Estas páginas llevan la luz del historiador, del científico que reconstruye el pretérito para comprender mejor el presente, a una problemática de la cultura material no suficientemente explicada, a mi juicio, en el acervo bibliográfico: La iluminación doméstica de los hogares castellanos, en general, y de Burgos, en particular, en el devenir del siglo XVIII. ¿Cuántos y qué hogares disponían de pertrechos para iluminar sus estancias? ¿De qué pertrechos se trata? Candiles, candeleros y bujías, palmatorias, velones, faroles, lámparas, cornucopias � facturadas en hierro, bronce, estaño o en plata �, y arañas en madera o en cristal, provistos todos ellos de uno o varios puntos de luz, a base de velas o de aceite, aparecen en los inventarios de bienes de los burgaleses del Setecientos. No todos disponían, ni en calidad ni en cantidad, de similares utensilios. A lo largo del siglo se mejoró substancialmente su presencia en los hogares y, poco a poco, a la manera de una revolución industriosa, los burgaleses del XVIII se fueron dotando de más y mejores pertrechos para llevar la luz a sus existencias cotidianas.
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