Las estrategias de reducción de daños y riesgos se pueden definir como un conjunto de medidas sociosanitarias, individuales o colectivas, que pretenden disminuir los efectos negativos (físicos, psíquicos o sociales) asociados al consumo de drogas, permitiendo no estigmatizar al usuario dependiente de drogas. En la era de la globalización, la salud pública y el respeto a los derechos humanos han de ser prioridades de cualquier política sobre drogas. De esta forma, se pretende conseguir el respeto hacia la opción personal de consumir drogas, e, igualmente, en atención a criterios de justicia y beneficencia, exigir medidas para la reducción de los posibles daños asociados a este fenómeno.
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