En la actual estrategia de política económica las reformas laborales juegan un papel clave como instrumento para aumentar la flexibilidad del mercado de trabajo. Esta mayor flexibilización tiene como objeto moderar los crecimientos salariales, lo que se supone que contribuirá a mejorar los resultados en materia de inflación y empleo. En este planteamiento, la moderación salarial, que podría conseguirse mediante políticas de rentas voluntarias, no es un elemento suficiente por sí sola para mejorar los resultados macroeconómicos, ya que estos dependen a largo plazo de la eliminación de las restricciones institucionales que lo hacen excesivamente rígido e ineficiente. La economía española constituye un buen ejemplo de este tipo de estrategias. Desde mediados de los ochenta, la aplicación de diversas reformas laborales sustituyó a la política de rentas como base de la política económica. No obstante, la intensidad de estas reformas ha tenido como consecuencias negativas una excesiva segmentación del mercado de trabajo, fuente de diversos problemas tanto de naturaleza micro como macroeconómica, lo que está en la raíz de las últimas reformas aplicadas en el mercado de trabajo desde finales de los noventa para corregir tales desequilibrios.
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