Vivimos en una sociedad llena de estímulos que generan mucha atención y esfuerzo a nuestra mente. Estamos llenos y llenas de ruido ambiental. Nuestra mente difícilmente encuentra paz y sosiego cuando debe ponerse en la tarea de escuchar con profundidad. El silencio se pierde en el constante ruido de la información constante. Cuando nos disponemos a escuchar a otra(s) persona(s) en un contexto de supervisión, el silencio se conforma como una actitud y herramienta útil y necesaria para acallarnos y aquietarnos antes, durante y después del desarrollo de la supervisión. Para ello, vamos a acercarnos al mundo del silencio y la meditación, abordando sus conceptos principales y las herramientas que nos puedan ser útiles para desarrollar una actitud meditativa. Dicha disposición puede contribuir a una escucha activa competente, serena y absolutamente centrada en lo que la persona supervisada piensa y siente, dejando de lado nuestros ruidos internos.
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