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Resumen de Desplazados y refugiados políticos en España, 1940-1947: el papel de las embajadas

Concepción Pallarés Moraño

  • Durante los años 1940-1944 cruzaron clandestinamente los Pirineos, huyendo de los nazis, prisioneros de guerra evadidos, refugiados civiles franceses, polacos, canadienses, luxemburgueses, belgas, británicos y centroeuropeos, estos últimos, en su mayor parte, judios. Intentaban llegar a Gibraltar o a Portugal y embarcar allí para unirse a las tropas aliadas en Gran Bretaña o el Norte de África, o emigrar a Palestina, EEUU o Suramérica. Un número elevado de ellos eran detenidos en lugares cercanos a la frontera española, en su trayecto por las distintas rutas por las que intentaban llegar a la frontera portuguesa, o detenidos y devueltas a España por las autoridades lusas. Entre los años 1944-1946 cruzaron la frontera española refugiados que huían de los nazis, aduaneros y soldados alemanes, miembros de las SS o de la Gestapo, desertores del Reich, colaboracionistas, italianos fascistas y antifascistas, soldados del ejército soviético y de la brigada antibolchevique de Vlasov. Ambos colectivos convivieron en el campo de concentración de Miranda de Ebro hasta su clausura en enero de 1947. El papel de la embajada británica fue especialmente importante en el paso clandestino, y en la liberación de los aliados internados en el campo. También tuvieron una participación activa en esta tarea los consulados belgas y polacos, y organizaciónes humanitarias como el OINT y la Cruz Roa francesa. La política del gobierno español respecto al paso de refugiados evolucionó durante este período de la no-beligerancia a una neutralidad dudosa, con permisividad manifiesta con los evadidos nazis y colaboracionistas.


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