Aurora Grandal-d'Anglade, Juan Carlos Díez Fernández-Lomana (coord.)
Cuando los humanos comenzaron a domesticar a los animales, se inició un proceso de coevolución que alteró las sociedades y los paisajes. Más allá del desarrollo de una economía de producción, la interacción entre animales domésticos y seres humanos trajo consigo una relación de dependencia mutua que nos enlaza con un vínculo inseparable.
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