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Resumen de Thomas S. Szasz, precursor de la psiquiatría crítica

Carlos García García

  • Thomas S. Szasz (1920-2012), profesor de psiquiatría de la State University of New York en Siracusa (EE. UU.), fue el mayor crítico del cientificismo y de las prácticas coercitivas de la psiquiatría. Con treinta y cinco libros publicados y centenares de artículos, no ha existido otro autor más prolífico en su campo. Fue un intelectual de primer orden que realizó uno de los más lúcidos análisis conceptuales y epistemológicos de la psiquiatría. Este le sirvió de base para sostener su crítica abierta a los abusos de poder de la psiquiatría (encierros involuntarios, tratamientos no consentidos, etc.). Su libro de 1961 El mito de la enfermedad mental es un clásico. En él Szasz sostuvo, contra el criterio generalizado en psiquiatría, que la llamada “enfermedad mental” no era una enfermedad por lo que ningún tratamiento médico podía aplicarse en su “curación”. De ello se derivaba que la psiquiatría ni era ni podía ser una rama de la medicina. Afirmaciones como estas hicieron que la psiquiatría oficial considerara a Szasz un hereje.

    Como ya se anuncia en su título, en esta investigación se sostiene que la obra de Thomas S. Szasz es, necesariamente, antecesora de las de los actuales representantes de la psiquiatría crítica que cuestionan los principios científicos y las prácticas coercitivas de la psiquiatría. Sin embargo, estos autores apenas nombran a Szasz y, si lo hacen, es para marcar diferencias con él ya que lo consideran un antipsiquiatra trasnochado.

    El trabajo consta de dos partes. En la primera se presenta tanto una biografía del autor en la que se destacan hechos relevantes que demuestran que fue uno de los pioneros de la lucha contra lo que denominó “el Estado terapéutico” (o la alianza entre el Estado y la psiquiatría), como un amplio resumen de su sistema de pensamiento en tres vertientes: como filósofo de la psiquiatría, como intelectual liberal y como teórico de la conducta humana y psicoterapeuta. Se ha prestado especial atención a la primera de estas facetas, presentando con detalle el análisis conceptual y epistemológico de la psiquiatría llevado a cabo por Szasz.

    En la segunda parte, se realiza un estudio histórico del movimiento antipsiquiátrico y un análisis comparativo de las proposiciones de sus principales representantes (R. D. Laing y D. Cooper) y las de Szasz. Esta investigación ha demostrado que Szasz nunca fue un antipsiquiatra, por lo que dicha atribución comúnmente aceptada es falsa. Permanece, pues, la pregunta de por qué Szasz no es convenientemente reconocido por los actuales psiquiatras críticos. Para intentar responderla se han presentado los principales argumentos de la psiquiatría crítica (ejemplificados en la asociación Critical Psychiatry Network) contra las tesis y prácticas de la psiquiatría cientificista que defiende un modelo biomédico (la equivalencia mente-cerebro, la psiquiatría basada en la evidencia, los sistemas diagnósticos como el DSM, los vínculos entre la psiquiatría y la industria farmacéutica, etc.) y, más concretamente, se ha profundizado en la obra de tres autores relevantes en este campo, David Ingleby, German Berrios y Allen Frances. Se han comparado sus tesis con las que Szasz defendió desde 1956 hasta su muerte en 2012. Este análisis ha permitido confirmar que ambas propuestas críticas son prácticamente idénticas por lo que sigue sin entenderse el rechazo de estos autores críticos hacia su antecesor.

    Se ha concluido que dicho rechazo hacia Szasz no está basado en fundamentos teóricos sino en cuestiones ideológicas. A diferencia de la mayoría de psiquiatras críticos, Szasz, como liberal radical que era, rechazaba frontalmente todo tipo de psiquiatría institucional y pública y abogaba por su abolición. Por su parte, los psiquiatras críticos suelen ser defensores de la psiquiatría comunitaria y proponen reformas del sistema de salud mental pero nunca su abolición. Por otra parte, Szasz desconsideraba la realidad de la locura. En su optimismo racionalista, Szasz llegó a afirmar que los locos lo eran a voluntad lo que choca frontalmente con la experiencia de cualquier profesional que trabaje con personas psicóticas. Se ha sugerido que este incomprensible rechazo de Szasz a la evidencia de la locura se debe a ciertas cuestiones personales del propio autor que han sido expuestas en este trabajo.

    Por último, en base a las propuestas de Szasz y de los psiquiatras críticos, se ha reclamado una formación universitaria más rigurosa para los futuros clínicos en la que se incluyan asignaturas de humanidades y ciencias sociales, así como enseñanza del rango completo de psicoterapias y no solo las avaladas por la denominada psiquiatría (o psicología) basada en la evidencia.

    Para terminar, se han señalado ciertos dilemas planteados por Szasz que constituyen debates actualmente abiertos. Por ejemplo: ¿es la psiquiatría una rama de la medicina por derecho propio?, o, ¿tiene sentido la distinción entre psiquiatría y psicología clínica dado que los profesionales de ambas disciplinas se ocupan de los mismos problemas? La respuesta de Szasz fue “no”. La mayoría de los psiquiatras críticos se muestran ambiguos o permanecen en silencio al respecto. Se anima a los representantes de la psiquiatría crítica a que sigan profundizando en estas y otras cuestiones fundamentales para el presente y el futuro de nuestra profesión.


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