En 2009, los dos astilleros supervivientes a la reconversión de los años 80 echaron el cierre y la actividad desapareció de la bahía gijonesa. Dos años después, sobre las instalaciones de uno de ellos fue reanudada la construcción naval por una nueva empresa, con nueva plantilla que, tanto por su reclutamiento como por las relaciones laborales a que se ve sometida, representa un corte radical y deliberado con un pasado cuya erradicación parece haber sido el requisito de la reapertura. El proceso ha comportado una desarticulación de los saberes, las cadenas de transmisión, los sistemas de trabajo, las resistencias sindicales y la integración social y una reorganización sobre bases de precariedad, descualificación, bajos salarios, alta siniestralidad y ausencia de derechos. La experiencia micro que ofrece el caso del reabierto astillero gijonés puede ejemplificar de forma clarificadora las transformaciones que experimentan las formas productivas de la era del postfordismo y la globalización en un sector como el naval que fue emblemático del movimiento obrero y referente en la conquista de derechos, así como la estrecha imbricación entre los objetivos proclamados de competitividad, productividad y flexibilidad y el deterioro del trabajo en todos sus niveles: salarios, cualificación, seguridad, derechos…
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