Barcelona, España
Rusia ha pertenecido al Consejo de Europa durante un cuarto de siglo (1996-2022). Esta organización internacional de ámbito paneuropeo, que persigue la tutela de los derechos humanos y unos estándares elevados de respeto al Estado de Derecho entre sus miembros, no ha logrado hacer de Rusia una democracia. Con todo, a pesar de las numerosas condenas por parte del Tribunal de Estrasburgo y del deterioro autoritario sufrido especialmente bajo la presidencia de Vladimir Putin, no se puede considerar la experiencia como un fracaso total. Durante este tiempo ha habido un control externo de la actividad de sus poderes públicos en un doble sentido: por una parte, la comunidad internacional ha podido conocer la realidad rusa; por otra, los particulares han contado con unas instituciones a las que acceder para poner de manifiesto las violaciones de derechos, individuales y estructurales, que padecen. Todo este acervo ganado se ha perdido con la salida de Rusia del Consejo de Europa, institución que también ha hecho de plataforma diplomática de acercamiento político entre Europa Occidental y Rusia.
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