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Resumen de Los pueblos de España. Los comunistas y la cuestión nacional (1921-1981)

Diego Díaz

  • El objetivo de esta investigación ha sido analizar el discurso y la práctica de una parte de la izquierda española ante las identidades nacionales, a través de la trayectoria del Partido Comunista de España, desde su fundación en 1921, hasta el cierre de la transición, entre 1981 y 1982, cuando el partido entra en una profunda crisis. Hemos elegido al PCE y no a otra fuerza política, por ser aquella que más esfuerzo dedicó al estudio y debate de la llamada cuestión nacional, tratando de construir una organización política de carácter revolucionario en lo político y lo social, y a la vez con una concepción plurinacional de España. Esta combinación de patriotismo español, respeto a las identidades nacionales periféricas, e internacionalismo , entendido sobre todo como lealtad a la política soviética, hacen del PCE un sujeto privilegiado de estudio, en permanente tensión o equilibrio, a la hora de combinar estos tres planos o lealtades.

    A diferencia de la CNT y del PSOE, los comunistas asumirían casi desde su fundación la problemática de las nacionalidades, tratando de incorporar parte de las reivindicaciones de los nacionalismos periféricos a su proyecto revolucionario. Con el Frente Popular y la Guerra Civil el partido trataría de formular un proyecto a la vez patriótico español y plurinacional, alternativo al nacionalismo conservador y centralista de las derechas. Los comunistas marcarían la pauta de todo el antifranquismo en relación con el resurgir de los nacionalismos. Su aportación sería muy importante en la construcción de un Estado autonómico al término de la dictadura. Menos exitoso, sería su proyecto de construcción de un patriotismo popular y democrático. Las ideas fuerza de este españolismo que entendería a la patria como la agregación voluntaria de las clases populares de los diferentes “pueblos de España”, siempre enfrentadas a la oligarquía centralista subordinada a los intereses extranjeros (primero nazis y fascistas, luego imperialistas norteamericanos) se fraguaron en el periodo del frente popular, y se mantuvieron más o menos sin cambios hasta que el fracaso de la ruptura obligó a una transición democrática en la que hubo de aceptarse la monarquía y la unidad indivisible del Estado. La potencia del nacionalismo español conservador y las condiciones de inferioridad de la oposición democrática en la Transición impedirían la hegemonía de ese patriotismo alternativo, federalista, dejando huérfanas a las izquierdas de un proyecto nacional español propio y hegemónico.


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