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Resumen de Impacto clínico-funcional del desgarro perineal de III-IV grado de origen obstétrico sobre la continencia fecal y urinaria

María Inés Merchán Felipe

  • Introducción Los desgarros perineales de origen obstétrico son aquellas laceraciones producidas en la zona perineal durante el parto. Según la clasificación de la Royal College Obstetric ang Ginecology, los desgarros de tercer y cuarto grado (alto grado) son aquellos que afectan al esfínter anal. La aparición de estos desgarros se ha relacionado con factores como partos instrumentados, episiotomía media, mayor edad materna, nuliparidad, parto prolongado, macrosomía fetal y presentación occípitoposterior. Son muchas las complicaciones que pueden derivar de este tipo de lesiones tanto a corto como a largo plazo que afectan a la calidad de vida de las mujeres que sufren este tipo de desgarros durante el parto. A pesar de que la mayoría de los desgarros obstétricos del esfínter anal son reconocidos en el momento de producción y son reparados correctamente de forma primaria, de manera que hasta en un 60-80% permanecerán asintomáticas a los 12 meses del parto, un alto porcentaje de mujeres experimentará sintomatología con repercusiones importantes en la calidad de vida de la mujer, sobre todo, si no son reconocidos clínicamente o son reparados de manera inadecuada. Todo ello da lugar a que puedan aparecer o persistir complicaciones a largo plazo. Las principales complicaciones asociadas a los desgarros de alto grado pueden presentarse en un amplio conjunto de síntomas tales como la incontinencia urinaria (IU), incontinencia fecal (IF), dolor, prolapso de órganos pélvicos o dispareunia que conducen a una amplia gama de deficiencias en la calidad de vida.

    El objetivo del presente estudio es analizar el impacto clínico-funcional del desgarro obstétrico de grado III-IV en el suelo pélvico y valorar la aparición de complicaciones, centrándonos en la aparición de incontinencia fecal y urinaria durante el postparto por ser aquellas complicaciones con más impacto psicosocial en la mujer, ya que supone la pérdida de una función fisiológica del organismo.

    Hemos realizado un seguimiento al mes, tres, seis meses y al año de las pacientes que han sufrido un desgarro de tercer y cuarto grado en el parto, analizando en cada visita los síntomas, datos exploratorios, pruebas funcionales y su impacto en la calidad de vida. Además se ha valorado el tratamiento instaurado y la curación a lo largo del tiempo.

    Las conclusiones que se han obtenido en base a los objetivos que se perseguían son las siguientes: • Un tercio de las mujeres que han sufrido un desgarro de tercer y cuarto grado presentan clínica de incontinencia al mes del parto, persistiendo en el 6 % de ellas al año de seguimiento.

    • El único factor que encontramos relacionado con el parto y que afecta a la sintomatología de incontinencia, además de la lesión del esfínter anal es el parto instrumentado y el peso del recién nacido.

    • Las mujeres que han sufrido un desgarro del esfínter anal y que presentan incontinencia en el postparto, tienen mayor hipermovilidad uretral y menor puntuación en la escala de Oxford que las mujeres que se encuentran asintomáticas.

    • Las puntuaciones de las escalas de gravedad y de calidad de vida de las pacientes con incontinencia, mejoran a los tres meses pero vuelven a empeorar a los seis y 12 meses de seguimiento.

    • Las pacientes con IF sufren un importante deterioro de la calidad de vida medido con la escala específica FIQL. El componente “vergüenza” es el más afectado. A esto hay que sumar el impacto en la calidad de vida de la incontinencia urinaria, que como hemos visto se asocia en la mayoría de las ocasiones a la presencia de incontinencia fecal. • La disponibilidad de procedimientos normalizados de trabajo para el manejo de los desgarros obstétricos, pueden ayudar a la disminución de complicaciones como la dehiscencia y la infección en el postparto inmediato.

    • El seguimiento de las mujeres con desgarros del esfínter anal de origen obstétrico debe hacerse de rutina y programarse sobre las cuatro semanas del parto, para detectar cualquier síntoma o complicación de forma precoz.

    • Es muy importante que en el momento que se detecta la incontinencia se realice un manejo de estas pacientes lo más precozmente posible, ya que la mayor tasa de curación se produce en los tres primeros meses tras el parto.

    • Las mujeres que presentan las dos incontinencias, tanto la fecal como la urinaria, son las que menos tasa de curación presentan y en todas se evidencia un defecto residual del esfínter en la ecografía endoanal.


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