La acusación de corruptor de jóvenes que se lanza contra Sócrates enjuicio público aparece en primera instancia como algo paradójico, teniendo en cuenta que Sócrates ha quedado para occidente como modelo de virtud y de transmisión del saber Desde diferentes puntos de vista, sin embargo, esta acusación cobra sentido: como malinterpretación de las prácticas eróticas de la época, como referencia al contexto histórico antidemocrático de la Atenas de los Treinta Tiranos y, finalmente, como cuestionamiento de los principios de autoridad y tradición en favor del intelectualismo y la primacía del ejercicio individual de la razón. Desde esta última perspectiva, más amplia, Sócrates seria de nuevo condenable.
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