La administración de fluidoterapia intraósea proporciona un acceso eficaz y rápido al sistema circulatorio central, a través de la red de capilares de la médula ósea. El hueso que rodea la cavidad medular evita el colapso del espacio vascular que, sin embargo, se produce en las venas periféricas durante el shock.
El déficit de fluido en el espacio intravascular provoca mala perfusión y oxigenación tisular, mientras que este déficit en el espacio extravascular provoca deshidratación. La mala perfusión se manifiesta con taquicardia y vasoconstricción en el perro y, en el gato, normalmente, con descenso de la frecuencia cardíaca.
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