Desde mediados del siglo xix la sociedad cartagenera entrará en un proceso de secularización irreversible, consecuencia del abandono pastoral, el amplio predicamento alcanzado por la ideología liberal y el carácter abierto y cosmopolita de la ciudad. Ante ello, menudearán las experiencias puestas en pie por al catolicismo, en cuyas organizaciones latirá inconfundiblemente tanto su complejo de autodefensa como su proyección pedagógica. Por lo demás, sus promotoras serán siempre representantes de las clases medias. Su influencia sobre las masas urbanas fue ciertamente limitada
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