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Carta del Director del IAA para Anales 46(2)

    1. [1] Universidad de Buenos Aires

      Universidad de Buenos Aires

      Argentina

  • Localización: Anales del IAA, ISSN 0328-9796, ISSN-e 2362-2024, Vol. 46, Nº. 2, 2016 (Ejemplar dedicado a: Viajeros y ciudades)
  • Idioma: español
  • Enlaces
  • Resumen
    • Como la percepción nunca es suficiente para determinar todas las características y facetas de un objeto, es necesario que sea asistida por las otras dos facultades mentales, la imaginación y la razón. La vista, por ejemplo, nunca puede percibir de inmediato todas las facetas de un objeto, pero la razón y la imaginación concurren a ayudarla para que pueda ser encuadrado en alguna de las categorías conocidas.En la experiencia del viaje (que si es un viaje con todas letras debe cumplirse por tierras extrañas), la percepción ya no dispondrá de una ayuda tan inmediata, pues la razón solamente dispone de las categorías típicas de su ambiente habitual. Por su parte, la imaginación queda sometida a desafíos inéditos, de manera que la experiencia de lo ajeno y desconocido no puede transcurrir con la misma fluidez que ante lo propio y conocido.El vacío, el desierto, el caos, la nada son entonces, y con frecuencia, las nociones negativas y sin contenido concreto en las que puede extraviarse la mente del viajero si no atina a revisar sus facultades para comprender en vez de desestimar.Cuando el viajero termina su periplo y reflexiona sobre las tierras extrañas que le ha tocado en suerte visitar, su percepción ya no tiene a mano aquel objeto sobre el cual se había posado y apenas puede contentarse con algún documento, foto o croquis que haya acarreado de regreso. Le queda, eso sí, la memoria que, al fin y al cabo, es una forma particular de la imaginación y que eventualmente podrá convertirse en insumo de la historia. En el caso de que su razón, acompañada por las otras dos facultades, modifique o suplante algunas de sus convicciones anteriores, el viajero que regresa ya se va tornando otro, a veces incluso irreconocible, como Odiseo al presentarse en Ítaca.Cumpliendo esas transformaciones, el viajero estaría de viaje aun cuando no se hubiera movido de su sitio. Inversamente, el viajero que retorna idéntico a sí mismo se ha trasladado, pero no habría viajado.Antes de que el lector emprenda su lectura de los textos de este Anales 46, otro viaje que podrá cumplir en las direcciones y entrecruzamientos que desee, le recomendamos una vez más que también haga algunas excursiones por nuestro sitio web y nuestras plataformas digitales para poder acceder a anteriores volúmenes de esta tradicional serie iniciada en 1948 y no menos a toda la información institucional y académica de nuestro Instituto.Mario SabugoDirector del IAA


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