Cualquier análisis que hoy en día se haga de la relación sanitaria debe tener en consideración el nuevo escenario que el avance de la ciencia ha traído consigo. Ello, por supuesto, no ha hecho mella en la necesidad de protección del ser humano, de su vida o su dignidad. Empero, dicha relación se ha matizado con la reafirmación de la autonomía del paciente que busca dejar de lado el rol pasivo que típicamente se le ha asignado, sin perjuicio, naturalmente, del rol del profesional sanitario. Precisamente en relación con este último, es importante destacar la libertad de decisión que su experticia impone a la hora de realizar procedimientos médicos específicos. Sumado a ello, es determinante considerar el reparo del profesional a la realización de ciertos actos en concordancia con sus convicciones, sus valores y su fe a través de la objeción de conciencia.
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