En las primeras dos décadas después de la Segunda Guerra Mundial, el Estado nacional proveyó la estabilidad económica necesaria para desarrollar las bases de un sistema internacional que llevara entonces al actual y hegemónico orden mundial dirigido por el libre mercado.
Para ese tiempo, las doctrinas económicas orientadas al mercado eran consideradas progresistas. Actualmente, para los países en vías de desarrollo traer de vuelta la intervención del Estado �en una forma moderada� puede ser considerada como la política pública más progresista.
Una política pública es defi nida como �progresista� si está pensada en buscar un orden económico más justo. Un orden económico es defi nido como �más justo� si su establecimiento lleva a incrementar los niveles de igualdad dentro de un país como entre países. El artículo argumenta que la intervención del Estado y el mercado global no son incompatibles, y que una intervención moderada del Estado puede suavizar algunos de los resultados negativos de la implementación de políticas públicas que fomenten el libre mercado en los países en desarrollo.
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