Aunque la guerra civil carlista de 1833-1840 en Cataluña formó parte del conflicto general en España, presentó algunos rasgos propios, debidos a las particularidades políticas, administrativas y geográficas del territorio. En el bando carlista, predominó siempre la guerra de guerrillas, incluso a partir de 1837, cuando existió un territorio dominado de forma estable, así como un centro político y una jefatura militar bien definidos. Frente a ello, el bando isabelino ensayó varias estrategias contrainsurgentes, con mejor o peor resultado, pero que siempre fueron innovadoras. Los intentos finales de una paz negociada no tuvieron éxito, y la victoria isabelina se produjo por la concentración de sus fuerzas en la ofensiva final.
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