«Los judíos españoles fueron a menudo queridos por los monarcas, no precisamente por un amor desinteresado, sino debido a los grandes beneficios que aportaban a las coronas bajo las cuales buscaban protección. Se establecía entonces una relación simbiótica entre la autoridad real y las aljamas. Las comunidades judías servían para repoblar territorios que, tras los avances militares, quedaban baldíos, también aportaban dinero y consejeros al rey, médicos, mercaderes y otros profesionales cualificados a la comunidad, que hacían florecer la economía allí donde se asentaban».
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