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Resumen de Un sistema para medir la sostenibilidad integral de los procesos de ordenación del territorio: aplicación práctica a planes generales de ámbito municipal

Adrián Ferrandis Martínez

  • A mediados de la segunda década de este siglo XXI, puede afirmarse que cualquier formulación en el ámbito del diseño, implementación y evaluación de políticas y programas, en particular cuando hablamos de Ordenación del Territorio, ha incorporado plenamente el término “sostenible” o “sostenibilidad”. Este concepto, con frecuencia mal utilizado o banalizado, se ha convertido en una referencia indispensable cuando se trata de destacar la finalidad o intencionalidad a los que se aspira desde la toma de decisiones. El uso en exceso de cualquier término lo conduce hacia un progresivo desgaste, que lo puede llevar a un mal uso y, en la mayoría de los casos, a una mala interpretación. El concepto de sostenibilidad, como nos indica Valenzuela (2009), es un término que, liberado de esa hojarasca que lo cubre, presenta un potencial extraordinario para cambiar el funcionamiento de nuestras sociedades, en clave de mejora de sus relaciones con la naturaleza, el medio ambiente y el territorio. Tales cambios no pueden sino reportar enormes beneficios en términos de calidad de vida y de equilibrio territorial, aunque dichos beneficios solo se hagan evidentes tras un tiempo. El vocabulario asociado a los procesos de planificación territorial o de Ordenación del Territorio ha incorporado el concepto de sostenibilidad, y se han desarrollado metodologías que se centran mucho más en el análisis de lo ambiental, mediante una visión estratégica (Evaluación Ambiental Estratégica, en adelante EAE). Al mismo tiempo, se intenta analizar y minimizar los impactos de los usos territoriales propuestos, en particular de aquellos que afecten a ecosistemas frágiles y que puedan generar problemas importantes en el denominado sistema territorial (Folch, 2003). A pesar de esto, en la mayoría de procesos de planificación territorial, sobre todo en los de la pasada década, se ha carecido de herramientas efectivas que sean capaces de identificar y alertar, durante el propio proceso de planificación, de la existencia de parámetros de insostenibilidad. Con esa afirmación no se quiere decir que los parámetros de análisis y diagnóstico territoriales propuestos por diferentes autores (Gómez Piñeiro, 1987; Zoido, 1996; Pujadas y Font, 1998; Gómez Orea, 2001 y 2007, etc.), no sirvan a los técnicos que los apliquen para identificar conflictos territoriales con claros síntomas de insostenibilidad. Lo que se quiere decir es que no se cuenta con una herramienta que, aplicada durante el propio proceso metodológico de planificación (en unas fases determinadas), indique mediante parámetros objetivables y adaptados a la realidad de cada territorio, umbrales de sostenibilidad que no deben sobrepasarse. La presente investigación diseña de un instrumento de evaluación de impacto territorial ex-ante, que es capaz de medir la sostenibilidad integral en la aplicación de los procesos de ordenación del territorio, con la finalidad de que se pueda consolidar como una herramienta útil, que garantice en mayor medida un grado de sostenibilidad óptimo para el desarrollo de los planeamientos territoriales. Su aplicación práctica se lleva a cabo mediante la implementación de un sistema de indicadores que puede insertarse en los procesos de ordenación territorial a nivel local, en concreto en los denominados Planes Generales de ámbito municipal (antes conocidos como Planes Generales de Ordenación Urbana) según la legislación autonómica vigente de la Comunitat Valenciana, y la del Estado español, como niveles de gobierno competentes en el desarrollo de las leyes macro de influencia nacional, y para su posterior desarrollo regional, mediante procesos de legislación y reglamentación de mayor detalle. La creación de sistemas de indicadores es una praxis extendida tanto entre la comunidad científica, como en su aplicación práctica en diferentes estamentos de nuestras sociedades. Este puede ser el caso de los aplicados en las conocidas Agendas 21 locales, o incluso de los aplicados en el campo de la Ordenación del Territorio. La mayoría de estos sistemas de indicadores están preparados para realizar mediciones de las situaciones territoriales existentes en el momento de su aplicación. En otros casos, se plantean como herramientas para medir el impacto generado por una determinada actividad o infraestructura, es decir, con posterioridad a su implementación/instalación. La particularidad de este trabajo de investigación es que diseña un instrumento de evaluación que, no sólo es capaz de medir el grado de sostenibilidad de un territorio, lo que no supondría novedad alguna con respecto al estado de la cuestión, sino que se plasma como una herramienta que puede ser insertada en el desarrollo metodológico del planeamiento territorial: una herramienta que es capaz de identificar, y en definitiva de estimar, umbrales de insostenibilidad, ante las propuestas de usos del suelo previstos en los procesos de tramitación de dichos planes. Además, cabe también apuntar que, dadas la modificaciones legislativas que han tenido lugar durante el proceso de elaboración de la tesis doctoral, la elección de la escala local, para la aplicación de la parte empírica, otorga a la tesis un alto grado de oportunidad, como consecuencia del establecimiento legal obligatorio de crear indicadores de sostenibilidad para la tramitación de los Planes Generales de ámbito municipal.


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