El autor del presente artículo se plantea como objeto demostrar su tesis de que el planteamiento normat ivista radical, del que Jakobs es uno de los más destacados defensores, no es científicamente necesario y priva de límites al poder punitivo del Estado. A partir de una exposición resumida de las fases de la evolución histórica de la dogmática penal que condujeron al ontologismo de Welzel y a la reacción normat ivista posterior, el autor argumenta su punto de vista sobre los límites que el normativismo ha de tener en un Derecho penal que debe estar al servicio de intereses reales de las personas, y no sólo perseguir objetivos simbólicos.
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