El constitutivo fundamental de la persona, para Santo Tomás, es el ser. El ser personal es el ser del espíritu. La persona, por ello, expresa lo más individual o incomunicable. La conciencia moral es propia de la persona. El proceso discursivo de la conciencia requiere la individualidad personal. No obstante, en la conciencia personalista no se funda una ética individualista ni subjetivista.
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