El concepto de ingenium o ingenio en la obra de Baruj de Spinoza es un cruce de caminos fundamental para su epistemología, ética y política pues, al referirse a la determinación de las leyes de la imaginación en un ser humano existente (conformada por la manera en que ha vivido física y mentalmente), permite comprender y evaluar tanto a individuos como a sociedades (idiosincrasias e imaginarios colectivos). Es el fruto biográfico que se fundamenta en la constitución física como esencia actual de un individuo (fundamento metafísico), por lo que podemos conocerlo por medio de un proceso inductivo que articula las reglas de la imaginación deducidas geométricamente con la experiencia, los pensamientos y las obras de la persona. El concepto comprende tanto la facultad de juicio y criterio personal, como su temperamento y talante, de modo que explica los problemas éticos y políticos como conflictos sociales derivados de las oposiciones entre ingenios distintos: en cuanto el ingenio no es dirigido por la razón, cada cual quiere imponer su particular ingenio sobre el vecino; en cambio, el ingenio dirigido por la razón es piadoso porque es guiado por las solas leyes de la naturaleza humana. Así, la solución ética y política a los conflictos sociales radica en el paso del ingenio ignorante al ingenio del sabio: para la ética, en la adaptación del ingenio al modelo del hombre libre; para la política, en la tolerancia de las opiniones de los ingenios y, a la vez, en la educación y conducción de los actos según el derecho común. Para el filósofo holandés, las religiones imaginativas adaptan estas soluciones al ingenio de la multitud, pero la teología coacciona a la razón porque confunde normas morales con misterios.
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