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Resumen de ética y estética en el pensamiento de Arnold Schönberg

Jordi Pons i Farré

  • Ludwig Wittgenstein escribe en su Tractatus logico-philosophicus que: "Ética y estética son una y la misma cosa." Pero si lo son es porque convergen en lo místico. Y lo místico es, en el Tractatus, la conciencia de encierro lingüístico. Es en este punto que la expresión de lo indecible y su imposibilidad dejan de plantearse como problema. Lo indecible sólo se muestra, al estar contenido inexpresablemente en lo expresado. Y eso siempre que los límites del lenguaje sean asumidos como su sentido. Pues bien, lo místico aporta las claves para explicar el talante, el obrar y las reflexiones del compositor vienés Arnold Schönberg (Viena, 1874-Los Ángeles, 1951), así como la instancia ética inherente a su labor.

    Lo que Schönberg quiere conseguir es una veradera música absoluta, que no del Absoluto o de la Idea (como lo es la de Wagner según Nietzsche). Su método dodecafónico de composición es lo que, a su juicio, puede al fin hacerla posible. Pero el logro de esa música absoluta implica la renuncia a todo "música expresiva", que es aquella que pretende decir lo profundo o tener una intuición sustancial de las cosas. Las reflexiones de Schönberg acerca de esa renuncia a la voluntad de representación y a lo metalingüístico parten de una lectura nada wagneriana de los planteamientos de Arthur Schopenhauer sobre la música y de una interpretación de las ideas que sobre el lenguaje tiene Karl Kraus ("El lenguaje es la madre del pensamiento"). Y es con las lecciones que se desprenden de las obras de Johannes Brahms ("el progresivo") y de las de Gustav Mahler que Schönberg encara la teorización de los límites del lenguaje musical. Eso supone conseguir la máxima comprensibilidad en la extensión del dominio sobre el material lingüístico,con lo cual se llega al reconocimiento del o místico.


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