Según la opinión generalizada, las subvenciones contribuyen a fomentar la iniciativa y el espíritu empresarial. Sin embargo, el autor desmitifica esta idea tras analizar el efecto neto de sus importes y los plazos de obtención.
La cultura de la subvención no contribuye a incrementar el espíritu empresarial ni la competitividad de las empresas. Este argumento, contrario a la idea generalizada de los efectos positivos de las subvenciones, es desarrollado mediante dos líneas de análisis.
La primera se basa el la diferencia entre el importe nominal o aparente de una subvención y su importe real, una vez descontado el efecto impositivo y los costes incurridos en su obtención.
La segunda hace alusión a los plazos de obtención, siempre posteriores a la inversión que financian.
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