales: D. JOAQUÍN DOBLADEZ SORIANO Delegado Provincial de Cultura de Córdoba

D. ANTONIO VALLEJO TRIANO Director del Conjunto Arqueológico Madinat al-Zahra

D. MANUEL ACIÉN ALMANSA Universidad de Málaga

D.ª CARMEN BARCELÓ TORRES Universidad de Valencia

D. EDUARDO MANZANO MORENO Profesor de investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas

D. JUAN SERRANO MUÑOZ Arquitecto

D.ª RUBÍ SANZ GAMO Conservadora del Museo Arqueológico Nacional

COMITÉ CIENTÍFICO D. PATRICE CRESSIER Casa de Velázquez

D. PIERRE GUICHARD Universidad de Lyon II

D. ESTEBAN HERNÁNDEZ BERMEJO Universidad de Córdoba

D.ª M.ª ANTONIA MARTÍNEZ NÚÑEZ Universidad de Málaga

D. ALASTAIR NORTHEDGE Universidad de París I

D. VÍCTOR PÉREZ ESCOLANO Universidad de Sevilla

EDITA: JUNTA DE ANDALUCÍA. Consejería de Cultura

© JUNTA DE ANDALUCÍA. Consejería de Cultura © Los autores

Imprenta San Pablo, S. L. - Córdoba Sor Ángela de la Cruz, 12 - Teléfono 957 283 306 ISSN: 1139-9996 Depósito Legal: CO. 1.605/2009

4


E

l 24 de agosto de 2006 falleció en Madrid el arquitecto y arqueólogo especializado en el estudio del mundo islámico, Christian Ewert. Inició su carrera investigadora en la década de los años sesenta en España como miembro del Instituto Arqueológico Alemán. Su relación con Madinat al-Zahra se remonta a esos años. Desde 1987 hasta el 2000 formó parte de la Comisión Técnica del Conjunto Arqueológico, que es el órgano de consulta y asesoramiento técnico y científico del mismo, desde donde realizó una importante labor y contribuyó notablemente al desarrollo del Conjunto Arqueológico. A partir de diciembre de 2001, hasta su fallecimiento, fue miembro del Comité Asesor de la Revista Cuadernos de Madı–nat al-Zahra–’. A lo largo de su actividad investigadora realizó importantes aportaciones para el estudio de la arquitectura islámica entre las que cabría destacar, para el ámbito de Madı–nat al-Zahra–’, “Elementos decorativos en los tableros parietales del Salón Rico de Madinat al-Zahra” y “Elementos de la decoración vegetal del Salón Rico de Madı–nat al-Zahra–’: Los tableros parietales”, que culminaron en el estudio específico “Die Dekorelemente der Wandfelder im Reichen Saal von Madı–nat al-Zahra–’: eine Studie zum westumaiyadischen Bauschmuck des hohen 10. Jahrhunderts”. En esta obra lleva a cabo un profundo y detallado análisis de cada uno de los tableros que conforman la decoración del Salón Rico, hecho que la convierte en referencia imprescindible para la compresión de este extraordinario edificio y de la propia ciudad califal. Lamentamos enormemente su fallecimiento ya que supone una gran pérdida para la historia de la arquitectura islámica y para el propio Conjunto Arqueológico, que fue objeto de su invewstigación y con el que mantuvo una fructífera colaboración.

5


SUMARIO • ESTUDIOS J. M. HITA RUIZ, J. SUÁREZ PADILLA, F. VILLADA PAREDES Ceuta, puerta de al-Andalus. Una relectura de la historia de Ceuta desde la conquista árabe hasta la fitna a partir de los datos arqueológicos Pág. 11 J. I. BARRERA MATURANA Nuevos graffiti en Madı–nat al-Zahra–’

Pág. 53

L. APARICIO SÁNCHEZ, J. A. RIQUELME CANTAL Localización de uno de los arrabales noroccidentales de la Córdoba califal. Estudio urbanístico y zooarqueológico

Pág. 93

C. DÉLÉRY La cerámica de cuerda seca de Madı–nat al-Zahra–’: descripción y propuesta de valoración histórica

Pág. 133

A. POLVORINOS DEL RÍO, J. CASTAING, S. ROEHRS, A. VALLEJO TRIANO, J. ESCUDERO ARANDA Estudio arqueométrico de loza dorada de Madinat al-Zahra, Córdoba Pág. 165 F. ARNOLD, A. CANTO GARCÍA, A. VALLEJO TRIANO La Almunia de al-Rummaniyya. Resultados de una documentación arquitectónica

Pág. 181

A. LEÓN MUÑOZ, A. ZAMORANO ARENAS El puente de los Nogales, Córdoba. Contribución al estudio de la infraestructura viaria de Madı–nat al-Zahra–’

Pág. 205 7


J. B. SALADO ESCAÑO El puente califal del Cañito de María Ruiz, Córdoba. Resultados de la intervención arqueológica en apoyo a su restauración

Pág. 235

A. J. MONTEJO CÓRDOBA Resultados de la intervención arqueológica en los terrenos de la nueva sede institucional del Conjunto Arqueológico de Madinat al-Zahra

Pág. 255

J. I. CANO MONTERO Seguimiento arqueológico realizado en los terrenos ocupados por el futuro edificio de la nueva Sede Institucional de Madinat al-Zahra

Pág. 265

J. I. CANO MONTERO Resultados preliminares de la intervención arqueológica puntual en un sector del muro norte de las viviendas fronteras a la Mezquita Aljama de Madinat al-Zahra

Pág. 275

• CRÓNICA DEL CONJUNTO A. VALLEJO TRIANO, J. ESCUDERO ARANDA A. GARCÍA CORTÉS J. M. MUÑOZ DÍAZ Crónica del Conjunto, años 2004-2007

8

Pág. 305


Cuadernos de Madinat al-Zahra 6 (2008), pp. 93-131 ISSN: 1139-9996

LOCALIZACIÓN DE UNO DE LOS ARRABALES NOROCCIDENTALES DE LA CÓRDOBA CALIFAL. ESTUDIO URBANÍSTICO Y ZOOARQUEOLÓGICO LAURA APARICIO SÁNCHEZ Área de Historia Medieval, Universidad de Córdoba

JOSÉ ANTONIO RIQUELME CANTAL Dpto. Prehistoria y Arqueología, Universidad de Granada

RESUMEN

ABSTRACT

En este estudio ofrecemos algunas de las características más destacables de los arrabales noroccidentales de Córdoba en el período califal, cuando la aglomeración urbana ocasionada por su capitalidad hizo necesaria la creación de nuevas superficies urbanizadas. Importante es el desarrollo de un urbanismo ortogonal preconcebido, surgido a raíz de la prioridad otorgada a los principales ejes de comunicación que vertebraran el nuevo espacio, que dará una solución rápida y organizada al importante desbordamiento que sufrió la ciudad amurallada. Se aporta además, y de forma novedosa para el caso de los arrabales califales de Córdoba, un estudio zooarqueológico del yacimiento investigado que establece que la dieta alimentaria estaría conformada principalmente por la cabaña ovicaprina, estando la fauna silvestre escasamente representada.

In this study, we offer some of the characteristics of Cordova’s north-western suburbs in the caliphal period, when the urban sprawl that was produced by its capital status made the new built-up superficies necessary. It is important the orthogonal urban development design, which appeared because of the priority that was given to the main communication axles, which are the essential structure of the new space, because it will give a quick and organized solution to the important overflowing that the walled city suffered. Moreover, it is brought, and in a new way talking about the Cordova’s caliphal suburbs, a zooarchaeological study of the investigated site which establish that the food diet would be mainly constituted by the ovine-goatish livestock, whereas the wild fauna would be scantily represented.

Palabras clave

Key words

Califal, arrabal, ortogonal, zooarqueología, dieta, ovicaprina.

Caliphal, suburb, orthogonal, zoo-archaeological, diet, ovine-goatish. 93


1. INTRODUCCIÓN Este artículo pretende ser un avance del estudio que desde hace varios años venimos desarrollando sobre uno de los arrabales noroccidentales de la Córdoba Califal, situado en los terrenos definidos como Plan Parcial E-1.1.1 del PGOU de Córdoba (Fig. 1). En concreto, recogemos aquí buena parte de los resultados obtenidos tras la actuación arqueológica2 que realizáramos en las Parcelas 29, 30 y 31 de la Manzana I de citado Plan (Fig. 1). Esta zona, hasta su actual proceso urbanizador, estaba destinada a cultivo de regadío intensivo y es conocida como la «Huerta de santa Isabel», pero en época medieval islámica se vio afectada por uno de los ensanches urbanísticos más importantes que sufrió Córdoba en el siglo X: los arrabales occidentales (Fig. 2). El nuevo arrabal localizado debió formar parte de los nueve que las fuentes sitúan al oeste de la ciudad. Éstos tuvieron su razón de ser en la gran expansión espacial que sufre la ciudad en el siglo X, al convertirse en la capital del Califato Omeya, pasando a ser una de las urbes más importantes y pobladas de la Europa Occidental. Ello ocasionó una aglomeración urbana que desbordó con rapidez los límites de la medina, siendo necesaria la creación de nuevas superficies urbanizadas que dieran cabida a la creciente población (ESCOBAR, 1989: 33). La vida de estos arrabales, a excepción de parte de la al-Sharqiyya, fue corta, debido en gran medida a que no fueron amurallados, quedando expuestos al fácil asalto y saqueo. Por ello, las revueltas prolongadas causadas por las luchas civiles de principios del siglo XI acabaron rápidamente con ellos (TORRES BALBÁS, 1985: 80 y 181). En los siglos siguientes la zona quedará como ejido. Por otra parte, en el presente trabajo se presentan los resultados del estudio zooarqueológico realizado sobre los restos óseos (mamíferos, aves y moluscos) recuperados en la intervención arqueológica. Hemos de indicar que, salvo la excepción del Conjunto Arqueológico de Madinat al-Zahra’, (AGÜERA, E. et alii, 2005: 39-58), se trata del primer estudio de estas características realizado en un yacimiento de cronología califal en Córdoba. Esta investigación ha sido sufragada por VIMCORSA, empresa municipal de nuestra ciudad, propietaria 94

de los terrenos en los que se ha practicado la intervención, que atendió con entusiasmo nuestra petición, dado el interés científico que suponía un estudio de este tipo para los “Arrabales Occidentales” de Córdoba califal. Excepcional patrocinio que debe ser reconocido. 2. PLANTEAMIENTO Y METODOLOGÍA DE LA INTERVENCIÓN ARQUEOLÓGICA. DESARROLLO DE LOS TRABAJOS PLANTEAMIENTO. El planteamiento de la intervención se ha ajustado a las afecciones previstas por la actuación urbanística: un edificio de viviendas en altura con una planta de sótano para aparcamiento de vehículos por parcela, siendo la superficie total objeto de afecciones 7.140 m2. Sobre ella planteamos una 1.ª Fase consistente en la apertura de 12 sondeos de 10 x 28 m. y, en caso de arrojar resultados positivos éstos, una 2.ª Fase en la que se pasaría a la excavación en extensión uniendo aquellos sondeos que ofrecieran tal resultado, conforme a la legislación vigente. Los sondeos, en base a la ocupación prevista, podían alcanzar la cota de -3 m de profundidad, con respecto a la rasante de los acerados que circundan el solar, los cuales se han referenciado en coordenadas UTM3. No obstante esta cota no se ha agotado para ningún sondeo, al aparecer a cotas muy altas el terreno geológico. Iniciamos la excavación por la Parcela 29, situada en el lado este de la Manzana I (Fig. 3). El Sondeo 1 arrojó resultado positivo, continuando además sus restos estructurales hacia el Sondeo 2, por ello decidimos continuar la excavación en extensión hasta el Sondeo 3. Sucesivamente esta fue la tónica hasta el Sondeo 4 de la Parcela 29. Pero, a partir del Sondeo 4 los restos se interrumpieron, no apareciendo en los sondeos previstos para la Parcela 30. Igual ocurrió para los de la Parcela 31, a excepción del último, si bien en pésimo estado de conservación y que han de ponerse en relación con los hallados en los de la 29. METODOLOGÍA. En primer lugar desmontamos la capa vegetal que cubría los restos, de unos 0,40 m de espesor. A continuación, para la puesta al descubierto de los niveles arqueológicos, se pro-


cedió a la excavación manual por unidades estratigráficas hasta agotar la secuencia estratigráfica o, en su caso, hasta la aparición de niveles geológicos no alterados. La técnica de excavación arqueológica aplicada se ha basado en los principios científicos establecidos por E. C. Harris, diferenciando cada una de las Unidades Estratigráficas resultantes de la evolución de los depósitos arqueológicos documentados. A cada sedimento (depósito, interfacies, elemento interfacial, estructura, etc.) se le ha asignado un número de referencia. Para la distinción de cada uno de estos sedimentos hemos manejado criterios directos como el color, textura, grado de compactación, composición, morfología, etc. En aquellos casos en que esto no ha sido posible, debido a la homogeneidad del relleno, hemos recurrido a procedimientos indirectos, tales como el tipo de material asociado (artefactos y ecofactos). DESARROLLO DE LOS TRABAJOS. Una vez autorizada la Intervención Arqueológica de Urgencia por Resolución de la Dirección General de Bienes Culturales de la Consejería de Cultura de 14 de enero de 2003, iniciamos los trabajos el día 3 de marzo de 2003, concluyéndose el 30 de junio del mismo año4. Como parte del equipo técnico, hemos contado además con A. M.ª Aparicio Ledesma, dibujante-delineante y F. J. Rodríguez Vázquez, topógrafo, ambos colaboradores indispensables sin los que este trabajo no habría sido posible, a los que reiteramos nuestro agradecimiento. 3. ESTRATIGRAFÍA Y FASES OCUPACIONALES ESTRATIGRAFÍA. La estratigrafía documentada para todo el yacimiento –parte de un arrabal de la Córdoba califal– es la que sigue: Nivel I: Capa vegetal. Antes de acometer los trabajos arqueológicos, las tres parcelas presentaban este nivel. Se trata de un nivel de origen antrópico ocasionado por la utilización del terreno como ejido y huerta a partir de su abandono en época medieval-cristiana. Nivel II: Colmatación y abandono. Cubre los restos arqueológicos conservados del arrabal de cronología califal. Los diferentes restos se encuentran sepultados no sólo por el desplome de techumbres y paredes tras la destrucción del arra-

bal califal a principios del siglo XI sino también por estratos de relleno ocasionados tras el saqueo de parte del material constructivo –elementos de sillería, columnas, basas, etc.–, acaecido a raíz del abandono del arrabal. Nivel III: Estratos de habitación. Corresponden a parte de un arrabal califal, en concreto a edificaciones de carácter doméstico. Nivel IV: Estratos geológicos. Los restos del arrabal se hallan sobre estratos geológicos sin alterar. Éstos consisten en arcillas pardas muy compactas con nódulos de cal, bajo las cuales aparecen filones de gravas y arenas que, en ocasiones, llegan a forman vetas de conglomerados naturales al compactarse por la acción del agua, ocasionada por un manto freático activo. FASES OCUPACIONALES. Reconocemos dos fases ocupacionales para los terrenos que ocupan las Parcelas 29, 30 y 31 de la Manzana I: Fase I. Época Medieval-Cristiana a Época Contemporánea. Durante ese tiempo la zona se dedica a huertas y ejido, siendo el resultado una importante capa vegetal. No obstante, en época reciente –finales del siglo XX en la que la «Huerta de santa Isabel», como se conoce a la zona, se ha destinado al cultivo intensivo– con la mecanización de la agricultura, esta capa se ha visto alterada debido a la roturación del terreno por lo que no es posible distinguir las diferentes épocas. El grosor medio de esta fase ocupacional es de unos 0,40 m. Fase II. Época Medieval-Islámica, Período Califal. Retirada la capa vegetal se extiende parte de un arrabal de cronología califal, en el que se han reconocido 29 edificaciones de uso doméstico, no hallándose edificios de carácter público como zocos, baños, mezquitas, etc. El grosor medio de esta fase ocupacional es en torno a 0,80 m, salvo los pozos de agua y los pozos ciegos que alcanzan mayor profundidad. 4. RESULTADOS OBTENIDOS. DESCRIPCIÓN DE LAS UNIDADES DOMÉSTICAS Y DEL TRAZADO URBANÍSTICO Finalizados los trabajos de excavación, se han documentado un total de 29 edificaciones de uso 95


doméstico o viviendas, articuladas en torno a cinco calles (Fig. 3 y Lám. 1). 4.1. Las casas 4.1.1. Superficies y plantas De las 29 casas identificadas conocemos la superficie de 25, no siendo posible determinar ésta para las Casas 7, 15, 16 y 21. La superficie de menor extensión corresponde a la Casa 2 y es de 44,82 m2 (Fig. 4 y Lám. 2) y la de mayor extensión a la Casa 26, con 208,08 m2 (Fig. 7 y Lám. 6). En relación a las plantas de las viviendas es importante destacar que son mayoritariamente de planta rectangular salvo dos casos, las Casas 22 y 23 que presentan planta cuadrada (Fig. 6 y Lámina 6). Caso excepcional es la Casa 16, con un saliente en su lado sur, donde la estancia ubicada en este lado parece haber invadido parte del Callejón D (Fig. 6). 4.1.2. Fachadas y orientación Todas las casas cuentan con una fachada, salvo la Casa 16 que presenta fachada principal a la Calle B y secundaria al Callejón D, y las Casas 18 y 19, con fachada principal a la Calle B y secundaria a la Calle C (Fig. 6). De las 29 casas, 14 están orientadas al sur, 13 al norte, 1 al oeste y 1 al este. Las fachadas de mayor longitud corresponden a las Casas 26 con 11,60 m y 28 con 10,50 m, y las de menor longitud a las Casas 2 y 8 con 3,60 m y a la Casa 9 con 3,90 m. 4.1.3. Tipos de vivienda Distinguimos tres tipos de vivienda en función de la distribución espacial. –Tipo 1: Tripartita y longitudinal. Es el predominante, reconociéndose en 24 de las casas. El espacio, alargado, se compartimenta en tres partes. El desarrollo es longitudinal, ocupando el patio el centro y las crujías los extremos. Inmediato al vano de acceso a la vivienda hallamos el vestíbulo. Éste ocupa el primer cuerpo o espacio y presenta en uno de sus lados un lugar acotado para la letrina. No siempre se han conservado los muros que delimitan esta pieza pero su constatación en la mayor parte de los casos hace muy probable que 96

se encuentre aislada dentro del vestíbulo. Ello se ve confirmado en cuantiosas ocasiones por el acceso desde el patio a esta zona, haciéndola aún más reservada. Algunas casas también destinan en este primer cuerpo una pequeña zona a cocina (Casas 2, 3, 5, 8, 9, 10?, 11, 19?, 24). En las casas más amplias, en el lado opuesto del lugar reservado a la letrina, hallamos otra habitación, generalmente espaciosa, que bien se destina a salón, dejando las estancias del fondo para alcobas, o bien tendría las funciones de taller, despacho, almacén, incluso establo o alguna tienda (Casas 4, 12, 13, 16, 17, 19, 20, 28 y 29). Se dan además dos casos en los que hallamos una segunda estancia antes de alcanzar el patio, paralela al vestíbulo. Se trata de las Casas 5 y 28, obligadas a dejar espacio para un pasillo o corredor que permita el acceso desde el vestíbulo al patio sin atravesar esta estancia (Figs. 4 y 7. Lám. 3). Desde el vestíbulo se accede al patio, elemento organizador que ocupa el espacio central y de mayores dimensiones, pudiendo representar en muchas ocasiones la mitad de la superficie de la vivienda. De forma generalizada los vanos de los muros de fachada y del vestíbulo no están afrontados, de manera que quede preservada la intimidad de la parte más privada de la casa. En el patio se localiza el pozo de agua y se realizan las tareas relacionadas con la elaboración de los alimentos, en ocasiones diferenciando una zona especial para ello, como en las Casas 1 y 7 (Fig. 4 y Láms. 2 y 3). En otros casos, la presencia de concentraciones de cenizas nos indica el lugar del patio en el que se cocinaban estos alimentos en hogares móviles como son los anafes (Casas 16 y 25, Fig. 6). Como salvedad destacar la Casa 16 que reserva un pequeño espacio para ubicar su letrina. Al fondo del patio se encuentra la estancia, de mayores dimensiones que el vestíbulo pero en ningún caso que el patio, del que recibirá luz y ventilación. Hace las funciones de salón y alcoba. Otros casos presentan una compartimentación interior en la estancia, como la Casa 4 (Fig. 4 y Lám. 2), con dos alcobas o las Casas 28 y 29 con tres (Fig. 7). También, en el caso de las dos últimas, esta separación puede responder a una división de funciones, disponiendo por separado las alcobas y el salón, el que suele ser de mayor superficie. Esta distinción la observamos en las viviendas de superficie más hol-


gada. Por último comentar un único caso en el que la cocina se ubica en la crujía destinada a estancias, como es en la Casa 17 (Fig. 6). –Tipo 2: Tres crujías. Frente a la tipología anterior, las tres casas que responden a este tipo se diferencian por presentar una tercera crujía en el patio, que mantiene la función de vertebrar el resto de la casa. El vestíbulo, situado en la primera crujía, no varía su estructura, con una zona reservada a la letrina (Casa 18, Fig. 6) y en ocasiones con una habitación en el lado opuesto a ésta (Casas 26 y 27, Fig. 7). La estancia o estancias ocupan las otras dos crujías de la casa. –Tipo 3: Planta cuadrada. Las Casas 22 y 23 son las únicas de planta cuadrada de las excavadas (Fig. 6 y Lám. 6). Si bien disponen de dos crujías como el Tipo 1, la que ocupaba el fondo de la casa pasa ahora a situarse en un lateral junto al patio. Junto al vestíbulo y la letrina hallamos una estancia espaciosa que podría corresponder al salón, y la alcoba o estancia restante ocuparía el otro lateral de la casa. Cabe señalar para la Casa 23 la ubicación de la cocina junto al salón y no en el vestíbulo o en el patio. 4.1.4. Muros y revestimientos parietales – Muros Pueden ser definitorios de la vivienda –de fachada y medianeros–, de los espacios o cuerpos que la integran –vestíbulo, patio y estancias– y de separación o compartimentación interior de estos espacios. Todos siguen orientación cardinal5. Muros de fachada y medianeros. En líneas generales tanto los muros de fachada como los medianeros con otras viviendas destacan por estar mejor construidos y disponer de mayor anchura. Además se ha de resaltar que los muros de fachada obedecen a un único trazado y, salvo excepciones, a una misma obra constructiva. Suelen tener entre 0,50 y 0,55 m de anchura y 0,35 m de media de altura. Algunos llegan a alcanzar 0,60 m de anchura, los menos y sólo en la hilada de base que sobresaldrá siempre en uno de los lados del muro. En cuanto al aparejo, el más utilizado es el de mampostería, de una a cinco6 hiladas, no siempre regulares. En el material empleado predominan las piedras calizas sin tallar o con una cara tallada que

se dispone en los lados del muro. Las hiladas se calzan a veces con fragmentos de tejas y como relleno interno se añaden también éstos, piedras menudas de diversa consistencia y cantos de río. El diferente tamaño y talla de las piedras de calizas ofrece escasa variedad a los muros, siendo aportada más bien cuando se opta por la mayor presencia de pequeños cantos de río (muros de separación de los patios y estancias de las Casas 5 y 6, Fig. 4 y Lám. 3). Los muros de mampostería suelen incluir algunos sillares en las hiladas superiores y de forma amplia para la definición de los vanos. Las jambas de éstos están levantadas con pequeños sillares superpuestos en posición horizontal, paralelos en posición vertical y otra serie de combinaciones en las que se incluye la alternancia con mampuestos de caliza de los citados. El aparejo de sillería, muy escaso, aparece siempre en combinación con tramos de mampostería (muro medianero entre las Casas 6 y 7; muro medianero entre las Casas 21 y 22, y muro medianero entre las Casas 26 y 27). Contados son los ejemplos con algún segmento de tapial: los pertenecientes a las estancias de las Casas 5 y 6 y los de la estancia de la Casa 26. Muros definitorios de espacios. Al delimitar los principales cuerpos de la casa se asemejan a los anteriores. Su anchura es más variada, entre 0,50 y 0,30 m. Hallamos muros de mampostería y mampostería con elementos de sillería. Los primeros siguen siendo los más numerosos frente a los otros, de los que destacamos el muro de separación entre el patio y la estancia de la Casa 27 (Fig. 7). Muros de compartimentación de espacios. Suelen ser de menor entidad e inferior construcción. Algunos son simples muretes de tabiquería de 0,20-0,25 m de ancho. En tapial el único ejemplo es el muro que separa el vestíbulo del almacén de la Casa 13. – Revestimientos Algunos de los muros y como generalidad para los de tapial, aparecen revestidos de un fino mortero de cal, de entre 2 y 0,5 cm de grosor, pintado a la almagra. Las casas que conservan revestimiento parietal son escasas: Casa 4, estancia norte o salón y ángulos NE y SO del patio; Casa 5, estancia sur; Casa 6, la estancia; Casa 13, estancia y almacén; Casa 26, estancia norte, y Casa 28, estancias del norte. 97


4.1.5. Vanos Pueden estar centrados, desplazados a ambos lados del centro del muro e incluso abrirse en sus extremos. Las jambas suelen reforzarse con elementos de sillería, algunos en forma de mocheta. Tanto los vanos a la calle como los interiores pueden presentar bordillos o rebates elevados para evitar la entrada de agua de lluvia. Éstos pueden ser de sillarejos, cantos de río y otras piedras de superficie alisada, fragmentos de ladrillos, losas de caliza e incluso piezas únicas de sillería. Las puertas son en su mayoría de dos hojas. En los umbrales se mantienen las quicialeras, prevaleciendo las piezas de lajas de pizarra irregulares, a las que se unen las de caliza talladas y otras de mármol reutilizadas, siendo excepcionales las de la estancia norte de la Casa 28 que corresponden a las dos mitades de una rueda de molino. La mayoría presentan el rebaje circular para los goznes de la puerta. 4.1.6. Vestíbulos y letrinas Vestíbulos. Se sitúan en el primer cuerpo de la casa y es su espacio menos privado. El tamaño difiere y suele estar unido a las dimensiones de la vivienda. De forma generalizada, en uno de los lados, se reserva una pequeña zona dentro de él donde se ubica la letrina, con la salvedad de la Casa 16 que ubica ésta en el patio (Fig. 6). En las viviendas más complejas ocupa la zona inmediata a la puerta de entrada, compartimentándose el resto del primer cuerpo para salones u otras dependencias secundarias como talleres o almacenes. Algunos presentan pavimentos: – diferentes piedras irregulares de caliza, lajas de pizarra, pudingas y cantos de río, rellenándose los huecos con guijarros, fragmentos de tejas y ripios (Casas 4, 12, 19 y 23). – gravas y gravillas (Casas 1, 9 y 16). Elementos comunes que aparecen en los vestíbulos son los canalillos de desagüe que conducen el agua sobrante desde los patios hacia la calle. Por último, añadir que se ha registrado un caso de un banco o poyete de mampostería adosado a uno de los lados del vestíbulo, como es en la Casa 2 (Fig. 4 y Lám. 2). 98

Letrinas. Se ha mencionado en varias ocasiones que ocupan una zona acotada dentro del vestíbulo o próxima a él, en uno de los ángulos del primer cuerpo de la casa. Disponen de muros de tabiquería que las aíslan, privacidad que se ve favorecida en la mayoría de los casos por tener el acceso desde el patio. Excepción a destacar es la letrina de la Casa 16, situada en el patio aunque en una zona apartada, y quizás la de la Casa 19 que aunque no se ha localizado, todo apunta a que estaría junto al muro este de su patio. Las letrinas se ubican perpendiculares al muro de fachada para facilitar el drenaje a los pozos ciegos en los que desaguan. Para ello atraviesan estos muros mediante canales o tejas. Algunas cuentan con un pavimento que las antecede o rodea. En su mayoría están formados por losas de caliza (Casas 13, 22, 23 y 24) pero los hay más rudimentarios, a base de sillarejos, cantos de río y otras piedras (Casas 11 y 14). En cuanto a las tipologías documentadas son la que siguen: – Dos losas alargadas de caliza paralelas y afrontadas, tallándose en las caras yuxtapuestas un canal central para la evacuación, o bien separadas quedando el espacio resultante como canal. – Paredes fabricadas con sillarejos, ripios y otros. Son más rudimentarias y suelen colocar tejas en el fondo del canal interior. – Losas de caliza paralelas en posición horizontal cerradas en su cabecera con un sillarejo u otros. – Baldosas de barro cocido (sólo la letrina de la Casa 25). De otras letrinas sólo conocemos su existencia por el canal de desagüe practicado en el muro de fachada (Casas 19, 28 y 29). En total suman 22 las letrinas localizadas o conservadas. De ellas la mejor conservada es la letrina perteneciente a la Casa 13 (Lám. 5). Podría darse un caso de dos letrinas para una sola casa, la Casa 28, por la existencia de dos pozos ciegos frente a su muro de fachada. 4.1.7. Patios: pozos de agua y cocinas Patios. Es el espacio al que se concede más importancia de la casa y en torno al que gira la vida


cotidiana. Todas las viviendas le ceden un importante terreno, incluso la Casa 29 pose dos (Fig. 7). El piso suele ser de gravas o gravillas, siendo el mejor conservado el de la Casa 25 (Fig. 6). También hallamos un caso de un patio (Casa 19) con una zona pavimentada con un empedrado (Fig. 6). Algunos patios disponen o conservan andenes, ocupando de uno a sus cuatro lados. Los hay que emplean losas de caliza rectangulares (Casa 10: cuatro lados, Lám. 4; Casa 12: dos lados y Casa 13: tres lados, Lám. 5). El patio de la Casa 20 combina el andén de losas en dos de sus lados con un andén empedrado en un tercero (Fig. 6). Único es el ejemplo de andén de ripios calizos y cantos de río, perteneciente al patio de la Casa 29 (Fig. 7). Pozos de agua. Elemento fundamental que encontramos en el patio es el pozo de agua. Puede ocupar el centro, los laterales o los ángulos de éste. Se han localizado 11 pero cada vivienda debió contar con el propio. Son circulares, con la salvedad del pozo de la Casa 23 que es oval. Los encañados son de piedras calizas sin tallar y/o careadas al interior, cantos de río y ripios. En superficie podemos hallar la boca del pozo bordeada por sillares tallados (Casas 7, 12, 13, 28 y 49) e incluso por una plataforma de losas de caliza rectangulares (Casas 12 y 13, Lám. 5). La plataforma de la Casa 12 conserva aún un rebaje curvo en los sillares próximos a la boca, para insertar el brocal. Sólo se ha hallado in situ el arranque de un brocal de cerámica en el pozo de la Casa 14, decorado con un cordón con impresiones digitales. Cocinas. El anafe está ampliamente representado en todo el yacimiento y por los restos de cenizas hallados conocemos que ejercían de cocina pequeños espacios junto al vestíbulo y algunos rincones del patio (Casas 1, 7, 16 y 25). 4.1.8. Estancias: alcobas, salones y otras dependencias El tercer gran espacio de la vivienda lo constituyen las estancias, de una a tres según la complejidad de las primeras. Se dedicaban a alcobas y a salones o zonas de estar. Otras dependencias secundarias y más escasas se reservarían a talleres, despachos, almacenes y despensas (Casas 12, 13, 18, 26, 27, 28 y 29) e incluso a cocinas (Casas 17 y 23).

Las alcobas y salones apenas han conservado algún pavimento si bien debieron ser muchas las que se cubrieron con esteras o alfombras. De forma previa los suelos se aislaban con capas de léganos. Contados son los pavimentos que nos han llegado: – de baldosas de barro cocido en las estancias del Norte de la Casa 29, – con base de picadura de sillar en la estancia de la Casa 2, – y de mortero de cal y arena pintado a la almagra en las estancias situadas en el Norte de las Casas 4 y 13. En cuanto a las otras dependencias secundarias hallamos un pavimento de picadura de sillar en el almacén de la Casa 13. Habitaciones propiamente reservadas a cocina se han reconocido en las Casas 17 y 23, y a almacenes-despensas en la casa situada al Este de la Casa 1, con tres tinajas de almacenamiento, y en la Casa 13. 4.1.9. Canalillos de desagüe y pozos ciegos Canalillos de desagüe. Las aguas de lluvia y excedentes de las labores domésticas se evacuan a la calle mediante sistemas de canalización. Éstos parten del patio y recorren el vestíbulo hasta alcanzar la cloaca o atarjea de la calle, bien atravesando el muro de fachada bien circulando bajo el umbral de la puerta de acceso a la vivienda. En ese recorrido conservan un trazado rectilíneo, siendo excepción el canal de la Casa 20 con un trazado quebrado (Fig. 6). También se da el caso de una casa con dos canalillos, la 23 (Fig. 6). De los 20 conductos de desagüe registrados, ocho mantienen parte de su cubierta, de sillarejos, losas de caliza o lajas de pizarra. En cuanto a las paredes y fondo ofrecen varios tipos: – Piezas de caliza rectangulares, de 0,50 x 0,33 x 0,12 m de media, con canal interior tallado en forma de artesa, de 0,10 x 0,06 m de media (Casas 2, 3, 4, 6, 8, 12, 14, 20, 23, 24, 25 y 26). – Conductos de atanores de cerámica, de 0,70 m de longitud media y de 0,10-0,16 m de diámetro medio, ensamblados (Casas 9, 11, 16, 17, 22). 99


– Canalillos rudimentarios de piedras de caliza, cantos de río, lajas de pizarra y ripios. Suelen presentar el fondo de gravas o tejas (Casas 1, 10). – Conducto de losas de caliza y tejas (Casa 13). Pozos ciegos. A ellos vierten las letrinas. Se sitúan en la calle frente a éstas y junto a los muros de fachada. Son de encañado circular y de los 15 documentados todos, salvo el de la Casa 8, conservan cubierta, consistente en grandes lajas de pizarra o sillares de caliza. Están fabricados con calizas sin tallar y cantos de río, siendo algunos muy toscos. Sólo se ha registrado un caso de dos pozos ciegos para una casa, la 28. 4.1.10. Piso superior Los indicios son vagos y delicados de interpretar. 4.2. El trazado urbanístico El entramado urbanístico lo conforman cinco vías o calles de orientación cardinal. Tanto su orientación como trazado rectilíneo denotan un diseño previo. Una de ellas destaca por su mayor anchura, la Calle o Avenida E, tratándose de una arteria principal, junto a la que se articula la primera manzana de casas, la manzana sur que engloba las Casas 16 a 29. A partir de esta manzana hacia el norte surge otra, definida por otras dos calles menores, las Calles A y B. Esta manzana norte comprende las Casas 1 a 15. Como resultado, esta ordenación del espacio origina todo un reticulado (Fig. 3 y Lám. 1). Como hemos apuntado, la ocupación del espacio por las diferentes viviendas debió iniciarse a partir de la Avenida E. A ella presentan fachada las casas de mayor extensión (26 a 29) cuyos propietarios tendrían ocasión de elegir los terrenos mejor situados y por tanto de más fácil comunicación o acceso (Figs. 3 y 7). 4.2.1. Manzana Sur Comprende el espacio urbanizado entre la Calle E y la Calle B y engloba 14 viviendas (Casas 16 a 29. Lám. 6). 100

La Calle o Avenida E: define el arrabal por el Sur (Fig. 7 y Lám. 7). Tiene orientación E-O y unos 9 m de anchura. En cuanto a su longitud, se han puesto al descubierto 40 m continuando fuera del solar tanto en su extremo este como oeste, según se ha constatado en excavaciones colindantes. El piso, conservado sobre todo en los extremos, es de gravas, gravillas y fragmentos cerámicos, de unos 6-8 cm de grosor. La línea de fachada norte la constituyen las Casas 26, 27, 28 y 29. En cambio el límite sur es el propio campo abierto. Destacar que, al igual que para el resto de las calles, en ella se sitúan los diferentes pozos ciegos de las casas, siempre ubicados junto a la línea de fachada. La Calle B: tiene entre 3 y 3,20 m de anchura y orientación este-oeste (Figs. 5 y 6, Lám 9). Como en el caso anterior, se han excavado 31 m de su longitud, continuando en ambos extremos hacia otros solares. Se conserva buena parte del piso, de unos 4 cm de grosor. Está formado por fragmentos cerámicos, gravas y otras pequeñas piedras. Dispone de atarjea que recorre el eje central de la calle en sentido E-O. Sus paredes están compuestas por una o dos hiladas de mampuestos y cantos de río y el fondo, apenas conservado, es de gravilla. A ella desaguan los canalillos de las casas que la delimitan (Casas 8 a 20), frente al vertido de las correspondientes letrinas que lo hacen a pozos ciegos practicados en la calle, como se ha comentado arriba. Además de estas dos vías principales, la manzana sur cuenta con dos calles menores que facilitan el acceso a su interior, dando salida a una serie de viviendas que no cuentan con fachada a las primeras vías, como son las Casas 21, 22, 23, 24 y 25. Las dos primeras se abren al Callejón D y las restantes a la Calle C. Frente a las dos anteriores, la Calle C es de orientación N-S y se ha podido excavar por completo (Fig. 6). Su longitud total es de 18,16 m y tiene 2-2,40 m de ancho. Presenta atarjea en el tramo sur, en el eje central y de orientación N-S. Es muy rudimentaria, a base de diferentes piedras irregulares para las paredes y base de gravas para el fondo. Recibe las aguas residuales de las Casas 20, 23, 24 y 25. En cuanto a los pozos ciegos se han localizado dos, el de la Casa 23 y otro compartido para las Casas 24 y 25.


El Callejón D: de orientación E-O, es algo más estrecho que el resto de las calles, alcanzando apenas los 2 m de anchura (Fig. 6). Sólo se han podido excavar 2,80 m de su longitud, continuando hacia el E. En el oeste queda cerrado por la Casa 16. En él se han documentado los dos pozos ciegos correspondientes a las Casas 16 y 22. 4.2.2. Manzana norte Comprende el espacio urbanizado entre la Calle B y la Calle A y engloba 15 viviendas (Casas 1 a 15, Lám. 8). La Calle A articula la mitad norte de la manzana (Casas 1 a 7, Fig. 4) y la calle B la mitad sur (casas 8 a 15, Fig. 5). La calle A: tiene orientación E-O y el piso es de gravas, gravillas y fragmentos cerámicos (Fig. 4 y Lám. 2). Su anchura mide, al menos, 2 m y aunque se han documentado 13,50 m de su longitud, continúa en sus dos extremos. A ella presentan fachada las Casas 1 a 7 que verterían sus aguas a los pozos ciegos abiertos en la misma. Recibiendo de igual forma el agua de los canalillos. Finalizamos este apartado indicando que en cuanto a otros edificios de carácter público como zocos, baños, mezquitas o cementerios no se han hallado en estas parcelas de la Manzana I pero no cabe duda que los hubo en las proximidades ya que estos arrabales funcionaban como pequeñas ciudades. 5. ESTUDIO ZOOARQUEOLÓGICO 5.1. Material y métodos Los restos de fauna analizados suman un total de 2.096 fragmentos, de los que 1.446 (68,99%) han podido ser identificados anatómica y zoológicamente, conformando el número de restos determinados (NRD). Los restantes 650 fragmentos (31,01%) forman el grupo de los no identificados debido, principalmente, a su pequeño tamaño y a la falta de zonas diagnósticas, por lo que las características específicas no eran demasiado claras o no

existían por tratarse fundamentalmente de esquirlas y restos muy fragmentados. Sin embargo, parece claro que la mayoría de los mismos pertenecerían a animales de talla media (mesomamíferos), hecho que vendría a reforzar la posición del ovicaprino como cabaña más importante dentro del consumo alimentario. La identificación y clasificación taxonómica de la muestra ósea se ha realizado con nuestra propia colección comparativa. La bibliografía complementaria empleada ha sido la siguiente: Barone (1976), Morales (1976), Pales, Lambert (1971). Dentro de la categoría de ovicaprino se han incluido los restos en los que no ha sido posible diferenciar la oveja y la cabra, por tratarse de fragmentos que carecían de zonas diagnósticas para su clasificación o éstas eran poco claras. De ahí que, en general, pueda observarse cierta complementariedad entre las piezas asignadas a ovicaprino y las de oveja y cabra, siendo en el primer caso costillas, vértebras y fragmentos de diáfisis de huesos largos fundamentalmente. En los casos en que sí ha sido posible su diferenciación, se han seguido los criterios de Boessneck et alii (1964). La estimación del número mínimo de individuos (NMI) se ha calculado siguiendo el criterio de escoger entre los huesos pares aquellos que contaran con mayor número de piezas de uno de los dos lados. El NMI obtenido de esta forma se ha modificado cuando la determinación de edades y sexos no concordaba con la primera estimación. Todo el material óseo, tanto el identificado como el no determinado, se ha pesado dando en gramos los resultados. El cálculo de la edad de sacrificio se ha realizado en función de la fusión de las epífisis en los huesos largos y el desgaste y reemplazo de las piezas dentales, siguiendo los criterios elaborados por el Laboratorio de Arqueozoología de la Universidad Autónoma de Madrid. La edad se expresa en meses del modo siguiente:

101


infantil

juvenil

subadulto

adulto

senil

caballo

0-9 / 12

9-12 / 12-24

24 - 28

48 - 250

+ 250

vaca

0-5 / 9

5-9 / 24

24 - 60

60 - 180

+ 180

ovicaprino

0-5 / 9

5-9 / 24

24- 60

60 - 180

+ 180

perro

0-4 / 5

4-5 / 6-7

6-7 / 9-12

9-12 / 120

+ 120

ciervo

0-5 / 12

5-12 /12-24

12-24/ 23-27

23-27 / 150

+ 150

Se han medido todas aquellas piezas óseas que no se encontraban quemadas, presentaban señales de manipulación antrópica o estaban deformadas patológicamente. Las medidas se han realizado con calibres convencionales (error estimado ± 0,5 mm), siguiendo la metodología propuesta por Driesch (1976). Para hallar los valores de la altura media en la cruz hemos utilizado los criterios unificados de Driesch y Boessneck (1974), utilizando los índices de Fock (1966) para el ganado vacuno. 5.2. Análisis faunístico En este apartado vamos a analizar la presencia de los distintos taxones representados al objeto de valorar su cuantía, su tamaño en los casos en que esto sea posible, y su importancia dentro de la economía del yacimiento. Los restos empleados para este análisis vienen especificados en la Descriptiva del material óseo (apartado 5.4.). La distribución del NRD, NMI y peso por especies aparece en las Tablas 1 y 2, y Gráfico 1, respectivamente. Salvo en el caso de los équidos y animales de compañía (perro y gato), donde no queda claro debido a la escasez del material identificado, las demás especies de mamíferos y aves representadas formaron parte del consumo alimentario. 5.2.1. Mamíferos Los mamíferos se encuentran representados por diez especies: caballo, asno, vaca, oveja, cabra, perro, gato, ciervo, conejo y liebre. 102

5.2.1.1. Caballo, Equus caballus Pertenecientes a esta especie se han determinado un total de 20 fragmentos óseos (1,38%) que representan a un número mínimo de dos individuos (1,43%). El peso del material determinado, por su parte, sólo alcanza el 3,04% del total (Tabla 1). En este caso las cohortes de edad representadas son la juvenil y la adulta respectivamente. Las porciones esqueléticas mejor representadas son las craneales seguidas de axiales y apendiculares (Tabla 2). No se aprecian indicios claros en el material óseo que indiquen su inclusión en el consumo alimentario. 5.2.1.2. Asno, Equus asinus El asno se encuentra representado en base a un único fragmento de metápodo que presenta unas reducidas dimensiones. El único resto determinado supone un 0,07% del NRD, el 0,71% del NMI y un 0,06% en cuanto al peso del material óseo determinado (Tabla 1). En este caso también se trataría de un individuo adulto. Como ocurría con la especie anterior no se aprecian indicios de su inclusión en el consumo alimentario. 5.2.1.3. Vaca, Bos taurus La cabaña bovina se encuentra bien representada. A este respecto, con 98 fragmentos óseos determinados (6,78%) se sitúa en el segundo lugar, tras el ovicaprino, en lo que a NRD se refiere de todas las especies determinadas. Igual posición ocupa en cuanto al número mínimo de individuos (5 que suponen el 3,58%), y también ocurre igual en lo referente al peso del material óseo determina-


do (24,48%) (Tabla 1). Los restos recuperados han sido clasificados por cohortes de edad dependiendo del estado de fusión epifisaria y del desgaste y reemplazo de las piezas dentales. De esta forma hemos constatado sólo la presencia de individuos juveniles, subadultos y adultos, con un claro predominio de los animales sacrificados en edad adulta. Las porciones esqueléticas mejor representadas son las pertenecientes al esqueleto apendicular, seguidas por axiales y craneales (Tabla 2 y Gráfico 2). Las huellas de fracturas, cortes y desmembramiento presentes en el material óseo indican que estos animales fueron utilizados principalmente por su carne. También las cohortes de edad representadas podrían estar indicando un sacrificio preferente de animales que habían alcanzado la madurez, en un intento de obtener un beneficio óptimo, ya que a esta edad proporcionarían la mayor cantidad de carne al haber alcanzado su pleno desarrollo. Debido principalmente a la fragmentación del material óseo no ha sido posible realizar ninguna diferenciación sexual. El único hueso largo completo (un metacarpo) que ha permitido obtener su longitud máxima ha proporcionado la siguiente altura en la cruz: Metacarpo Longitud máxima

Factor

Altura en la cruz

170,0 mm

6.0

102,0 cm

Se trataría, por tanto, de un animal de talla pequeña en base a la talla obtenida (Lám. 10).

Las porciones esqueléticas mejor representadas son las apendiculares (principalmente fragmentos distales de tibia y proximales de radio), seguidas por axiales (fundamentalmente fragmentos de costillas) y craneales (piezas dentales aisladas en su mayoría) (Tabla 2, Gráfico 3 y Láms. 11 a 14). En cuanto a la proporción oveja/cabra existente en la composición de los rebaños, pese a la escasez de material y a la fracturación observada en el mismo, parece que fue la oveja la especie más numerosa en la composición de los mismos y la base del consumo cárnico. Aunque no ha sido posible recuperar ningún hueso largo completo que nos permita calcular la altura en la cruz de ovejas y cabras, las escasas medidas obtenidas apuntarían a la presencia de animales de talla mediana (apartado 5.3.). En cuanto a la edad de sacrificio observada en estos animales, aunque se encuentran representadas todas las cohortes (infantiles, juveniles, subadultos, adultos), existiría un marcado predominio de los individuos sacrificados en edad juvenil y adulta sobre las demás. Esta composición de edad en el material recuperado podría responder a un control y reemplazo del ganado. Por una parte, el mayor número de individuos sacrificados en edad adulta podría responder a la obtención de leche y lana principalmente, así como de carne una vez cumplida su función reproductiva. Por otra, la relativa abundancia de animales infantiles y juveniles podría responder a un sacrificio selectivo de los machos ( ), asegurando así el consumo de carne tierna y el reemplazo del rebaño no sacrificando las hembras ( ), por lo general, hasta alcanzar la edad adulta.

5.2.1.4. Ovicaprino, Ovis aries / Capra hircus Dentro de esta categoría hemos incluido todos los restos determinados de oveja y cabra junto a los que no pudieron ser clasificados a especie y que se engloban bajo el epígrafe de ovicaprino. Esta cabaña ganadera se encuentra bien representada tanto a nivel de número de restos determinados (88,79%), número mínimo de individuos (84,29%) y peso del material óseo (71,94%), situándose en primer lugar de todas las especies animales determinadas en los tres índices calculados (Tabla 1).

5.2.1.5. Perro, Canis familiaris A perro sólo se ha atribuido un único fragmento óseo (0,07%) que representa a un número mínimo de 1 individuo adulto (0,71%). El peso del material óseo (0,02%) es irrelevante (Tabla 1). La única porción ósea representada (metacarpiano) pertenece al esqueleto apendicular (Tabla 2). Aunque escasa en cuanto a número de restos óseos determinados, la presencia de esta especie parece atestiguada en las huellas de mordeduras que presenta el material óseo analizado. 103


5.2.1.6. Gato, Felis catus Como ocurría en el caso anterior, el gato también se encuentra representado por un único fragmento óseo determinado (0,07%) que representa a un individuo adulto (0,71%). El peso del material óseo determinado supone el 0,01% del total (Tabla 1). La única porción ósea representada (húmero, Lám. 15) pertenece, asimismo, al esqueleto apendicular (Tabla 2). También en este caso la presencia de huellas de mordeduras en huesos de gallina, indicaría la presencia de gatos en un ámbito doméstico. 5.2.1.7. Ciervo, Cervus elaphus Esta especie, como ocurría con perro y gato, ha proporcionado un único fragmento determinado (0,07%) perteneciente a un único individuo adulto (0,71%). El peso del material determinado supone el 0,18 % del total determinado (Tabla 1). La única porción ósea recuperada (metacarpo, Lám. 16) pertenece también al esqueleto apendicular (Tabla 2). 5.2.1.8. Conejo, Oryctolagus cuniculus La presencia de conejo en la muestra ósea es escasa, ya que sólo se han determinado 7 restos óseos (0,48%) pertenecientes a un número mínimo de 3 individuos (2,14%). El peso del material determinado sólo supone un 0,05% del total (Tabla 1). Todas las porciones óseas determinadas pertenecen al esqueleto apendicular (Tabla 2). Todo el material determinado pertenece a individuos adultos. 5.2.1.9. Liebre, Lepus granatensis Dos fragmentos óseos (0,14%) pertenecientes al esqueleto apendicular, que representan a un único individuo (0,71%), se han asignado a esta especie. El peso del material determinado supone el 0,02% del total (Tablas 1 y 2). 5.2.2. Aves Los restos de avifauna determinados en la muestra ósea pertenecen sólo a dos especies, una doméstica (gallina) y otra silvestre (perdiz). 5.2.2.1. Gallina, Gallus gallus Los restos recuperados asignados a esta especie se elevan a un total de 28 (1,94%) que representan

104

a un número mínimo de 5 individuos (3,58%). El peso del material determinado, en clara contraposición a lo que ocurre con las cabañas ganaderas, es muy poco significativo alcanzando sólo un 0,19 % del total (Tabla 1). Las únicas porciones óseas representadas son las pertenecientes al esqueleto apendicular, destacando los fragmentos de fémur (Lám. 17) y tibiotarso respectivamente (Tabla 2). Las fracturas y cortes presentes en el material óseo indican que estos animales fueron utilizados principalmente por su carne. También son evidentes marcas de dientes que, por las características que presentan, nos inclinan a pensar en el gato doméstico como autor de las mismas. Todos los individuos determinados fueron sacrificados en edad adulta y sólo en un caso ha sido posible realizar una determinación sexual gracias a un tarsometatarso, tratándose de un ejemplar macho ( ). 5.2.2.2. Perdiz, Alectoris rufa Sólo 3 restos se han determinado como pertenecientes a esta especie (0,21%) que representan a un único individuo adulto (1,43%). El peso del material determinado (0,01%), como ocurría en el caso de los animales de compañía, es insignificante (Tabla 1). Las porciones óseas recuperadas pertenecen al esqueleto apendicular (Tabla 2). 5.2.3. Moluscos En el análisis de la muestra ósea también se ha documentado la presencia de valvas de moluscos marinos representados por las siguientes especies, siendo las dos primeras las mejor representadas: almendra de mar, Glycymeris Glycymeris; berberecho, Cardium edule, almeja, Venerupis sp. y ostra, Ostrea edulis. 5.3. Medidas osteométricas Bd: anchura distal; BT: anchura de la tróclea; Bp: anchura proximal; GL: longitud máxima; SD: anchura menor de la diáfisis.


Vaca Metacarpo GL

170.0

Bp

54.0

SD

28.0

Bd

56.0

Metatarso

56.0

44.0 53.0

Oveja Húmero Bd

34.0

34.0

BT

33.0

32.0

Bd

33.0

31.0

30.0 32.0

BT Bd

30.0

BT

30.5

32.0

29.0

29.0

29.0

28.0

27.0

29.0

30.0

26.0

28.0

29.0

32.0

36.0

34.0

33.0

32.5

32.0

27.0

31.0

31.0

26.5

29.5

36.0 34.0

variación

x

Bd

21

27.0 – 36.0

31.6

BT

13

26.0 – 33.0

29.7

Radio Bp

36.0

33.0

30.0

30.0

33.0

33.0

n.º

variación

x

6

30.0 – 36.0

32.5

Tibia Bd

28.0

28.0

27.0

27.0

Bd

28.0

29.0

28.0

28.0

29.0 Bd

27.0

27.0

27.5

30.0

n,º

variación

x

13

27.0 – 30.0

28.0

Metatarso Bp

23.0

105


Cabra Radio Bp

32.5

34.0

35.0

34.0

n.º

variación

x

4

32.5 – 35.0

33.9

n.º

variación

x

Húmero Bd

36.0

35.5

30.0

29.0

30.0

35.0

6

29.0 – 36.0

32.6

BT

34.0

34.0

28.5

27.0

29.0

33.0

6

27.0 – 34.0

30.9

n.º

variación

x

7

25.0 – 28.0

25.9

Metacarpo Bp

27.0

Tibia Bd

25.0

28.0

25.0

25.5

26.0

25.0

27.0

Liebre Radio Bp

8.0

5.4. Descriptiva del material óseo analizado 1. Caballo. costillas: 2; escápula: 1. Vaca. costillas: 2; metatarso: 1; falange 10: 1.Oveja. escápula: 1; húmero: 1. Ovicaprino. mandíbula: 6; costillas: 38; escápula: 4; húmero: 6; ulna: 1; radio: 15; metacarpo: 12; pelvis: 6; fémur: 5; tibia: 19; calcáneo: 1; falange 10: 2; metatarso: 5. Cabra. escápula: 1. Gato. húmero: 1. Gallina. coracoides: 1. Indeterminados: 25. 2. Ovicaprino. dientes inferiores: 1; tibia: 1. Indeterminados: 8. 3. Ovicaprino. axis: 1; vértebras: 2; costillas: 5; húmero: 1; radio: 2. Indeterminados: 5. 4. Ovicaprino. mandíbula: 1; costillas: 8; húmero: 2; radio: 1; metacarpo: 1; fémur: 1; calcáneo: 1. Gallina. tibiotarso: 1. Indeterminados: 12. 106

5. Ovicaprino. vértebras: 1; costillas: 1; tibia: 1. Indeterminados: 1. 6. Oveja. húmero: 1. Ovicaprino. dientes inferiores: 1; costillas: 1; escápula: 1; húmero: 2; radio: 1; fémur: 2. Indeterminados: 2. 7. Ovicaprino. vértebras: 1; costillas: 2; húmero: 2; tibia: 2; calcáneo: 1. 8. Oveja. ulna: 1. Ovicaprino. dientes inferiores: 1; vértebras: 1; costillas: 3; radio: 1; metacarpo: 1; tibia: 2; metatarso: 3; falange 10: 1. Indeterminados: 18. 9. Ovicaprino. costillas: 3; escápula: 1; húmero: 3; radio: 2; metacarpo: 1; tibia: 1; calcáneo: 1; falange 10: 1. Indeterminados: 25. 10. Vaca. astrágalo: 1. 11. Oveja. húmero: 1; tibia: 1. Ovicaprino. costillas: 1; escápula: 1; húmero: 3; radio: 3; meta-


carpo: 2; pelvis: 2; tibia: 6; metatarso: 4. Indeterminados: 10. 12. Vaca. falange 10: 1. Ovicaprino. tibia: 2. Indeterminados: 2. 13. Vaca. húmero: 1; metacarpo: 1. Ovicaprino. tibia: 3. Gallina. fémur: 1. Indeterminados: 5. 14. Ovicaprino. falange 10: 1. 15. Ovicaprino. húmero: 2; radio: 1; tibia: 1; metatarso: 1. Indeterminados: 10. 16. Ovicaprino. atlas: 1; costillas: 3; escápula: 1; metatarso: 1. Indeterminados: 15. 17. Ovicaprino. dientes superiores: 2; vértebras: 1; costillas: 1; húmero: 1; radio: 1; metacarpo: 1; tibia: 1. Conejo. fémur: 1. Indeterminados: 12. 18. Vaca. metacarpo: 1. Ovicaprino. costillas: 1; metacarpo: 1. 19. Ovicaprino. escápula: 1; radio: 3; tibia: 3. Indeterminados: 8. 20. Vaca. vértebras: 1; falange 10: 1. Oveja. tibia: 2. Ovicaprino. costillas: 1; radio: 3; pelvis: 1; tibia: 1; metatarso: 1. Indeterminados: 2. 21. Vaca. vértebras: 1; costillas: 1; húmero: 1. Ovicaprino. mandíbula: 1; dientes inferiores: 2; vértebras: 1; costillas: 4; húmero: 2; radio: 4; tibia: 4. Perdiz. tibiotarso: 1. Indeterminados: 20. 22. Vaca. vértebras: 1; costillas: 1; húmero: 1; ulna: 1; fémur: 1. Oveja. húmero: 1. Ovicaprino. dientes superiores: 1; dientes inferiores: 2; vértebras: 7; costillas: 16; escápula: 1; húmero: 1; radio: 2; metacarpo: 4; pelvis: 1; tibia: 2; metatarso: 2. Gallina. radio: 1; fémur: 1. Indeterminados: 14. 23. Ovicaprino. costillas: 1; escápula: 2; húmero: 1; ulna: 1; pelvis: 1. Indeterminados: 4. 24. Vaca. costillas: 3; escápula: 1; húmero: 1; radio: 1. Oveja. ulna: 1. Ovicaprino. mandíbula: 1; vértebras: 4; costillas: 18; escápula: 1; húmero: 2; radio: 3; metacarpo: 4; pelvis: 1; fémur: 2; tibia: 3; metatarso: 2. Gallina. escápula: 1; tibiotarso: 1; tarsometatarso: 1 (%). Indeterminados: 25. 25. Vaca. mandíbula: 1; vértebras: 1; costillas: 5; tibia: 1. Oveja. húmero: 3; radio: 1; tibia: 1. Ovicaprino. mandíbula: 1; costillas: 8; húmero: 2; radio: 1; metacarpo: 2; pelvis: 2; tibia: 4;

falange 10: 1. Cabra. radio: 1. Indeterminados: 5. 26. Vaca. tibia: 1. Ovicaprino. vértebras: 2; costillas: 1; húmero: 2; tibia: 1. 27. Ovicaprino. radio: 1. Indeterminados: 4. 28. Ovicaprino. fémur: 1. 29. Ovicaprino. dientes superiores: 1; costillas: 1. Indeterminados: 14. 30. Oveja. radio: 1. Ovicaprino. costillas: 2; ulna: 1. Gallina. húmero: 1; radio: 1; tarsometatarso: 1. Indeterminados: 2. 31. Oveja. húmero: 1. Ovicaprino. costillas: 1; tibia: 1. Indeterminados: 2. 32. Oveja. escápula: 1; tibia: 1. Ovicaprino. dientes superiores: 1; vértebras: 3; costillas: 4; húmero: 1; radio: 1; fémur: 2; calcáneo: 1. Cabra. metacarpo: 1. Indeterminados: 12. 33. Asno. metápodo: 1. Vaca. falange 10: 1. Ovicaprino. vértebras:1; escápula: 2; fémur:2; metatarso: 1. Gallina. fémur: 1. Indeterminados: 4. 34. Ovicaprino. dientes superiores: 3; dientes inferiores: 1; atlas: 1; costillas: 1; escápula: 1; húmero: 1; radio: 2; metacarpo: 1; pelvis: 1; fémur: 1; tibia: 1. Indeterminados: 6. 35. Ovicaprino. costillas: 3; húmero: 1; radio: 1. Indeterminados: 3. 36. Vaca. costillas: 1; falange 10: 1. Ovicaprino. costillas: 1; escápula: 1; fémur: 1; tibia: 1; calcáneo: 1; falange 10: 1. 37. Ovicaprino. costillas: 3; húmero: 3; radio: 2; fémur: 1; tibia: 1; calcáneo: 1; astrágalo: 1; falange 10: 1. Indeterminados: 1. 38. Ovicaprino. costillas: 1; húmero: 1; radio: 2; tibia: 3. Indeterminados: 4. 39. Ovicaprino. costillas: 3; metacarpo: 1. 40. Vaca. mandíbula: 1; fémur: 1; metápodo: 1. Ovicaprino. costillas: 4; radio: 2; metacarpo: 1; fémur: 1; tibia: 2. Gallina. coracoides: 1. Indeterminados: 15. 41. Vaca. costillas: 1. Oveja. ulna: 1. Ovicaprino. costillas: 2; escápula: 1; metacarpo: 1; calcáneo: 1. 42. Ovicaprino. tibia: 1; calcáneo: 1; metatarso: 1. Indeterminados: 1 (hueso trabajado). 43. Oveja. tibia: 1. Ovicaprino. fémur: 1; tibia: 1. 107


44. Oveja. húmero: 1. Ovicaprino. costillas: 5; radio: 1; metacarpo: 1; pelvis: 1; fémur: 1; tibia: 1. Cabra. húmero: 1. Indeterminados: 3. 45. Vaca. costillas: 1; ulna: 1. Oveja. húmero: 1. Ovicaprino. costillas: 1; metacarpo: 1; pelvis: 1; fémur: 1; tibia: 2; metatarso: 1. Indeterminados: 4. 46. Ovicaprino. costillas: 1; fémur: 1; calcáneo: 1. Indeterminados: 10. 47. Ovicaprino. dientes superiores: 2; vértebras: 1; escápula: 1; metacarpo: 1; pelvis: 1; tibia: 1; calcáneo: 1; falange 10: 1. Perdiz. tibiotarso: 1. Indeterminados: 2. 48. Ovicaprino. tibia: 2. 49. Caballo. metacarpo: 1. Vaca. radio: 1; fémur: 1. Oveja. tibia: 1. Ovicaprino. costillas: 1; húmero: 2; tibia: 2; calcáneo: 2. Cabra. tibia: 1. Indeterminados: 6. 50. Ovicaprino. costillas: 2; húmero: 1; radio: 1; metacarpo: 2; fémur: 1; tibia: 2; calcáneo: 1. 51. Oveja. húmero: 1. Ovicaprino. mandíbula: 1; vértebras: 1; costillas: 3; radio: 2; metacarpo: 1; tibia: 2. Ciervo. metacarpo: 1. Perdiz. coracoides: 1. Indeterminados: 4. 52. Ovicaprino. mandíbula: 1; costillas: 2; escápula: 1; radio: 2; fémur: 1. Indeterminados: 3. 53. Ovicaprino. dientes inferiores: 1; húmero: 1; radio: 1; calcáneo: 1. Indeterminados: 1. 54. Caballo. dientes superiores: 7; metacarpo: 1. Vaca. viscerocráneo: 1; vértebras: 1; costillas: 1; escápula: 1; húmero: 1; radio: 1; metacarpo: 2; tibia: 1; metatarso: 4; falange 10: 2. Oveja. escápula: 3; húmero: 5; radio: 2; tibia: 3. Ovicaprino. dientes superiores: 4; mandíbula: 4; vértebras: 4; costillas: 16; escápula: 5; húmero: 11; ulna: 1; radio: 18; metacarpo: 10; pelvis: 10; fémur: 2; tibia: 25; calcáneo: 4; astrágalo: 1; metatarso: 4; falange 10: 3. Cabra. tibia: 4. Indeterminados: 50. 55. Vaca. mandíbula: 1. Oveja. ulna: 1. Ovicaprino. mandíbula: 1; vértebras: 1; costillas: 2; escápula: 1; húmero: 1; metacarpo: 1; pelvis: 1; fémur: 1; tibia: 3; metatarso: 2. Indeterminados: 2. 56. Vaca. fémur: 1; metatarso: 1. Ovicaprino. escápula: 1; húmero: 1; radio: 2; metacarpo: 1; pelvis: 1; fémur: 2; tibia: 4; metatarso: 1. Indeterminados: 3. 108

57. Ovicaprino. costillas: 3; radio: 1; fémur: 1; tibia: 3. Indeterminados: 3. 58. Oveja. húmero: 1. Cabra. escápula: 1. 59. Vaca. vértebras: 2; costillas: 1; radio: 1. Oveja. húmero: 2; ulna: 1; tibia: 1; metatarso: 1. Ovicaprino. dientes superiores: 1; costillas: 4; tibia: 2; calcáneo: 1; falange 10: 3. Indeterminados: 5. 60. Ovicaprino. dientes superiores: 1; costillas: 1; radio: 1; tibia: 2; falange 10: 2. Indeterminados: 1. 61. Ovicaprino. dientes superiores: 2; pelvis: 2; tibia: 1. Conejo. tibia: 1. 62. Ovicaprino. vértebras: 1; húmero: 1; metacarpo: 1; tibia: 1. Indeterminados: 1. 63. Vaca. dientes inferiores: 1; costillas: 4; húmero: 1; ulna: 1. Oveja. húmero: 1. Ovicaprino. mandíbula: 1; costillas: 11; húmero: 2; radio: 6; pelvis: 2; tibia: 3; calcáneo: 1. Indeterminados: 10. 64. Oveja. húmero: 1; astrágalo: 1; metatarso: 1; falange 10: 1. Ovicaprino. mandíbula: 1; vértebras: 2; costillas: 2; radio: 1; tibia: 3. Indeterminados: 4. 65. Oveja. radio: 1. Ovicaprino. dientes superiores: 1; mandíbula: 1; axis: 1; vértebras: 1; costillas: 8; escápula: 3; metacarpo: 1; pelvis: 1; fémur: 1; tibia: 2; calcáneo: 1; metatarso: 1; falange 10: 1. Cabra. ulna: 1; radio: 1. Perro. metacarpo: 1. Conejo. húmero: 1; tibia: 1. Gallina. coracoides: 1. Indeterminados: 5. 66. Oveja. tibia: 1. Ovicaprino. dientes superiores: 3; dientes inferiores: 2; vértebras: 2; costillas: 4; escápula. 2; húmero: 1; ulna: 1; radio: 3; metacarpo: 5; fémur: 2; tibia: 1. Cabra. húmero: 1; ulna: 1. Indeterminados: 15. 67. Ovicaprino. escápula: 1; húmero: 2; radio: 3; metacarpo: 1; tibia: 2. Gallina. tibiotarso: 1. Indeterminados: 10. 68. Oveja. húmero: 1. Ovicaprino. dientes superiores: 1; escápula: 2; húmero: 2; radio: 1; fémur: 1; tibia: 1. Cabra. tibia: 1. Indeterminados: 10. 69. Vaca. pelvis: 1. Ovicaprino. neurocráneo: 1; dientes superiores: 1; costillas: 8; escápula: 1; húmero: 1; radio: 1; metacarpo: 2; fémur: 1; tibia: 1; falange 10: 1. Indeterminados: 6.


70. Vaca. pelvis. 1. Ovicaprino. vértebras: 1; costillas: 9; escápula: 2; húmero: 2; tibia: 1; metápodo: 1. Indeterminados: 5. 71. Ovicaprino. costillas: 1; húmero: 1; tibia: 1. Conejo. tibia. 1. Gallina. escápula: 1. 72. Ovicaprino. vértebras: 1; húmero: 1; radio: 1; metacarpo: 3; tibia: 2; metatarso: 2; falange 10: 1. Indeterminados: 20. 73. Ovicaprino. dientes superiores: 1; vértebras: 1; costillas: 1; escápula: 1; húmero: 1; radio: 3; tibia: 3. Gallina. fémur: 1. Indeterminados: 5. 74. Ovicaprino. costillas: 1; escápula: 1; húmero: 1; fémur: 1; astrágalo: 1; metatarso: 1. 75. Vaca. vértebras: 1; costillas: 2; pelvis: 1; patella: 1.Ovicaprino. vértebras: 2; costillas: 2; escápula: 1; radio: 3; metacarpo: 1; fémur: 1. Gallina. tibiotarso: 1. Indeterminados: 6. 76. Ovicaprino. tibia: 2; falange 10: 1. Indeterminados: 1. 77. Oveja. húmero: 1. Ovicaprino. vértebras: 1; costillas: 6; escápula: 3; radio: 2; metacarpo: 2; pelvis: 1; fémur: 2; tibia: 4; metatarso: 2. Cabra. húmero: 1. Indeterminados: 7. 78. Ovicaprino. tibia: 1. 79. Oveja. húmero: 1. Ovicaprino. escápula: 1; tibia. 2; metatarso: 1. Gallina. fémur: 1. 80. Vaca. tibia: 1. Oveja. tibia: 1. Ovicaprino. clavija: 1; costillas: 1; húmero: 2; calcáneo: 1. Indeterminados: 8. 81. Ovicaprino. dientes inferiores: 1; radio: 2; pelvis: 1; tibia: 1. Conejo. tibia: 1. 82. Ovicaprino. húmero: 1; radio: 2; pelvis: 1; fémur: 2. Gallina. ulna: 1. 83. Oveja. húmero: 5; ulna: 1; radio: 1. Ovicaprino. dientes superiores: 1; dientes inferiores: 2; vértebras: 1; costillas: 10; escápula: 4; húmero: 4; ulna: 1; radio: 3; metacarpo: 2; pelvis: 4; fémur: 3; tibia: 3; calcáneo: 1; falange 10: 3. Cabra. húmero: 1; radio: 1. Gallina. ulna: 1; radio: 1; fémur: 1; tibiotarso: 1. Indeterminados: 25. 84. Ovicaprino. ulna: 1; tibia: 1; calcáneo: 1. Cabra. tibia: 1. 85. Oveja. tibia: 1. Ovicaprino. húmero: 1. 86. Ovicaprino. dientes superiores: 1; fémur: 1; tibia: 1. 87. Ovicaprino. costillas: 1; escápula: 1; radio: 2; metápodo: 2. Indeterminados: 2.

88. Ovicaprino. dientes superiores: 1; dientes inferiores: 2; costillas: 1; escápula: 2; húmero: 3; ulna: 1; radio: 1; metatarso: 1. Indeterminados: 1. 89. Vaca. húmero: 1; radio: 1. Ovicaprino. costillas: 2; pelvis: 1; tibia: 2; calcáneo: 1; astrágalo: 1. Indeterminados: 3. 90. Ovicaprino. costillas: 1; radio: 2; húmero: 1; tibia: 1. Indeterminados: 1. 91. Oveja. tibia: 1. Ovicaprino. vértebras: 1; costillas: 1; radio: 1; pelvis: 1; tibia: 2. Conejo. radio: 1. Indeterminados: 5. 92. Ovicaprino. costillas: 2; escápula: 1; húmero: 1; ulna: 1; tibia: 1. Indeterminados: 5. 93. Caballo. dientes inferiores: 1. Ovicaprino. dientes superiores: 1; costillas: 1; tibia: 2; metatarso: 1. 94. Ovicaprino. húmero: 1. Indeterminados: 2. 95. Caballo. dientes inferiores: 1; costillas: 2; pelvis: 1. Vaca. mandíbula: 1; costillas: 3; metatarso: 1. Oveja. escápula: 1; húmero: 3; radio: 1; tibia: 1. Ovicaprino. neurocráneo: 2; viscerocráneo: 10; dientes superiores: 6; mandíbula. 2; vértebras: 1; costillas: 8; escápula: 3; húmero: 8; ulna: 1; radio: 4; metacarpo: 8; pelvis: 1; fémur: 3; tibia: 7; calcáneo: 1; metatarso: 4. Cabra. clavija: 1; escápula: 1; húmero: 3; ulna: 1; radio: 1; pelvis: 1; tibia: 2. Gallina. fémur: 1; tibiotarso: 1. Indeterminados: 54. 96. Vaca. radio: 1. Ovicaprino. dientes superiores: 1; vértebras: 1; costillas: 2; húmero: 1; radio: 1; fémur: 1; metatarso: 1. Cabra. húmero: 1. Indeterminados: 19. 97. Ovicaprino. vértebras: 1; húmero: 1; radio: 1; metacarpo: 1; tibia: 2. Liebre. radio: 1; tibia: 1. Indeterminados: 5. 98. Vaca. costillas: 3; falange 20: 1. Ovicaprino. costillas: 1; escápula: 1; húmero: 1; radio: 2; metacarpo: 1; fémur: 1; tibia: 1; falange 10: 1.Cabra. radio: 1. Gallina. fémur: 1; tibiotarso: 1. Indeterminados: 4. 99. Caballo. dientes superiores: 2. Vaca. falange 10: 1.Oveja. ulna: 1; húmero: 1; tibia: 1. Ovicaprino. costillas: 2; radio: 3; pelvis: 1; fémur: 1; tibia: 1; metatarso: 1; metápodo: 1. Indeterminados: 4. 109


100. Caballo. escápula: 1. Ovicaprino. metatarso: 2. Indeterminados: 1. 101. Ovicaprino. costillas: 1; radio: 1; tibia: 1. Indeterminados: 10. 102. Ovicaprino. metatarso: 1. Indeterminados: 1. 103. Ovicaprino. tibia: 1. 104. Vaca. mandíbula: 1; sacro: 1; tibia: 1. Ovicaprino. húmero: 1; tibia: 1; calcáneo: 1; metatarso: 1. 105. Ovicaprino. costillas: 2; metacarpo: 1; tibia: 1. Indeterminados: 2. 106. Ovicaprino. dientes superiores: 1; escápula: 1; radio: 1; fémur: 1. 5.5. Discusión Los restos pertenecientes a équidos han sido escasos, hecho que ha impedido profundizar más allá de la mera distinción de especie, caballo y asno. No se han apreciado evidencias claras de cortes en el material óseo que pudieran indicar su inclusión en el consumo alimentario. También algunos autores árabes indican su escaso empleo como alimento (Díaz García, 1982-83). Por ello nos inclinamos más a pensar en cuestiones relacionadas con transporte y trabajo agrícola como ocupación principal de estos animales. El ganado vacuno es la segunda cabaña ganadera mejor representada tras el ovicaprino. En este caso si se encuentran presentes en el material óseo analizado tanto fracturas como huellas de cortes, que indicarían su inclusión en el consumo alimentario. Se ha determinado la presencia de animales juveniles, subadultos y adultos. Según distintos autores árabes: “en cuanto a las carnes de vacas adultas, son frías, recias y difíciles de digerir, generan el humor melancólico o de bilis negra, y producen enfermedades melancólicas, siendo adecuadas para los que realizan trabajos pesados. En cuanto a las carnes de vacas jóvenes, son frías, más bien algo húmedas, y tienen una mejor complexión, produciendo mejor quimo. La carne de ternera lechal es un alimento equilibrado, por cuanto la humedad propia de edad modera la sequedad de su complexión. La sangre generada por ella es excelente. Esta carne es como la de cordero añal en bondad y excelencia. Y tiene un aroma que indica la calidad de su quimo. Las hembras son mejores que 110

los machos. La ternera produce una carne excelente, aunque es un poco pesada” (Díaz García, 1982-83). “Los bueyes, por su condición de animales de tiro, tenían un precio elevado y, por tanto, su carne era poco empleada en la alimentación; sólo cuando ya no eran útiles para el trabajo, su precio bajaba ostensiblemente. Tras la carne de choto y borrego, Averroes señala la de ternero, más aromática que la de choto, aunque ésta última genera un quimo de más calidad que la de cordero” (García Sánchez, 1983-86). La cabaña ovicaprina se configura como la base alimentaria de la población, con un consumo más significativo de oveja que de cabra. Para intentar profundizar en esta situación volvemos a recurrir a los escritos de diversos autores árabes. “La mejor carne de ganado es la de cordero añal, de un año cumplido. Es la de sabor más agradable, y al mismo tiempo la que contiene un mayor alimento. La sangre generada por ella es excelente. Esta carne es rápida de digerir, y de mucha afinidad con nuestros cuerpos. A la carne de cordero añal le sigue en calidad la carne de carnero que ha echado sus primeros dientes, ya que es menos jugosa, y de complexión más proporcionada que la carne de borrego y de oveja. Se transforma en una sangre excelente, sin producir flema, y no necesita en absoluto ser corregida. La carne de borrego es caliente, húmeda, más jugosa que la carne de carnero de dos años. La carne de carnero viejo es la más seca y desabrida de las carnes de carnero. La sangre que genera es densa. Tiene un sabor desagradable, por predominar en ella la sequedad. Por último, la carne de ovejas lactantes es más jugosa que la carne de borregos pequeños, menos caliente y más viscosa. Y si es añal, su carne es mejor, aunque menos húmeda y jugosa” (Díaz García, 1982-83). En lo que se refiere a la cabra encontramos lo siguiente: “La carne de cabras viejas no es buena, genera enfermedades melancólicas y es muy seca. En cuanto a la carne de cabras jóvenes, constituye un buen alimento, próximo al punto de equilibrio, y producen una sangre buena, aunque algo seca. Es necesario comerla con mucha grasa. En cuanto a la carne de choto lechal, son de agradable sabor y muy nutritivas, y la sangre que generan es buena. Son equilibradas y exentas de todo mal, porque la jugosidad debida a su edad compensa la natural sequedad de su complexión. Igualmente, de todo animal de complexión seca sus crías son preferibles a los adultos, pues la humedad de su edad contrarresta la sequedad de su complexión y


su naturaleza. Además de eso, la carne de choto es de fina contextura, y saludable para quienes tienen poca humedad y débil digestión, como los convalecientes de enfermedades” (Díaz García, 1982-83). Los animales de compañía se encuentran representados por perro y gato, aunque su importancia dentro de la muestra ósea sea testimonial. Sin embargo, la presencia de la última especie en ámbitos domésticos queda testimoniada por las marcas de mordeduras sobre huesos de gallina (Lám. 17). Las especies de mamíferos silvestres (ciervo, conejo, liebre) muestran también una escasez de material determinado que hace de su presencia algo testimonial. Para algunos autores árabes: “En cuanto a la carnes de liebre, conejo, ciervo y onagro, todas ellas son malas y generan un humor melancólico” (Díaz García, 1982-83). “En lo que respecta a las carnes de caza (liebre, conejo, ciervo, onagro, gacela, etc.) todos los autores, tanto andalusíes como orientales, las consideran bastas, secas y dañinas, salvo raras excepciones. Sin embargo la carne de caza, abundante en la Andalucía islámica, constituía un considerable suplemento alimenticio de buena parte de su población. Junto con el conejo doméstico, el de monte era una carne muy apreciada desde un punto de vista económico, dada su frecuente y masiva venta en los zocos” (García Sánchez, 1983-86). Las aves, por último, se encuentran bien representadas sobre todo en el caso de la gallina, animal muy apreciado tanto por árabes como por cristianos. A este respecto: “Las mejores carnes de aves para el cuerpo humano, especialmente para aquéllos que hacen poco ejercicio, son las carnes de gallina” (Díaz García, 1982-83). “Dentro del grupo de las volátiles, la carne más apreciada era la de gallina, especialmente la de gallinas jóvenes; Averroes la antepone a todas las carnes, incluidas las de ganado. En efecto, la carne de gallina tiene un contenido relativamente bajo de grasa, aunque algo más elevado que la de pollo, y un alto grado de digestibilidad. Tras ella, los distintos autores colocan la de perdiz” (García Sánchez, 198386). Como parece obvio por el registro arqueológico al que pertenecen los restos óseos analizados (época califal), no se ha recuperado ningún resto óseo de cerdo. “Del cerdo, animal considerado impuro dentro de las leyes religiosas musulmana y judaica, no sabemos si se consumiría, al menos en los ambientes rurales, dada la alimentación tan económica que

exige y su aprovechamiento total. Aparte de la prohibición del consumo de carne de cerdo, los musulmanes no podían comprar carne en las carnicerías de los cristianos y judíos” (García Sánchez, 1983-86). 6. CRONOLOGÍA El material mueble recuperado certifica la cronología califal del arrabal puesto al descubierto pues sus formas y tipologías se encuadran en este período. Los fragmentos cerámicos pertenecen en gran número a formas elaboradas en cerámica común y vidriada. Anafes, lebrillos, ollas, marmitas, cazuelas, tinajas, orzas, cántaros, botellas, jarros, jarritos y tapaderas, realizadas en cerámica común se emplearían en la cocina y cuencos en diversos vidriados, ataifores decorados con la técnica “verde y manganeso”, redomas y jarritos vidriados y otros, en la mesa. La cerámica pintada y con engobe es más escasa. Comunes son los candiles de piquera alargados y con decoración de goterones de vedrío verde. Junto a este material, en metal, destacan los herrajes de puertas, alcayatas y hojas de cuchillo en hierro y las despabiladeras de candiles en bronce. 7. CONCLUSIONES Nos encontramos pues ante parte de un extenso arrabal de la Córdoba del siglo X y principios del XI, delimitado al sur por esta gran arteria o Avenida E (Fig. 3 y Lám. 1). El límite este se perfila como el propio lienzo oeste de la muralla, pues otros restos de arrabal se han localizado en las avenidas de Medina Azahara y Arroyo del Moro y en la contigua zona del MA-3. Por último, en cuanto al límite oeste, los restos se extienden de momento hasta la urbanización de Miralbaida. Todo apunta a que la Avenida E sería la vía de comunicación del arrabal con una de las puertas de la ciudad, la de Amir al Qurashi o actual Puerta de Gallegos (Fig. 2). Por tanto, este arrabal sería uno de los nueve que los investigadores citan para el ensanche occidental (CASTEJÓN, 1929: 44; CABRERA, 1994: 117) que, junto a otros, experimenta la ciudad a raíz de convertirse en capital del Califato Omeya, cuando la aglomeración urbana surgida hizo necesaria la creación de nuevas superficies urbanizadas (Fig. 2). Las fuentes relatan este amplio ensanche 111


urbanístico del siglo X, materializado en un denso cinturón de carácter netamente urbano en torno al recinto murado, conformado por arrabales independientes entre sí y a la vez estrechamente subordinados al gobierno y autoridad de la madina, crecimiento, por otra parte, que no fue arbitrario sino que se gestó desde la planificación estatal (ACIÉN, VALLEJO, 1998, MARFIL, P., 2001: 364). Se trata de un urbanismo ex novo y preconcebido, pero en el que contrasta el rudimentario sistema de saneamiento con el que se dotó a toda la urbanización, una primaria red de atarjeas y pozos ciegos a los que vertían las aguas de los canalillos y las letrinas (APARICIO, 2008: 256). El arrabal no disponía de muralla, ausencia de defensa que acarrearía su fácil asalto en la guerra civil o fitna (1009-1031) de principios del siglo XI (TORRES BALBAS, 1985: 181) que le llevaría a su destrucción total y posterior abandono, siendo aún visibles las huellas de ese violento acontecimiento en la Casa 29 (Fig. 7). Añadir que si bien presentamos como novedoso este tipo de urbanismo, nos referimos a Córdoba en el período Califal, de la que conocemos bien su medina, de estructura laberíntica e intrincada, caracterizada por la irregularidad de su parcelario y anarquía de su callejero aunque caso aparte, estimamos, contaríamos con la ciudad palatina de Madinat al-Zahra´, donde la construcción de redes de abastecimiento de agua y de saneamiento, así como la organización del viario interno de la ciudad y del alcázar indican su planificación urbana (VALLEJO TRIANO, 2001: 390). Así, son bien conocidos numerosos ejemplos de urbanismo ortogonal en ciudades islámicas, baste citar algunos: Vascos (Toledo) (IZQUIERDO, 1990: 147163), Bayyana-Pechina (Almería), cuyas viviendas se agrupan en manzanas delimitadas por calles de trazado rectilíneo, respondiendo la trama urbana a una estructura claramente ortogonal (CASTILLO GALDEANO, MARTÍNEZ MADRID, 1990: 111-112), o Saltés (Huelva) con una trama ortogonal relativamente uniforme que parece seguir un proyecto preestablecido que habría impuesto la orientación y el trazado de los principales ejes de comunicación, siendo la calle anterior a la casa (BAZZANA, BEDIA GARCÍA, 1993: 30). En cuanto al origen de este tipo de urbanismo ortogonal en las ciudades islámicas, la mayoría de 112

los autores establece que se lleva a cabo en las ciudades de nueva planta, o bien en aquellas en las que un aumento considerable de la población acarrea un desbordamiento importante de la ciudad amurallada, siendo necesario la creación de nuevos espacios urbanizados de forma rápida y organizada, pero también hay quienes ven en este principio de organización la respuesta a unos imperativos de seguridad e higiene, indispensables para la existencia de un poblamiento bastante denso y por tanto no se trate de una verdadera preocupación urbanística sino una solución lógica y coherente ante un problema a resolver (MAZZOLI GUINTARD, 2000: 177 y 197). Volviendo a nuestra ciudad, cada día son más numerosos los ejemplos constatados de urbanismo ortogonal en los arrabales de Córdoba que certifican una planificación urbanística previa al desarrollo de los ensanches, éstos caracterizados por vías principales rectilíneas y de orientación, en general, cardinal que definen manzanas muy regulares (APARICIO, 2009: 1130; CAMACHO, 2002: 124; CAMACHO, 2009: 1085-1088; CASTRO, 2001: 241; FUERTES, HIDALGO, 2001: 170; RUIZ, 2005: 63-64; ZAMORANO, LUNA, 1995: 173, etc.). En relación al estudio zooarqueológico, las propias limitaciones de la muestra analizada imponen unas necesarias precauciones a la hora de plantear hipótesis explicativas. El objetivo de nuestro trabajo se ha reducido a contemplar en los datos obtenidos solamente indicios de fenómenos que, en cualquier caso, deberán ser constatados y comparados de nuevo en yacimientos de características similares. La fauna doméstica conforma la base cárnica de la dieta alimentaria, basándose principalmente en oveja y cabra en cuanto a la biomasa aportada. La silvestre, por su parte, está escasamente representada, siendo el conejo la especie más cazada. En las especies de macromamíferos (vacuno, équidos) existe un claro predominio de los animales sacrificados en edad adulta, mientras que en los mesomamíferos (ovicaprino principalmente) además de adultos es muy importante el sacrificio de individuos infantiles y juveniles, lo cual indicaría en todos los casos la existencia de técnicas de control y reemplazo de las cabañas ganaderas.


BIBLIOGRAFÍA (arrabal califal) ACIÉN ALMANSA, M.; VALLEJO TRIANO, A. (1998): “Urbanismo y Estado islámico: de Córdoba a Qurtuba-Madinat-al-Zahra” en P. Cressier: Génese de la ville islamique en alAndalus et au Maghreb occidental. Madrid, pp. 107-136. AGÜERA, E. et alii (2005): “Identificación del material óseo perteneciente a las canalizaciones de la casa de Yafar y de las viviendas de servicio de Madinat al-Zahara, Meridies 7, 39-58. APARICIO SÁNCHEZ, L. (2008): “Redes de abastecimiento y evacuación de aguas en los arrabales califales de Córdoba”, Arte, Arqueología e Historia 15, 237-256. APARICIO SÁNCHEZ, L. (2009): “Actuación Arqueológica Preventiva en la C/ Joaquín Sama Naharro esquina a Músico Cristóbal de Morales, de Córdoba”. AAA 2004.1. Sevilla, pp.1124-1142. BAZZANA, A.; BEDIA GARCÍA, J. (1993): Saltés: una ciudad islámica. Madrid / Huelva. CABRERA, E. (1994): “Ornato del mundo”, Córdoba Capital, Historia, vol. 1, Córdoba, pp. 113-128. CAMACHO CRUZ, C. (2002): “Nuevos vestigios arqueológicos de la Córdoba Omeya. Actuaciones arqueológicas en el trazado de la Ronda de Poniente”, Arte, Arqueología e Historia 9, 118-132. CAMACHO CRUZ, C. (2009): “Intervención Arqueológica de Urgencia en Yacimiento Electromecánica. Campaña 2004. Ronda Oeste de Córdoba”, AAA 2004.1. Sevilla, pp. 10821093. CAMACHO CRUZ, C. (2009): “Arrabales Occidentales de Qurtuba: Modelo Urbanístico y doméstico. Intervención Arqueológica de Urgencia en Yacimiento Carretera del Aeropuerto. Arrabal, Campañas 2001/2003-2004”, AAA 2004.1. Sevilla, pp. 1.143-1.159. CASTEJÓN, R. (1929): “Córdoba califal”, BRAC 25, 255-339. CASTRO DEL RÍO, E. (2001): “La arquitectura doméstica en los arrabales de la Córdoba Califal; la zona arqueológica de Cercadilla”. AAC 12, 241-281.

CASTILLO GALDEANO, F.; MARTÍNEZ MADRID, R. (1990): “La vivienda hispanomusulmana en Bayyana-Pechina (Almería)”, La casa hispanomusulmana. Aportaciones de la Arqueología. Granada, pp. 111-128. ESCOBAR CAMACHO, J.M. (1989): Córdoba en la Baja Edad Media. Córdoba. LEVÍ PROVENÇAL, E. (1957): España musulmana, en Historia de España, Tomo V, dirigida por Ramón Menéndez Pidal. Madrid. FUERTES SANTOS, M. C.; HIDALGO PRIETO, R. (2001): “La evolución urbana del arrabal noroccidental de Qurtuba: el yacimiento de Cercadilla”. AAC 12, 159-175. IZQUIERDO BENITO, R (1990): “La vivienda en la ciudad hispanomusulmana de Vascos (Toledo)”, La casa hispanomusulmana. Aportaciones de la Arqueología. Granada, pp. 147-162. MARFIL RUIZ, P. (2001): “Urbanismo cordobés”, El esplendor de los Omeyas cordobeses. Granada, pp. 360-371. MAZZOLI GUINTARD, C. (2000): Ciudades de al-Andalus. Granada. RUIZ NIETO, E. (2005): “El ensanche occidental de la Córdoba Califal”, Meridies 7, 59-74. TORRES BALBÁS, L. (1985): Ciudades Hispanomusulmanas, vol. I. Madrid. VALLEJO TRIANO, A. (2001): “Madinat alZahra´, capital y sede del Califato Omeya andalusí”, en VVAA: El esplendor de los Omeyas cordobeses. Estudios. Granada, pp. 386-397. ZAMORANO ARENAS, A. M.; LUNA OSUNA, D., (1995): “Excavación Arqueológica de Urgencia en el Sistema General U-1 (Finca El Fontanar, Córdoba), AAA, 1992, III. Sevilla, pp. 161-173. BIBLIOGRAFÍA (estudio zooarqueológico) BARONE, R. (1966): Anatomie comparée des mamiféres domestiques. T. 1. Osteologie. Vigot (Eds.). Lyon. BOESSSNECK, J., MÜLLER, H.H. Y TEICHERT, M. (1964): «Osteologische unterscheidungsmerkmale zwischen Schaf (Ovis 113


aries, Linné) und Ziege (Capra hircus, Linné)», Kühn-Archiv, 78, 1-2: 1-129. DÍAZ GARCÍA, A. (1982-83): “Un tratado nazarí sobre alimentos: «Al-Kalâm alà l-agdiya de alArbûlî » Edición, traducción y estudio, con glosarios (II)”, Cuadernos de Estudios Medievales, 10-11, 5-91. DRIESCH, A. von den (1976): A guide to the measurement of animal bones from archaeological sites. Cambridge Mass. Harvard University. DRIESCH, A. von den; BOESSNECK, J. (1974): Kritische Aumerkungen zur Widerristhöhenberechnung aus längemassen vor-und frühgeschtlicher Tierknochen. Säugetierkundliche Mitteilungen, 22: 325-348.

114

FOCK, J. (1966): Metrische Untersuchungen an Metapodien einiger europäischer Rinderrasen. Universität München. GARCÍA SÁNCHEZ, E. (1983-86): “La alimentación en la Andalucía Islámica. Estudio histórico y bromatológico. II. Carne, pescado, huevos, leche y productos lácteos”, Andalucía Islámica. Textos y Estudios, 4-5, 237-278. MORALES, A. (1976): Contribución al estudio de las faunas mastozoológicas asociadas a yacimientos prehistóricos españoles. Tesis Doctoral. Madrid. PALES, L.; LAMBERT, C. (1971): Atlas Osteologique pour servir à l´identificátion des Mammifères du Quaternaire. Paris.


NOTAS 1. Los terrenos definidos en el citado PP E-1.1 están ubicados en la zona oeste de la ciudad y cuentan con una superficie de 254.534,94 m2. Sus límites son la barriada del Parque Figueroa por el norte, el Sector MA-3 por el este, la barriada de la Electromecánica por el oeste y la antigua carretera de Palma del Río por el sur. 2. La actividad arqueológica en ellas desarrollada ha consistido en una Intervención Arqueológica de Urgencia, autorizada por Resolución de la Dirección General de Bienes Culturales de la Consejería de Cultura de 14 de enero de 2003. 3. Como BASE de referencia se han tomado las coordenadas: X: 1909, Y: 1909-1 y Z: 1910 de la Avda. del Mediterráneo en la cercana MA-3 o zona de Noreña.

4. Todo ello sufragado por la empresa propietaria del solar, VIMCORSA (Viviendas Municipales de Córdoba, S.A.), a quien reiteramos nuestro agradecimiento por habernos facilitado todos los medios humanos y materiales necesarios para llevar a cabo nuestra labor así como por su entera disponibilidad en todo momento. 5. La excepción es el muro UE 497 cuya orientación no se ajusta al resto del arrabal. 6. Único ejemplo de cinco hiladas es el muro de fachada al Callejón D UE 321 de la Casa 16.

115


ANEXOS

TABLAS Y GRÁFICOS NRD

%

NMI

%

PESO

%

caballo asno vaca oveja ovicaprino cabra perro gato ciervo conejo liebre gallina perdiz

20 1 98 79 1173 32 1 1 1 7 2 28 3

1.38 0.07 6.78 5.46 81.12 2.21 0.07 0.07 0.07 0.48 0.14 1.94 0.21

2 1 5 16 94 8 1 1 1 3 1 5 2

1.43 0.71 3.58 11.43 67.14 5.72 0.71 0.71 0.71 2.14 0.71 3.58 1.43

329 6 2.645

3.04 0.06 24.48

7773

71.94

2 1 20 5 2 21 1

0.02 0.01 0.18 0.05 0.02 0.19 0.01

Determinados Indeterminados

1146 650

100

140

100

10805 1408

100

Total

2096

12213

Tabla 1. Número de restos determinados (NRD), número mínimo de individuos (NMI) y peso de las especies animales representadas con sus respectivos porcentajes.

A clavija neurocráneo viscerocráneo dientes sup. mandíbula dientes inf. atlas axis vértebras costillas escápula húmero ulna radio metacarpo pelvis fémur patella tibia calcáneo

116

B

C

D

1 9 2

4 2

2 1

5 1

8 29 2 7 3 6 4 3 4 1 5

6 33 8 8

19

E 1 3 10 37 22 16 2 2 48 272 58 97 9 132 80 46 53

F 2

177 28

9

3 8 3 5 1 1

G

H

I

1

J

L

1

2 1 2 3

1 1

1

K

1 1 4

8 1

M


A astrágalo metatarso falange 1ª falange 2ª sacro metápodo coracoides tibiotarso tarsometatarso TOTAL

B

1

20

1

C 1 7 8 1 1 1

98

D 1 3 1

E 4 47 25

F

G

H

I

J

K

L

M

1 2

2

3 7 2 28

4

79

1173

32

1

1

1

7

3

Tabla 2. Desglose anatómico de las especies animales representadas: A-caballo; B-asno; C-vaca; D-oveja; E-ovicaprino; F-cabra; G-perro; H-gato; I-ciervo; J-conejo; K-liebre; L-gallina; M-perdiz.

Gráfico 1. NRD, NMI y Peso de las especies animales determinadas: A-équidos; B-bóvidos; C-ovicaprino; D-animales de compañía; E-animales silvestres; F-aves.

Gráfico 2. Desglose anatómico en el ganado vacuno.

Gráfico 3. Desglose anatómico en la cabaña ovicaprina

117


Lรกm. 1: Arrabal vista general desde el oeste.

118


Lรกm. 2: Casas 1 a 4, desde el oeste.

Lรกm. 3: Casas 5, 6 y 7, desde el oeste.

119


Lรกm. 4: Casas 8, 9, 10 y 11, desde el oeste.

Lรกm. 5: Casas 12, 13 y 14, desde el oeste.

120


Lรกm. 6: Manzana Sur.

Lรกm. 7: Avenida E, desde el oeste.

121


Lรกm. 8: Manzana Norte.

Lรกm. 9. Calle B, desde el oeste.

122


Lám. 10: Metacarpo completo de vaca, Bos taurus.

Lám. 11: Hemimandíbulas de ovicaprino.

Lám. 12: Fragmentos distales de humero de ovicaprino.

Lám. 13: Fragmentos distales de tibia (adultos y subadultos) de ovicaprino.

123


Lám. 14: Fragmento proximal de húmero de ovicaprino con marcas de cortes.

Lám. 16: Fragmento de metacarpo de ciervo, Cervus elaphus, con incisiones intencionadas.

124

Lám. 15: Fragmento de húmero de gato, Felis catus.

Lám. 17: Fémur de gallina presentando mordeduras de gato doméstico.


Fig. 1: Ubicaci贸n de las Parcelas 29, 30 y 31 de la Manzana I del Plan Parcial E-1-1 del PGOU de C贸rdoba.

125


Fig. 2: Expansi贸n urbana de C贸rdoba en el s. X

126


Fig. 3: Planimetr铆a de la excavaci贸n de la Parcela 29, al este de la Manzana I.

127


Fig. 4: PlanimetrĂ­a de la mitad norte de la Manzana Norte. Casas 1 a 7 y Calle A.

128


129

Fig. 5: PlanimetrĂ­a de la mitad sur de la Manzana Norte. Casas 8 a 15 y Calle B.


Fig. 6. Planimetr铆a de la mitad norte de la Manzana Sur. Casas 16 a 25. Calles B y C y callej贸n D.

130


131

Fig. 7. PlanimetrĂ­a de la mitad sur de la Manzana Sur. Casas 26 a 29 y Calle E.



Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.