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Resumen de Los factores individuales y del entorno en la exclusión social y la conducta delictiva en la adolescencia

Silvia Duran Bonavila

  • La exclusión social es un concepto que presenta una elevada complejidad, ya que se refiere a un amplio rango de situaciones y procesos relacionados con la pobreza y la deprivación, así como a muy diversas categorías de personas excluidas y ámbitos de exclusión (Peace, 2001). Un elemento común a la mayoría de definiciones es la percepción de la exclusión no como un estado fijo, sino como un proceso dinámico que conduce al sujeto desde las zonas de integración hacia las zonas de exclusión (Castel, 1995; García Roca, 1998; Tezanos, 1998a). Desde esta perspectiva, la exclusión social sería más bien un reflejo de los procesos de cambio que dan lugar a nuevos modelos de estratificación social (Alonso, 1999; Anisi, 1995; Beck, 1992; Castel, 1997; Giddens, 1990; Rosanvallon, 1995; Tezanos, 1998a; Wright, 1995). El proceso de la exclusión social se puede entender planteando la existencia de tres zonas (Castel, 1991; Juárez & Renés, 1995; Raya, 2006):

    En la Zona de integración se encuentran las personas que tienen un empleo estable y, por lo tanto, pueden consumir bienes y servicios, disponen de redes sociales y/o familiares y pueden participar de una manera activa en la vida política y cultural. En la Zona de vulnerabilidad se encontrarían las personas que están inmersas en una situación de inestabilidad, ya sea laboral o social. En la Zona de exclusión se encuentran los individuos que no disponen de trabajo y experimentan una situación de aislamiento social. Con la finalidad de objetivar el grado de exclusión social al cual está sometido un individuo, se han establecido una serie de factores de riesgo, que son indicadores de tipo biológico, psicológico o social que se ha demostrado que desempeñan un papel relevante en los antecedentes de conductas problemáticas o necesidades sociales (González & Guinart, 2011).

    Los investigadores las han dividido en tres pilares: los factores de la historia personal, como por ejemplo el maltrato infantil, los factores de riesgo vinculados con el entorno familiar, como los estilos educativos parentales, y los factores de riesgo vinculados con el entorno, como podría ser el barrio o distrito en el que ha crecido el joven o las relaciones entre iguales. Muchos factores de riesgo vinculados al fenómeno de la exclusión social aparecen también relacionados con la conducta delictiva, si bien ello no implica que una persona en exclusión social tenga indefectiblemente que acabar delinquiendo ni a la inversa, que una persona que haya delinquido se encuentre necesariamente en situación de exclusión social. Este solapamiento de factores de riesgo lo que indica es que la presencia de numerosos factores de riesgo en un mismo sujeto incrementa la probabilidad de que éste pueda acabar delinquiendo. Desde una perspectiva preventiva, se ha planteado la teoría del triple riesgo delictivo (TRD), un modelo que es capaz de incluir distintas teorías explicativas del comportamiento delictivo, que son consideradas como descripciones de procesos e interacciones relevantes entre las diferentes dimensiones de riesgo (Redondo, 2008).

    El objetivo general de esta investigación es analizar las relaciones del riesgo de exclusión social con diferentes aspectos de la personalidad y las capacidades cognitivas de los adolescentes. Para ello se han utilizado tres estrategias: la primera, analizar las relaciones entre nivel socioeconómico, personalidad y capacidades en una muestra comunitaria; la segunda implica la comparación entre una muestra en riesgo de exclusión social y una muestra comunitaria equivalente; la tercera, la comparación entre esta muestra de riesgo y una muestra equivalente de delincuentes adolescentes. En concreto, los tres objetivos principales que se plantean en el estudio son:

    Objetivo 1: Determinar en una muestra comunitaria la relación existente entre el nivel socioeconómico y las características de personalidad y las capacidades cognitivas.

    Objetivo 2: Determinar si existen diferencias significativas en el perfil de personalidad y capacidades cognitivas entre la muestra comunitaria, los jóvenes en riesgo de exclusión social y los jóvenes de justicia, de manera que se establezca una gradación entre los tres grupos en algunas de estas variables que son sensibles a estos fenómenos.

    Objetivo 3: Determinar si los jóvenes en riesgo de exclusión social presentan diferencias con los jóvenes de justicia en factores protectores y de riesgo de violencia.

    En referencia a la metodología que se ha seguido en este estudio, la muestra utilizada estuvo formada por 1111 jóvenes, entre 12 y 21 años, de las provincias de Tarragona, Lleida y Barcelona, los cuales pertenecían a tres categorías: muestra comunitaria, muestra en riesgo y muestra de justicia juvenil. La recogida de información se realizó mediante la administración de diferentes instrumentos: por una parte, autoinformes cumplimentados por los propios jóvenes, incluyendo un cuestionario de personalidad (OPERAS), de agresividad (IDAQ), de impulsividad(BIS11C) y tres instrumentos de evaluación de las capacidades cognitivas (RAVEN, PMA y Escala de Información del WISC-IV); por otra parte, medidas de heteroinforme, que han sido respondidas por los tutores o educadores de los jóvenes en riesgo o infractores, incluyendo un cuestionario sobre factores de riesgo y factores protectores (SAVRY) y un segundo cuestionario de agresividad, en este caso para evaluar la agresividad reactiva y proactiva del joven (APR).

    Para los análisis estadísticos, en primer lugar, con el objetivo de analizar el impacto del nivelsocioeconómico sobre las variables de personalidad e inteligencia dentro de la muestra comunitaria, se ha utilizado el coeficiente de correlación de Pearson, ya que todas las variables analizadas pueden considerarse de intervalo o de razón. Por otra parte, para analizar la existencia de diferencias significativas en las diversas variables de personalidad e inteligencia evaluadas entre los tres grupos establecidos, se ha considerado necesario llevar a cabo un apareamiento previo de los sujetos, ya que se detectaron diferencias significativas entre las muestras en la distribución por sexos, la nacionalidad, el origen, el nivel socioeconómico y la media de edad. Las variables seleccionadas para realizar dicho apareamiento fueron el sexo y el origen (nacional vs extranjero). El nivel socioeconómico, por tratarse de una variable que presenta una escala de intervalo, ha sido tratada como covariable en el análisis de aquellas variables con las que se ha podido comprobar que mantiene una relación estadísticamente significativa.

    Una vez establecidos los apareamientos, se ha procedido a trabajar con una muestra de 121 sujetos por grupo y se han realizado una serie de Análisis de la varianza y de la covarianza (ANOVA y ANCOVA), trabajando con un nivel de significación del 1%, con el objetivo de evitar el incremento excesivo de la tasa de error experimental (TEE) como consecuencia del gran número de comparaciones (21 comparaciones) que debían llevarse a cabo. De manera complementaria, también se han realizado pruebas de comparación múltiple. Además, para analizar los resultados del Objetivo 3, se han realizado una serie de pruebas de chi-cuadrado, para determinar si hay diferencias significativas entre los jóvenes en riesgo y los jóvenes infractores en las diversas categorías evaluadas por los ítems del SAVRY.

    En referencia a los resultados del primer objetivo, el nivel socioeconómico solamente ha presentado una correlación signficativa con el rasgo de personalidad Apertura a la Experiencia. En referencia a las capacidades cognitivas, todas las correlaciones han resultado significativas, excepto en el caso de la escala numérica del PMA. Las correlaciones obtenidas fluctúan en función del tipo de inteligencia evaluada, oscilando entre r=.125 (Escala E del PMA) y r=.258 (Información del WISC-IV). Cabe señalar que las mayores correlaciones se han obtenido entre el nivel socioeconómico y la escala de información del WISC, que está muy relacionada con el nivel educativo y con el factor “g”.

    Por otra parte, se ha analizado la relación entre el nivel socioeconómico y el nivel académico, evaluado a partir de la repetición de curso. El resultado de la prueba T de Student indica que la diferencia entre las medias en el Índice de Hollinsghead de los alumnos que han repetido algún curso frente a los que no han repetido ninguno es estadísticamente significativa, con una diferencia aproximada de 5 puntos a favor del grupo de jóvenes que no ha repetido ningún curso. El tamaño del efecto en la comparación de ambos grupos, calculado mediante la d de Cohen, puede considerarse pequeño (d=.34). Estos datos parecen apuntar en la misma dirección que la relación observada entre el estatus socieoconómico y las puntuaciones en la escala de información del WISC.

    Respecto al segundo objetivo, que consistía en determinar si hay una gradación entre los tres grupos en distintas variables tanto de personalidad como capacidades cognitivas, los resultados no acaban de apoyar dicha gradación. Por lo que respecta a las variables de personalidad evaluadas mediante el cuestionario OPERAS, únicamente se han obtenido diferencias significativas en tres escalas: Extraversión, Responsabilidad y Apertura a la Experiencia. Los jóvenes de la muestra comunitaria se han mostrado menos extrovertidos pero con una mayor apertura a la experiencias, mientras que los jóvenes de justicia se han mostrado más responsables que los de riesgo, si bien estas diferencias no son muy marcadas, ya que los tamaños del efecto detectados son pequeños (d<.50). En relación a las medidas de agresividad, los jóvenes de la muestra comunitaria han presentado niveles inferiores, especialmente en la escala de agresividad física, con un tamaño del efecto moderado (d ligeramente superior a .70). Finalmente, se han obtenido también diferencias significativas en impulsividad motora, siendo los jóvenes de la muestra comunitaria los que han presentado niveles más bajos en dicha variable. Por lo que respecta a las medidas de capacidades cognitivas, se han obtenido diferencias significativas en prácticamente todas las escalas, destacando las diferencias, siempre a favor de la muestra comunitaria, en el test de Matrices Progresivas de Raven, la escala de información del WISC-IV, la escala de Razonamiento del PMA y el factor g, con tamaños del efecto medios y altos.

    En referencia al objetivo 3, la hipótesis relativa a la agresividad proactiva se ha podido corroborar, ya que los jóvenes infractores han presentado una media significativamente superior en la escala de agresividad proactiva respecto a los jóvenes en riesgo de exclusión. El objetivo relacionado con los factores de riesgo de tipo personal se ha cumplido para la mayoría de los aspectos evaluados, destacando la relevancia de factores como la violencia previa, la historia de actos delictivos no violentos y el inicio temprano de la violencia, en los que los jóvenes de justicia presentan porcentajes superiores. Por lo que respecta a los factores de riesgo de tipo familiar, han resultado significativos el 50%, concretamente los relativos a la escasa habilidad para educar y la separación temprana de los padres. En lo relativo a los factores de riesgo de tipo ambiental, se han observado diferencias significativas en 2 de los 4 aspectos evaluados, siendo especialmente remarcable la delincuencia en el grupo de iguales, que es marcadamente más frecuente en la muestra de jóvenes de justicia que en la de exclusión (80% frente a 40%). En este sentido, conviene destacar, en relación a la Teoría del Triple Riesgo Delictivo, que los jóvenes que se relacionan habitualmente con otros jóvenes infractores tienen mayores oportunidades delictivas, cosa que incrementaría el riesgo de que acaben cometiendo ellos un delito. La hipótesis relativa a los factores protectores se ha podido verificar parcialmente. De hecho,se han obtenido diferencias estadísticamente significativas entre ambas muestras en el 50% de los ítems evaluados: los jóvenes de la muestra de riesgo presentan con mayor frecuencia implicación prosocial, fuertes vínculos y lazos con al menos un adulto prosocial y perseverancia como rasgo de personalidad.

    A partir de todo lo expuesto, se pone de manifiesto que el perfil de los jóvenes en riesgo de exclusión y el de los jóvenes infractores es prácticamente idéntico por lo que respecta a las capacidades cognitivas y a las variables de personalidad, de manera que se evidencia que las principales diferencias entre ambos colectivos se encuentran en los factores de riesgo, tanto en los individuales, como en los familiares y del entorno social.

    En referencia a las limitaciones, una de las principales limitaciones del presente estudio podría ser la dificultad a la hora de medir con precisión ciertas variables relevantes. Así por ejemplo, el rendimiento académico se ha evaluado únicamente a partir de la información sobre la repetición de curso facilitada por los propios jóvenes. Por otra parte, el índice de Hollinshead es difícil de interpretar en muchas ocasiones por la situación económica actual. Una última limitación remarcable es la falta de muestra femenina sobretodo en la muestra de justicia juvenil.


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