En la crisis de las vocaciones religiosas, como en la inmensa mayo-ría de los fenómenos sociales de cierta envergadura, no cabe hablar, a poco que se quiera profundizar en su estudio, de monocausalidades. Incluso, un fenómeno de las características del que ahora comentamos, tampoco cabe abordarlo desde una sola disciplina. La transdisciplinariedad, más aún que la mera interdisciplinaridad, se imponen. Al menos sobre el papel, que dicen que lo aguanta todo, aunque, en la realidad, pienso que no se ha llegado ni a la interdisciplinaridad.
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