Carlos Alejandro Belmonte Grey
Este trabajo presenta una historia cultural del cine de la revolución durante la coyuntura cardenista y señala las apropiaciones iconográficas del modernismo en el folclor local para producir discursos de reinterpretación y actualización de los objetivos revolucionarios. Tres películas quedaron filtradas para formar el corpus: El Compadre Mendoza (Fernando de Fuentes, 1933), Redes (Les Révoltés d'Alvarado, Fred Zinnemann, 1934-1936) y ¡Así es mi tierra! (Ainsi est mon pays, Arcady Boytler, 1937). En ellas se exponen las tres tendencias culturales que interpretaron la revolución: la crítica y negacionista; la socialista y prometedora; la folclórica y triunfalista. La cinta de de Fuentes fue la primera que abordó la revolución como un acontecimiento dramático y una crítica a los espíritus románticos que clamaban el renacer de la nación. La de Zinnemann, originalmente un proyecto del músico Carlos Chávez y del fotógrafo Paul Strand, fue la única producción del proyecto de impulso a la introducción del socialismo en México. Y la de Boytler recuperó la estructura de la comedia ranchera exitosamente difundida por de Fuentes añadiéndole, además, la figura del pelado citadino de Mario Moreno Cantinflas. Las cintas permiten observar los síntomas del modernismo vernáculo. Es decir, la formación del nacionalismo mexicano introdujo las referencias de la modernidad alimentadas por el folclor local, combinándolo con tendencias ideológicas, estéticas y culturales de tipo transnacional. Así, estas expresiones propusieron representaciones iconográficas y discursivas del Ser nacional a fin de reformarlo y reconocerlo como arquetipo de la nacionalidad dentro del discurso de la modernidad.
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