La vida familiar está sujeta en la actualidad a un profundo cambio que afecta a multitud de dimensiones de la vida social y, entre ellas, al sistema de protección social. De hecho, los siste-mas de protección social están construidos sobre distintos supuestos sobre los funcionamien-tos de los mercados y la familia en la provisión de bienestar a los individuos. La caída de la natalidad hasta niveles por debajo del nivel de reemplazo derivada de la libre elección de la opción por la procreación, la incorporación masiva de las mujeres al mercado de trabajo y la creciente importancia de la ruptura familiar derivada de la separación y el divorcio suponen un desafío adaptativo para la actual configuración del sistema de protección social. El sistema de protección social español apenas si se ha adaptado a estas nuevas realidades familiares, pues penaliza doblemente a quienes optan por asumir las responsabilidades familiares. Aun-que esta adaptación no sea tan urgente como la adaptación al desafío derivado del envejeci-miento de la población, la senda futura de las reformas no puede pasar por alto estas nuevas realidades, apuntándose algunas de las posibles líneas de reforma.
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