El año 1808 representó el final de toda una época y el comienzo de la contemporaneidad que llega hasta nuestros días. Los españoles de aquella generación fueron conocedores de la importancia de esta fecha. El testimonio del general Girón es una fuente estimable para apreciar el desengaño sufrido por los que esperaban mucho de la victoria. Nuestro personaje pasará en unos meses de la confianza depositada en el gobierno al resentimiento y las lamentaciones. Como él cambiaron su actitud muchos españoles. Sólo así se explica que el entusiasmo que acogió la llegada de Fernando VII en 1814, se transformara en la frialdad que presidió su caída del poder absoluto en 1820.
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