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Desigualdades de género en el cuidado informal y su impacto en la salud

  • Autores: María del Río Lozano
  • Directores de la Tesis: María del Mar García Calvente (codir. tes.), Francisco Entrena Durán (codir. tes.)
  • Lectura: En la Universidad de Granada ( España ) en 2014
  • Idioma: español
  • Tribunal Calificador de la Tesis: Nuria Romo Avilés (presid.), Mª Dolores Martín-Lagos López (secret.), Eugenia Gil García (voc.), José-Francisco Jiménez-Díaz (voc.), Ana Delgado Sánchez (voc.)
  • Materias:
  • Enlaces
    • Tesis en acceso abierto en: DIGIBUG
  • Dialnet Métricas: 3 Citas
  • Resumen
    • El cuidado informal, entendido como la atención no remunerada dispensada a personas de la red social o familiar cercana que necesitan ayuda para la realización de actividades de la vida diaria, ha sido tradicionalmente realizado por las mujeres de la familia, en un contexto de privacidad e invisibilidad, ligado al terreno de lo afectivo, con escaso reconocimiento social y no pocos costes para su salud y su calidad de vida. En las últimas décadas, hemos asistido a un creciente interés por el estudio de este tipo de cuidado, motivado por profundos cambios sociales. Un acusado envejecimiento poblacional junto a otros cambios demográficos, nuevos modelos familiares, laborales y culturales, han propiciado el aumento de las personas beneficiarias de este tipo de cuidados, al tiempo que ha disminuido la proporción de mujeres con disponibilidad para cuidar a tiempo completo. Es amplia la literatura que atribuye al cuidado informal un impacto en la salud tanto física como mental de quienes asumen el rol de cuidar, un coste que recae especialmente en las mujeres. Sin embargo, en España se ha puesto en evidencia la escasez de estudios que analicen el impacto desigual en la salud del cuidado que prestan mujeres y hombres, y que lo aborden desde enfoques metodológicos cualitativos o mixtos, necesarios para profundizar en el complejo entramado de factores que intervienen en esta realidad. La identificación de estos factores, en el actual contexto de cambio social, resulta clave para el desarrollo correcto de intervenciones dirigidas a las personas cuidadoras desde los sistemas de bienestar.

      Esta tesis se propone analizar las desigualdades de género en el cuidado informal y su impacto diferencial sobre la salud de las mujeres y los hombres cuidadores; con este objetivo agrupa cinco publicaciones científicas derivadas de cinco estudios diferentes que comparten esta finalidad.

      El primero de los artículos, titulado «Exhausted women, tough men: a qualitative study on gender differences in health, vulnerability and coping with illness in Spain», analiza las diferentes percepciones y experiencias sobre estado de salud, vulnerabilidad y afrontamiento de la enfermedad expresadas por mujeres y hombres de distinta clase social en distintas etapas de su ciclo vital y, en especial, las relacionadas con el rol de cuidados. Lo hace con un abordaje cualitativo y se dirige a la población general, cuidadora y no cuidadora, para establecer un primer mapa conceptual de las percepciones en torno a este rol y sus consecuencias en la salud.

      Los tres siguientes artículos detienen la mirada en el que va a ser el principal bloque temático de la tesis, el cuidado informal, con la población cuidadora como principal sujeto de estudio. Lo harán secuencialmente, dando pequeños pasos que nos llevarán a plantear diferentes problemas de investigación y diseños metodológicos. El segundo artículo, titulado «Desigualdades de género en el cuidado informal a la salud», analiza la desigual distribución del cuidado y su impacto en la salud percibida general y mental, comparando la población cuidadora con la que no lo es. Para ello tiene en cuenta también la influencia de los factores socioestructurales. El tercero, «Desigualdades de género en el deterioro de la salud como consecuencia del cuidado informal en España», se centra en las diferentes características del cuidado que realizan las mujeres y los hombres y sus consecuencias en salud. Ambos artículos se basan en diseños cuantitativos, en sendos estudios epidemiológicos transversales mediante la explotación de fuentes secundarias, la Encuesta Andaluza de Salud (EAS), de ámbito regional, y la Encuesta de Discapacidad, Autonomía personal y situaciones de Dependencia (EDAD), de ámbito nacional. El cuarto de los artículos, titulado «Gender identity in informal care: Impact on health in Spanish Caregivers», analiza con mayor profundidad las diferentes maneras que tienen mujeres y hombres de asumir y afrontar el cuidado, así como las desigualdades que generan en su salud y su calidad de vida, para lo que recurre a un diseño cualitativo centrado en las experiencias de las propias personas cuidadoras.

      Por último, el quinto artículo, titulado «Análisis de género de las percepciones y actitudes de los y las profesionales de atención primaria ante el cuidado informal», traslada el punto de vista a uno de los principales agentes de apoyo formal de las personas cuidadoras, las y los profesionales sanitarios que les atienden, analizando sus percepciones y actitudes ante el cuidado informal, para lo que utiliza también un abordaje cualitativo. Con esta doble mirada, la de quienes cuidan en el sistema informal y la de quienes les atienden desde los servicios formales, pretendemos contribuir a mejorar el conocimiento para orientar de forma más equitativa y desde el enfoque de género las políticas y actuaciones dirigidas a la población cuidadora, y así ayudar a reducir las desigualdades en su salud y su calidad de vida.

      Los resultados mostraron, en primer lugar, que hombres y mujeres producen discursos diferenciados al valorar y explicar su salud, y que éstos están relacionados con la experiencia diversa de ambos sexos en torno a roles, valores y estereotipos de género. Las mujeres expresaron peor percepción de salud, y destacaron el sentimiento de agotamiento, mientras que los hombres tendieron a sobrevalorarla, ocultando sus problemas de salud tras el estereotipo de «hombres duros». Ambos compartieron la creencia de que las mujeres son más vulnerables a enfermar, mientras que los hombres son más débiles en el afrontamiento de la enfermedad. Las personas entrevistadas expusieron una variedad de líneas argumentales para explicar sus percepciones, desde interpretaciones fundamentalmente biológicas, sobre todo en hombres, hasta modelos biopsicosociales mixtos o exclusivamente culturales, mujeres en su mayoría. Los resultados pusieron de manifiesto la importancia de tener en cuenta los factores derivados de la división sexual del trabajo y, especialmente, las desigualdades de género en torno a la distribución de roles reproductivos y de cuidados, a la hora de interpretar la salud tanto de los hombres como de las mujeres. En segundo lugar, los resultados pusieron de manifiesto grandes desigualdades de género en la distribución del cuidado, en interacción con otros ejes de desigualdad, como la edad y la posición sociocultural. Las mujeres se ocupaban del cuidado de las personas con las que convivían con mucha mayor frecuencia que los hombres, especialmente si tenían estudios primarios, trabajaban solo en el hogar y estaban casadas o lo habían estado anteriormente. En cambio, los hombres con estudios universitarios y con trabajo remunerado fueron los que más participaron en el cuidado. Cuidar a algún familiar mayor o con problemas crónicos o discapacidad resultó estadísticamente asociado a una salud percibida general y mental deficiente en las mujeres, resultados que no se observaron en el caso de los hombres. El mayor riesgo de salud deficiente que presentaron ellas no se relacionó únicamente con una mayor exposición a los cuidados, puesto que comparando a las mujeres y los hombres que cuidaban, ellas veían más afectada su salud. Estos resultados se complementaron con los reportados en el tercer artículo, según los cuales, las mujeres realizaban un cuidado de mayor intensidad, duración y frecuencia que los hombres. También constatamos que las mujeres asumían en mayor medida las tareas asociadas a un deterioro de la salud, mientras que los hombres participaban más en aquellas que resultaban protectoras, como las realizadas en el exterior del hogar. No obstante, los resultados del análisis multivariante pusieron de manifiesto la posible influencia de otros factores, en los que se profundizó en el siguiente artículo.

      La cuarta publicación mostró unos resultados acordes con la existencia de importantes desigualdades de género en el rol del cuidado informal. La profunda interiorización del rol de cuidadoras que experimentaban las mujeres y la rigidez con la que entendían que debían desempeñarlo, derivó en un ejercicio del cuidado muy intenso, sometido a una elevada presión social por «hacerlo bien» y caracterizado por una escasa búsqueda de apoyos. Las principales consecuencias negativas derivadas de esta manera de experimentar el cuidado fueron la aparición de numerosos problemas de salud crónicos, altos niveles de estrés, ansiedad y depresión, abandono de la propia salud, frecuente renuncia al trabajo remunerado y aislamiento social. Estos resultados estuvieron modulados principalmente por la intensidad del cuidado, el nivel socioeconómico y el parentesco con la persona dependiente. Los hombres, menos identificados con este rol, experimentaron el cuidado de forma más flexible, exteriorizaron más la necesidad de ayuda y presentaron más facilidad para delegar el cuidado en otras personas, antes de que su salud y su calidad de vida se vieran seriamente afectadas. Finalmente, el último artículo mostró que entre profesionales, al igual que había ocurrido con las propias cuidadoras y cuidadores, se reproducían algunas percepciones y actitudes ante el cuidado informal poco sensibles o potencialmente negativas para la equidad de género.

      En conjunto, los resultados de las cinco publicaciones llevan a concluir que las mujeres cuidan más, realizan un trabajo más intenso e interiorizan su rol de cuidadoras de acuerdo a unos mandatos de género que continúan teniendo un gran arraigo social, lo que se traduce en unos peores resultados en salud y unos costes de oportunidad más elevados para ellas. Por otro lado, entre los y las profesionales se atribuye a las familias, y especialmente a las mujeres, la principal responsabilidad del cuidado, lo que dificulta romper el círculo de invisibilidad e infravaloración del cuidado informal como fenómeno femenino.

      En base a estas conclusiones, se establecen una serie de recomendaciones finales. Entre ellas, se apunta la necesidad de seguir potenciando estrategias, desde todos los ámbitos, que promuevan la corresponsabilidad en el cuidado y favorezcan la conciliación del ámbito productivo y reproductivo. También se precisa más formación específica en equidad de género dirigida a profesionales, entendida como una poderosa herramienta para cualquier intervención dirigida a reducir las desigualdades de género en este ámbito y a mejorar la salud y la calidad de vida de quienes cuidan.


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