El ritual de graduación de las Universidades conoció desde la Edad Media hasta el siglo XIX una serie de celebraciones, entre las que ocupaba un puesto importante la tradición del "gallo", nombre que recibía quien hacía la oración laudatoria del que se iba a graduar, de donde pasó a significar la oración misma. Ese discurso laudatorio solía ir precedido por otro vejatorio, por lo que el llamado vejamen de grado constituyó un género burlesco, emparentado con las múltiples manifestaciones jocosas de la literatura áurea.
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