En este estudio tratamos de exponer qué representaba para el hombre de finales del siglo XIX la obra de arte, en función de su ubicación dentro del hogar e intentamos observar, por medio de las disposiciones que sobre las mismas dejaban plasmadas en sus documentos notariales, los vínculos y valoraciones de carácter sentimental que unían al objeto y su poseedor, independientemente del valor económico o artístico que pudiera poseer la pieza.
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