El trasplante de mano es una intervención compleja y conlleva una recuperación larga y difícil. Su éxito no radica solo en impedir el rechazo, sino en la funcionalidad que adquieren los pacientes con la mano trasplantada.
Mediante resonancia magnética funcional se está investigando el modo en que se reconfigura el cerebro después de una amputación y después de un trasplante de mano.
Los datos están demostrando que el cerebro se adapta con rapidez al restablecimiento de los estímulos muchos años después de haber quedado anulados. Esta elevada neuroplasticidad permite albergar esperanzas a las personas que han sufrido amputaciones o traumatismos graves.
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