La pobreza no ha desaparecido de las filas de los mayores, pero la universalización de los sistemas de protección social ha permitido minimizarla de forma significativa, desplazándose, además, en los años setenta y ochenta del siglo XX, la nueva pobreza desde la senectud hacia la juventud. Con la jubilación gradual se pretende salir al paso de la discriminación de los trabajadores de edad, pero la edad es aún una barrera para acceder al empleo, pese a las normas antidiscriminatorias que se han adoptado. Cabe preguntarse, por último, si las medidas para facilitar el uso del tiempo libre responden, pese a su diversificación, a los intereses de los mayores y si han contribuido a cambiar las pautas en dicha utilización.
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